ALERTA de 24 de julio de 2004
Cantabria viene caminando por una estrechez de miras que limita y condiciona nuestro futuro.
Se cumplen ahora ciento cincuenta años de la desaparición de una publicación que llevó por título El Despertador Montañés, después de seis años de defender los intereses locales y alinearse, en su última etapa, en una apasionada defensa del ferrocarril de Alar a Santander que calificó de auténtica revolución para la vida de Cantabria. Comenzó a editarse en 1848 en la imprenta de Pedro Martínez, de la calle San Francisco, y salía todos los domingos bajo la dirección de un histórico del periodismo montañés, Julián Carrias, cuyo nombre en el desarrollo de nuestra prensa soporta un injusto olvido, quizás porque al tiempo ejercía la actividad política.
Su título, El Despertador Montañés, tiene su importancia y significado. Mucho tenían que estar abandonados los intereses provinciales para provocar su reactivación con el despertar de las conciencias cántabras que esta publicación encontró en la construcción del ferrocarril de Isabel II, en cuyo objetivo se volcó sin reserva alguna. Hay que recordar que unos años antes había surgido la publicación El Vigilante Cántabro (1839), título igualmente curioso pero con mucha intención, ya que esta publicación apareció exclusivamente para emprender una intensa campaña “en defensa de los derechos santanderinos frente a los fueros vascongados, como muy perjudiciales al comercio y al progreso de La Montaña”. Tuvo una segunda época a partir de 1841 con este lema: “Paz a los fueros y guerra a los abusos”. Polemizó mucho con El Bascongado, de Bilbao, y El Liberal Guipuzcoano a cuenta de la petición que las villas de Limpias y Colindres elevaron a la Corona para beneficiarse de los privilegios vascongados.
En su última época iniciada por El Despertador en junio de 1852, se pedía desde sus páginas la mejora de las carreteras de El Escudo y de La Pasiega, la construcción de comunicaciones y nuevos proyectos de futuro para La Montaña. Cuando leemos hoy estos alegatos, parece que han sido escritos anoche mismo por los vocacionales redactores de esta publicación movilizadora de energías cántabras, hasta que el 25 de junio de 1854 se despidió a través de una hoja distribuida a sus suscriptores con esta misiva: “El Despertador Montañés ha determinado quedarse dormido para siempre”, una mala noticia para la sociedad de aquel tiempo que precisaba de este tipo de publicaciones reivindicativas para mantener vivo el espíritu de un pueblo.
Siglo y medio después de estas interesantes publicaciones –El Vigilante y El Despertador– sería de interés que una combinación de sus objetivos se concretara en Cantabria; por un lado, vigilar muy de cerca los tratamientos de favor que la presión política de las comunidades más fuertes busca un control de más dinero del Estado y, por otro, despertar nuestras conciencias como reacción firme y determinante ante un decaimiento general que desde hace tiempo experimenta nuestra comunidad, que nos hace estar expectantes para conocer el detalle de los presupuestos del Estado para el año 2005, primeros de la presente legislatura socialista en cuanto a su traducción en hechos tras el torrente de promesas que el presidente Zapatero ha comprometido con los presidentes autonómicos , así como la distribución inversora que en el conjunto del Estado se atribuya a Cantabria.
Necesitamos saber si se mantendrá el ritmo inversor en la autovía de la Meseta en el año en el que tenía que estar finalizada tal y como nos prometieron y, sin embargo, quedan aún cien kilómetros sin removerse las tierras para comenzar las obras, especialmente en la provincia palentina, así como el discurrir de los planes sobre la modernización ferroviaria; en definitiva, todos los capítulos referidos a la modernización de nuestras infraestructuras, siempre pendiente desde tiempos inmemoriales. La misma expectación que ofrece el proyecto Comillas donde tienen que concretarse, con prontitud, las promesas del Jefe de Gobierno al presidente de la comunidad cántabra en lo que se refiere, por un lado, a los millones de euros a aportar y, por otro, a las decisiones a tomar por el Ministerio de Educación para oficializar el proyecto de Universidad del castellano.
Otra propuesta necesaria se refiere a nuestro despertar en energías, reivindicaciones, concienciación, propuestas y exigencia a nuestros gobernantes, objetivos perseguidos por esa cabecera del periodismo cántabro desaparecida hace siglo y medio que fue El Despertador Montañés. Ya he señalado con cierta insistencia que nuestro pueblo parece dormido, sedado o anestesiado. Lo demuestra la falta de reacciones ante el gran timo del Santander-Mediterráneo que finiquitado hace años, la injuria sobre este gran proyecto ilusionador de la Cantabria del siglo XX se produce en el momento que se propone el enlace ferroviario Valencia-Bilbao. Este anuncio de Fomento que aquí no ha producido efectos sísmicos, sin duda que en otra comunidad habría significado el inicio de una fuerte contestación. El presidente regional debe seguir muy de cerca este proyecto ya que está muy comprometido desde hace años con las demandas del Santander-Mediterráneo y las alternativas en las que se comprometió para el túnel de La Engaña.
Cantabria vive momentos inquietantes a la espera del nivel de proyectos de especial transcendencia que se concreten en los próximos meses. Ojalá que la industria se revitalice una vez se cuente con mayor suelo industrial, aunque hoy las inversiones industriales dependen más de los costes laborales en una Europa ampliada. Malos vientos corren igualmente para el sector turístico que prácticamente no se ha estrenado, cuando al verano cántabro le quedan veinte días. La queja del sector es unánime, y no entiendo que el presidente empresarial reclame la intervención del presidente del Gobierno cuando tiene su interlocutor directo en el consejero del ramo.
Nos preocupa la falta de proyectos nuevos y de futuro en algunos departamentos importantes del Ejecutivo, lo mismo que el enrocamiento de una oposición que a través de unos portavoces huérfanos de sus anteriores jefes, dedica sus esfuerzos a descalificar radicalmente la labor de gobierno. Cuando este es el discurrir de la vida pública y el insulto se incrementa, nadie pregunta y menos contesta sobre el destino de cincuenta mil millones de las antiguas pesetas ahora mismo hurtadas del conjunto de nuestras inversiones que estaban adjudicadas para la autovía Zurita-Parbayón. Sin duda que Cantabria se resentirá si no hay ánimo reivindicativo y se sigue caminando por una estrechez de miras que limita y condiciona nuestro futuro.