Conciencia y espíritu de unidad de los corraliegos

 

La huelga de 1919 y de los años sesenta, así como la marcha a Santander por la crisis de Authi en las navidades de 1975 reflejan el carácter combativo de los ciudadanos de Los Corrales de Buelna en defensa de su progreso.

Las instituciones públicas tienen que revisar a fondo sus ayudas públicas o algunas decisiones urbanísticias en favor de determinados intereses, ante la actitud de los actuales directivos de Nueva Montaña Quijano


Hace una semana varios miles de corraliegos salieron a las calles para manifestar su protesta por los planes de la dirección de Trefilerías Quijano de reducir en más de doscientos empleados su actual plantilla. Por su nutrida concurrencia fue una de esas manifestaciones que, de tarde en tarde, se producen en Cantabria en defensa de algo tan nuestro como el empleo industrial, un bien lamentablemente escaso en nuestra comunidad. Desde un gran espíritu de unidad fruto de la conciencia de los ciudadanos corraliegos - que, por otra parte, refleja actitudes comunes frente a situaciones adversas que los corraliegos han afrontado en otros momentos del siglo XX -, observé por televisión la actitud de un representante de la empresa en un tono que ciertamente no me gustó por la amenaza que conllevaba su mensaje y que se resume en esta idea: o se aprueba el reajuste de plantilla o, se ponen en serio riesgo todos los puestos de trabajo.

Si de algo estoy seguro es que los corraliegos, desde una unidad que hace la fuerza, van a defender los empleos de Trefilerías Quijano conscientes de que una nueva pérdida de empleo real se notará en la actividad económica general de Los Corrales de Buelna, población que de vez en cuando ha tenido que afrontar situaciones laborales complejas ante las que, sin embargo, ha reaccionado con un espíritu de pueblo encomiable, que dice mucho a favor de la identidad corraliega. Y nada como extraer consecuencias de cada acontecer histórico, que es lo que recomendamos a los directivos de Trefilerías Quijano que a estas alturas ya han podido obtener una conclusión: que aún tratándose de un asunto que afecta a una empresa y a un colectivo de empleados, hay pueblo detrás, existe una profunda conciencia colectiva y, sobre todo, destaca la unidad de los corraliegos.

Ya en 1919 cuando el estado de guerra era decretado a la más mínima alteración laboral, los empleados de Nueva Montaña fueron a la huelga con una plataforma en la que destacaban la readmisión de todos los despedidos, la jornada de ocho horas como máximo en todo tiempo, una peseta de aumento general para ambos sexos; que el pago de los sueldos fuera semanal y no mensual y, finalmente, que las horas extraordinarias se abonaran con un 40 por ciento de incremento, incluyendo los domingos. Acudiendo a fuentes bibliográficas sobre este acontecimiento - y en Los Corrales necesariamente tenemos que acudir a los archivos del cronista local don Felipe Lucio, Capeli - la huelga se desarrolló en tres fases: julio de 1919, febrero a julio de de 1920 y de octubre de ese año a enero de 1921; en total, trece meses y siete días, gracias a la resistencia numantina de los novecientos empleados.

Más cercanamente, en los finales de los años sesenta, en plena etapa de la dictadura, se desarrolló una de las pocas huelgas laborales en la Cantabria del franquismo. Desde la Hermandad de Obreros Católicos (HOAC) cuya doctrina en lo social se identificaba con los cambios propugnados por el Concilio Vaticano II, un grupo de empleados cualificados impulsaron una protesta laboral que desde las instancias oficiales fue duramente contestada. A los héroes de aquella protesta de valentía y honor por alcanzar mejores condiciones laborales, les costó la pérdida del empleo y cierta persecución desde los aledaños del régimen. Don Alejandro Álvarez Rodríguez, uno de los últimos con vida de aquella hazaña, falleció hace pocos meses en un silencio injusto, igual trato que ya en democracia y con un sindicalismo reconocido, recibieron el resto de los protagonistas por ejercer un derecho que su conciencia les demandaba en el objetivo de defender al colectivo trabajador en general. Huelgas que por reivindicaciones laborales se repitieron en 1971, lo que motivó el cierre patronal de la empresa.

 

 

 

 

 

 

 

 

No había transcurrido un mes de la muerte de Franco, cuando los corraliegos protagonizaron otra actitud resultado de un carácter profundo de defensa del interés general de su comunidad. Casi dos mil trabajadores de Authi - cuya dirección había comunicado la rescisión del contratos de sus dos mil cien empleados - realizaron una marcha desde Los Corrales de Buelna hasta Santander-ciudad; cuarenta kilómetros que recorrieron en siete horas y media logrando popularizar su protesta. El eco de la acción en unos tiempos de incertidumbres políticas, elevó la situación a acontecimiento nacional con la intervención de las autoridades del Gobierno, hecho que posibilitó ir desgranando soluciones. De nuevo, ese carácter y conciencia de los corraliegos garantizó una salida viable a la grave situación laboral abierta en la zona de Buelna, cuando en abril de 1976 se alcanzó el acuerdo de recolocación en las empresas Fundimotor, Mecobusa y Bendibérica.

Estos antecedentes históricos representan una garantía de que los corraliegos saben movilizarse y defender sus intereses ante las adversididades y, que lo hacen con caarácter indomable y valeroso. Tienen que saber que no están solos y que su legítima batalla es la de todos, en especial de quienes somos conscientes de que Cantabria no puede perder un solo empleo industrial. Nadie discute que gracias al crecimiento económico general en España en estos últimos años, nuestra comunidad ha crecido también, pero reduciendo no más de cinco décimas, es decir, medio punto, el diferencial con la media nacional. Aún así, el empleo cualificado atraviesa una situación realmente grave, hasta el punto de que nuestros jóvenes profesionales, los que salen de la Universidad o de las Escuelas Universitarias, difícilmente encuentran trabajo en su tierra natal. Y este es un indicador deficitario en el que nada se ha avanzado en estos años.

Concluyendo, el reajuste de plantilla planteado por Trefilerías Quijano es, además, una oportunidad para que el Gobierno cántabro revise las condiciones en las que aporta ayudas a ciertas industrias o, favorece con decisiones urbanísticas sus intereses. En todo caso, esperemos que exista firmeza desde las instituciones públicas y que no se despache este grave problema con una declaración de intenciones, sin efectividad real alguna, como viene siendo habitual cuando se precisa dar la cara para defender los intereses cántabros tan desasistidos por el poder y su moqueta. Pero bien saben los corraliegos que ahora como en el pasado, la clave de la nueva encrucijada está en su capacidad y espíritu de unidad y su concienciación determinante en defensa de sus intereses; lucha en la que no están solos sino fuertemente arropados.

 ALERTA 4/8/2001