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Veinte años de autogobierno /11Cabárceno: éxito de imagen y riquezapara Cantabria. |
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Ha recibido a más de diez millones de visitantes y en los finales de
los ochenta fue pionero en España a la hora de crear alternativas de
ocio. Los actuales gobernantes no han sabido explotar sus inmensas
posibilidades con otros atractivos y alicientes. Algún día ganaremos un hermoso futuro y un horizonte de grandeza cuando desaparezcan acciones estériles promovidas por el odio y la envidia, como las impulsadas en su día los detractores de esta obra que tienen nombres conocidos. |
Los medios de
comunicación han informado que en las recientes vacaciones de la
Semana Santa, todos los accesos al parque de la naturaleza de Cabárceno
se han colapsado y que alrededor de cuarenta
mil personas visitaron el
escenario grandioso de un parque que, asentado sobre una vieja mina, es único
en España y quizá en Europa. Representa una excelente noticia para el sector servicios de Cantabria que una inversión tan
imaginativa y productiva siga dando resultados espectaculares a favor
de la atracción de turismo a nuestra comunidad, cuya ejecución
–recordamos- generó ríos de tinta porque las acciones mezquinas
de los de siempre –algunos, hoy, gobernando- que intentaron impedir por todos los medios que la obra no se realizara. No hay nada que
objetar –desde mi punto de vista- que Cabárceno es la obra más
trascendente en aportar prestigio y referencia
cántabra en España y Europa en estos veinte años de autogobierno
que se vienen celebrando. Como también nos ofrece la dimensión de la talla
política que, por el contrario, aportan sus detractores de aquellos
tiempos –acérrimos enemigos de la obra- que intentaron por todos los medios impedirla,
probablemente no porque entendieran que era improductiva o irracinal desde
sus mayores o menores capacidades, sino por lo que podía significar –y
significó- en apoyos ciudadanos para su promotor en las elecciones de
1991. Es decir, afloró en toda su extensión la mezquindad
de la política y de aquellos políticos que impedían
que se hicieran cosas para evitar
su propio hundimiento político. No
voy a descubrir lo que es Cabárceno. Ojos y corazón tienen nuestros
ciudadanos para ver y sentir
las cosas bien hechas que favorecen a toda
la comunidad, al margen de quién las proyecte y realice. Pero Cabárceno,
hoy, podía ser mucho más de
haberse cumplido las previsiones y expectativas que generaba, lo que viene
siendo frenado y anulado desde
hace siete años cuando el actual equipo de gobierno PP-PRC descartó
asumir más esfuerzo de pensar y arriesgar sobre algo que ha pasado a ser emblemático y propio de la imagen de Cantabria.. ¿
Se imaginan hoy el Parque de la Naturaleza de Cabárceno si se hubiera
mantenido un mínimo de inversiones en estos años, haber cuidado de su
entorno y engrandecido sus atractivo? En
estos años nada nuevo se ha
hecho, salvo incrementar el precio de las entradas –que está bien para
quienes nos visitan- pero que es impresentable
que no existan deducciones para las familias cántabras sobre las que, en
su momento, gravó la inversión,
así como la gratuidad –indiscutible- para nuestros escolares. Es muy
triste que el Gobierno y sus responsables vengan demostrando no tener una idea nueva a favor de hacer más grande Cabárceno, aún cuando los ciudadanos les demuestren,
mes a mes, vacación tras vacación, su respaldo
a este importante atractivo que representa para la inmensa mayoría de
ciudadanos que se acercan a Cantabria a disfrutar del ocio. En
consecuencia, Cabárceno es bastante
menos que lo que hoy debiera ser si en estos siete años se hubiera
atendido otras necesidades de mejora en su entorno, así como darle también
otra dimensión, que no fuera
exclusivamente la de paraje natural y zoológico. |
No
deja de ser sorprendente que quienes alardearon del despilfarro
económico en esta obra –que al final se demuestra que cuando se acierta
las obras son baratas-
demuestren una gran insensibilidad
con los precios vigentes para la entrada en Cabárceno. Un parque que se
realizó gracias al esfuerzo inversor cántabro –ninguna Administración
subvencionó el proyecto- debía
manifestar, al menos, una cierta sensibilidad hacia este hecho y no
tratar a los cántabros, a nuestras familias y escolares, como si
fueran visitantes de otras comunidades o países. No tengo nada que
objetar al precio de la entrada vigente para los visitantes que llegan a
Cantabria, pero el actual Gobierno debiera sonrojarse
un poco al mantener los mismos precios para las familias cántabras que
ponen de manifiesto su insensibilidad
sobre lo que supuso de esfuerzo cántabro la inversión para su construcción
y desarrollo. No
podemos ignorar, por otra parte, cómo el parque de Cabárceno ha
desarrollado a lo largo de su entorno geográfico negocios
familiares que tienen trascendencia en los análisis económicos y
sociológicos sobre Cantabria. Es un gran receptor
de turistas –más de diez
millones desde su inauguración- y un motor importante de impulso económico
en sus entradas a Cantabria por Asturias, Burgos, Palencia o el País
Vasco. Solo hay que hacer un recorrido por los distintos accesos a Cabárceno
y nos daremos cuenta de ese crecimiento, en una comarca que
sin ese atractivo estaría mucho menos
desarrollada económicamente. He
escrito en numerosas ocasiones que la comunidad cántabra ganará algún día
un hermoso futuro y un horizonte
de grandeza cuando desaparezcan acciones promovidas por el odio o la
envidia, como las que protagonizaron personas como el actual
vicepresidente, señor Revilla,
a quién se le puede adjudicar toda una antología
de disparates sobre obras como las carreteras del pasado, el Palacio
de Festivales o el parque de Cabárceno. Tanto, como para sentir vergüenza y sonrojo si
aquí tuviésemos el atrevimiento o la indelicadeza de recordárselas.
Otros gobernantes actuales no
opinaron porque nunca se les conoció postura
y opinión propias, incapaces de ver lo importante que es gobernar
los intereses de una Comunidad como la cántabra con pasión y ambiciones, sometidos a su propia perspectiva mezquina y alicorta de
meros contables de un presupuesto que mal gestionan. Durante algunos años
acompañé a personalidades ilustres
que visitaron Cabárceno, observando la admiración
que despertó en todos ellos, no comprendiendo la visceralidad y acritud de
los ataques que para determinados políticos –algunos en activo- despertó
una obra tan ambiciosa como la que comentamos. Obra que, por cierto,
significa, primero, tener ideas
imaginativas para la
comunidad que se gobierna y en la que se vive; segundo,
arriesgar políticamente
y, finalmente, ejecutarla frente
a envidias y zancadillas, proyectos que se sabe a ciencia cierta que
servirán para generaciones futuras, aportando imagen, progreso e, incluso
orgullo de comunidad. Después del gran proyecto de Cabárceno y en
esos siete años de gobierno de “normalidad”, Cantabria presenta un desierto
de ideas y referencias ambiciosas para edificar y proyectar un nuevo renacimiento de nuestra comunidad. Cabárceno, con su éxito, es la
referencia y el ejemplo de lo que los actuales gobernantes no se atreven a
crear o son incapaces de crear
-por manifiesta insuficiencia
a la hora de gobernar- en el
necesario objetivo de buscar horizontes nuevos y ambiciosos
para Cantabria y, nosotros, los cántabros. ALERTA 6-04-2002
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