ALERTA de 24 de octubre de 2004

José Estrañi, periodista combativo e idealista

En 1884 fue condenado a tres años de cárcel por citar a la Virgen de las Caldas como Virgen del Reuma.

José EstrañiJosé Estrañi y Grau además de fundador de El Cantábrico -con los hermanos Manuel y Buenaventura Rodríguez Parets– fue su primer director. Sólo él podía serlo por su trayectoria profesional, liberal y  democrática, sometida a numerosas  pruebas en el ejercicio de una profesión que exigía insospechados sacrificios a los comprometidos con la regeneración de España que vinculaban al triunfo de las ideas democráticas.  Pero ¿quién fue este periodista albaceteño que tan profundamente amó Santander, su orígen, sus peripecias personales y políticas, talante y pensamiento?. Nacido en 1840 de “padres pobres, pero catalanes”, según su propia confesión, su padre pertenecía al ramo las de diligencias, conocido por el de la tralla, empleo que le obligaba, con frecuencia, a cambiar de residencia.

Muy pronto, la familia  Estrañi y Grau se traslada a la Venta Jumilla (Segovia), donde aprendió a leer, para continuar su peregrinaje por Madrid donde afloró una de sus preferencias, como la de recitar las coplas de ciego que se publicaban entonces. Fue en León donde más tiempo permaneció –hasta los veinte años-  y tras seguir estudios de matemáticas en Oviedo, se inició como aprendiz de cajista en una imprenta en la que se tiraba un periodiquín semanal con el título El Anunciador, convertido después en El Porvenir. En aquella imprenta, Estrañi funda el periódico festivo El Mirlo, dedicado a crítica local en  género festivo y con elementos liberales impulsó El Esla (1860).

En esta fase de su vida gozó José Estrañi de mucha popularidad entre sus correligionarios políticos, los republicanos, a cuyo comité perteneció en los tiempos anteriores a la Gloriosa. Con la revolución de Septiembre de 1868, que abrió una etapa agitadísima y apasionante, en la que el fracaso de cada una de las fórmulas ensayadas irá conduciendo a la revolución a una radicalización progresiva, de la monarquía democrática del rey Amadeo –que Estrañi combate desde ambiente antidinásticos-  a una república federalista. Eran unos tiempos en los que fue, incluso, conspirador desde las filas republicanas con el encargo de sondear la fidelidad liberal de algunos militares.

En la capital del Pisuerga,  el joven Estrañi, que también fue actor, fundó la publicación satírica La Murga (1865); más tarde a raíz de unas accidentadas relaciones con la autoridad sacó El Murguista, y dos años más tarde El Hipócrita. Seguirán en 1868 El Trueno Gordo, de gran difusión y éxito por sus ataques a los gobiernos Isabelinos, y tras la revolución puso su sello personal a cabeceras como El Mirlo, que aparece en su primer número con el grito de “!Viva la libertad de Imprenta¡”, que tuvo continuidad en El Cuco.

Fundó La Mar para hacer la crítica de la feria taurina vallisoletana, y para obtener la autorización oficial recurrió al eximio matador de toros Salvador Sánchez Povedano, Frascuelo, con quién le unía una vieja amistad. A los dos días le llegó  carta del ex-torero,  que durante muchos años guardó Estrañi como oro en paño por esta transcripción literal, reflejo de la particular gramática del famoso e influyente matador:

“Llo mismo bí a don Francisco y lla está en esa la horden pa la Mar Azul. Bete a buscarla. Salvador.

De la capital castellana se traslada, en 1869, a Madrid, donde dirigió el periódico El Popular, para fundar más tarde el semanario festivo ElBuzón del Pueblo, que logró muchos lectores. Regresa de nuevo a Valladolid y al quedar cesante como tenedor de libros de la fábrica de gas “corriendo un temporal espantoso entre las cornadas del hambre y las persecuciones del casero, el sastre, el zapatero, el tendero de comestibles y otra porción de ingleses”, según explicó con gracia en su autobiografía.  Ante las dificultades de ese tiempo, Estrañi se puso a trabajar en lo que dominaba a la perfección, como fue el escribir comedias que cobraba a cinco duros cada una.

