Las aspiraciones del País Campurriano /3

Protagonismo reivindicativo de la Unión Campurriana

 

Esta vigorosa entidad defensora de los intereses de la comarca fue disuelta por la Dictadura, destacando en la exigencia de compensaciones para los afectados por el pantano con los entonces alcaldes de Las Rozas, Enrique Martínez, y de Reinosa, Dámaso Pérez Arenal.

Ya hemos señalado en el anterior artículo que Unión Campurriana fue una entidad vigorosa y firme en la defensa de los intereses del país y, en especial, en hacer frente a los intentos del poder político de imponer la alternativa del pantano, prácticamente sin contrapartidas por parte de los poderes públicos, actitud que provocó que en la etapa de la dictadura de los años veinte fuera disuelta por el gobernador de turno. Formaban parte de la misma representantes de todos los pueblos afectados, estando presidida por el escritor don Adolfo G. Fernández que el 12 de abril de 1930, acompañado por los alcaldes de Las Rozas, don Enrique Martínez, y de Reinosa, don Dámaso Pérez Arenal (los ediles más firmes en la defensa de los intereses campurrianos), visitaron la redacción de El Cantábrico para agradecer a su director y, en especial, a don Santiago Arenal los artículos que con el título "Las aspiraciones del País Campurriano" se centraron en informar sobre la situación en Campóo a raíz de las presiones de la Administración de la dictadura del general Primo de Rivera -que para esas fechas ya había fallecido en París- para que se aceptara el desalojo de los pueblos afectados por las obras del futuro pantano.

Los comisionados aprovecharon su estancia en Santander-ciudad para visitar a otras autoridades y representantes de entidades públicas, con el fin de recabar "la justa y oportuna cooperación de los organismos más caracterizados con objeto de solicitar la medida equitativa de una revisión en la obra realizada hasta ahora por la Confederación Hidrográfica del Ebro en lo tocante a las expropiaciones llevadas a cabo y a las indemnizaciones que se proponía satisfacer", afirmaba en su primera página El Cantábrico. Así, en aquella jornada los representantes de la Unión Campurriana y los alcaldes de Las Rozas y Reinosa, visitaron a los presidentes de la Cámara de Comercio, Círculo Mercantil, Asociación de Ganaderos, Asociación de almacenistas al por mayor, Liga de Contribuyentes y, finalmente, a los titulares de la alcaldía de la capital, Gobierno civil y Diputación. En todos estos encuentros se constatóun apoyo claro hacia lo que El Cantábrico definió como "cruzada de equidad".

El 29 de marzo la Unión Campurriana insistió en su campaña de exigir el respeto a los derechos de los ciudadanos de Campóo afectados por las expropiaciones, ya que la indignación había crecido al modificar su postura la Confederación Hidrográfica, imponiendo la expropiación forzosa de los terrenos necesarios y anunciando indemnizaciones que fueron consideradas insuficientes. En la carta se hacía mención a un "trato vulgar" hacia los afectados, indicándose que las nuevas medidas habían "defraudado por completo las esperanzas de Campóo". Del conjunto de la carta al ministro de Fomento, se destacaban, entre otras, las siguientes exigencias:

a). Pedir la revisión minuciosa de todo lo actuado por la Confederación en las expropiaciones realizadas, en su aspecto económico como técnico-legal.

b). Exigir el cumplimiento de las promesas recibidas insistentemente en cuanto a la aplicación de las nuevas bases de ley, con todos los coeficientes compensadores, indemnizaciones diversas, etc. Todo cuanto se ha prometido y es justo y, que con toda urgencia, se proceda al pago total de las expropiaciones.

c). Que queden en suspenso las operaciones de pago que realiza y ha de realizar la Confederación fuera de condiciones fundadas en sus promesas incumplidas. Que no se establezcan formas distintas y trato desigual entre los propietarios.

d). Pedir al Gobierno que designe una Comisión técnica, que perfectamente facultada, ajena a la Confederación y a Campóo, para que, de modo imparcial y ecuánime, estudie sobre el terreno cuantos extremos sea de necesidad corregir, dictando las normas de conciliación y proponiendo lo que demanden las francas soluciones.

Finalmente, la Unión Campurriana en su escrito al ministro de Fomento demandaba acciones urgentes al Gobierno central para "dar término a la crítica situación reinante", añadiendo:

 

"..Campóo recobraría su tranquilidad, seguro del triunfo de la justicia ansiada y también los modestos campurrianos que venimos actuando en estas cuestiones, inspirados en ideales de regionalismo acendrado, que nacen en el más puro espíritu de ciudadanía. Unicamente deseamos sin oponer la más mínima resistencia a la obra del Pantano, que, imparcial y equitativamente, se resuelvan las diferencias que hoy asoman, y se lleve la paz a tantos hogares humildes que no pueden gozarla por la sentencia de extrañamiento que pesa sobre ellos, lo que se evitaría en el acto con la presencia de la Comisión requerida que inmediatamente acuda a esta comarca facultada para dilucidar las cuestiones pendientes que son de vida o muerte para los damnificados, dignos de la más espléndida protección".

 

Esta fue una de las voces - la de Unión Campurriana - que se levantó contra los atropellos de la Confederación y del Gobierno. Han pasado setenta años de esta vigorosa acción ejercida en un contexto de dictadura política, mientras que hoy las instituciones, por primera vez elegidas por los cántabros, callan y asumen que las heridas que dejaron abiertas aquella intolerancia que lo expropió todo a cambio de una migajas, no se cierren definitivamente. La oportunidad es un Plan Hidrológico billonario para algunas comunidades y que no resuelve esta injusticia. ¿Quién defiende actualmente nuestros intereses?. Al menos, hace setenta años sabemos que fue la Unión Campurriana y si bien no obtuvo lo deseable, al menos luchó y arriesgó por un interés general.

 

(ALERTA 2.12.2000)