Ordenada su detención por el ministro Romero Robledo por un artículo, se pactó su destierro a Santander donde ya tenía una oferta de trabajo de Antonio María Coll, director-propietario de La Voz Montañesa, diario al que se incorporó el 1 de enero de 1877, ganándose muy pronto una popularidad gracias a su simpatía personal y a sus Pacotillas. Era Estrañi un buen conversador, irónico, sutil y agresivo, aunque elegante en sus ataques; un espadachín de la lengua con una extraordinaria ironía. Frente a otros escritores y periodistas acostumbrados a arrancar la piel a tiras, en sus Pacotillas que incluían las bromas y las duras verdades, en las que compaginó el respeto con la compasión para los flagelados. Poeta de altos vuelos, más en las horas de dolor que en las horas de alegría, sus escritos humorísticos eran un pellizco o un leve arañazo, jamás fueron una ofensa. Los testigos de su época dejaron escrito que le respetaban todos, lo mismo los de la acera suya, los de izquierda, que los de la acera de enfrente; supo siempre llevar su mano, sin chocar con quienes caminaban en dirección contraria.

Los dieciocho años en los que estuvo vinculado a La Voz representaron una etapa cargada de numerosas vicisitudes, controversias y persecuciones, siendo procesado en varias ocasiones y, condenado a nada menos que a tres años de cárcel por un artículo festivo sobre una peregrinación religiosa a Las Caldas de Besaya. El motivo en un tiempo en el que la Constitución proclamaba la fe católica de la nación española, se debió por citar a la Virgen de Las Caldas como Virgen del Reuma, en alusión a las benefactoras aguas de su balneario. De nada sirvió que el defensor de Estrañi evocara a San Roque, abogado de la Peste; San Blas, de los males de garganta; Santa Polonia, del dolor de muelas…y, en fin, uno de los primeros cenobitas, Antonio Abad, abogado de los brutos…y la Virgen de Lourdes, abogada de todas las enfermedades que reconoce la patología”.

La solidaridad con Estrañi se extendió por toda España, llegando la más contundente del periódico Las Dominicales del Libre Pensamiento quien no tuvo piedad con  “los carcas y carcundas montañeses”. Ante la ejecución de la sentencia,  Estrañi optó por esconderse sin salir de Santander –“fugarme al Infierno”, afirmó- en cuyos antros permaneció doce meses escribiendo sus ingeniosas Cartas infernales, que publicaba La Voz Montañesa cada tres días.  Fue indultado finalmente por el ministro Canalejas, lo que le hizo acudir con urgencia al Hotel de doña María Egipciaca (vulgo cárcel), para que le acogiera el efecto de la medida de gracia. La salida de la cárcel, al tercer día de ingresar y anunciada la hora por La Voz -las tres de la tarde-, fue un acontecimiento extraordinario. Desde la puerta del popular hotel, toda la cuesta del Hospital y plaza de Becedo, hasta el domicilio familiar, frente a la iglesia de San Francisco, muchísima gente acudió a saludar y expresar su afecto al periodista recibido con cohetes,  serenata, baile y fiesta popular por todo lo alto.

Gran amigo de Benito Pérez Galdós, ambos pasaban durante la época estival muchas horas en la finca San Quintín, de La Magdalena, del gran novelista. Unidos por el republicanismo en 1909 el escritor canario –entonces diputado a Cortes- impidió su ingreso en prisión que había ordenado el capitán general con sede en Burgos.

Fue Estrañi un fiel cronista de una época de la vida santanderina. Los testigos de su época, le recordaron siempre como un hombre bueno, cariñoso, compasivo, que siempre luchó en pro de la elevación del nivel cultural del pueblo, de la libertad y del bienestar, así como del triunfo de las ideas democráticas, de la desaparición de las intransigencias, que Estrañi siempre apuntó como germen de discordias y de profundos como estériles odios. No sabía que de esos odios y de la intolerancia, su gran obra periodística El Cantábrico acabó sus días un 27 de junio de 1937.

 

JOSÉ RAMÓN SAIZ FERNÁNDEZ
ALERTA de 24 de octubre de 2004