Hacía tiempo que no acudía a la cena del patrono de la prensa, San Francisco de Sales. Guardo una entrañable foto realizada por José Manuel Jimeno, ya desaparecido, de la última a la que asistí, que nos recogió en animada charla a dos generaciones de la profesión: Florencio de la Lama Bulnes, Pablo Hojas, Arturo de la Lama Ruiz de Escajadillo, Federico Andrés Sarasua, Gabriel Bernal y José Antonio González Casares. Intenté acudir el pasado año al homenaje a Francisco Rado Varela, principal protector de la primavera periodística de Juan González Bedoya al frente de La Hoja del Lunes que tanto contribuyó en la primera mitad de los años setenta a impulsar una idea de Cantabria y un periodismo nuevo, que no impidió que la prensa diaria siguiera en una actitud durmiente.
En esta ocasión se entregaba el premio Estrañi a María Teresa Liaño, la locutora de la incipiente radio cántabra de avanzados los años cincuenta, con una trayectoria profesional vinculada, sobre todo, a Radio Santander –la decana de las emisoras cántabras- donde con Arturo Moreno (nuestro Premio Ondas) hizo aquella radio imaginativa y seria conectada a una audiencia fiel y entregada, aunque muy constreñida por la falta de libertades.
Pasados los años, siendo testigo del despertar de la radio según fue superando la mordaza, María Teresa pasó a dirigir la emisora Antena 3 que ya en libertad supo conectar con todos los valores de la tolerancia y la identidad de Cantabria, elevando el nivel profesional del medio. Aportó a la radio su gran voz de profesional, un sentido común que no debe faltar al periodista y el rigor deontológico necesario para el ejercicio responsable de la profesión. Todo un conjunto de valores que se acaban de recompensar con este merecido homenaje.
Durante un tiempo, a petición suya, colaboré con un comentario semanal en su etapa de dirección en Antena 3. También me sometí de buen gusto a alguna de sus entrevistas, saliendo siempre a flote nuestras vinculaciones comunes con Cartes. Casi siempre, María Teresa Liaño recurría a alguna canción de infancia, como aquella que se entonaba subiendo a la pradera de Cohicillos cada 16 de septiembre: «Si quieres niña bonita/ agárrate a mi mano/ vamos a la romería/ del monte de San Cipriano/ y en lo alto del monte bailamos/ a la sombra de los avellanos/ «.
Por su parte, Radio Santander –también distinguida por sus 75 años de historia- ha pasado por varias vicisitudes. Incautada a la familia Pérez del Molino por el franquismo triunfante en 1937, inicialmente se hizo una devolución a medias al dejarse a los propietarios el control económico y administrativo de la emisora, pero su programación y contenidos quedaron en manos del nuevo régimen. Desde su fundación, Radio Santander ha contado como directores con Ismael Bolufer, Luis Pérez Vicente, Luis Udías Martínez, Pablo Gutiérrez Abella, José Antonio Rodrigo de Carvajal y Francisco Aresti, que han contado con excelentes profesionales que llevaron a esta emisora a un liderazgo bien trabajado.
Radio Santander ha superado toda clase de dificultades y adversidades, como provocaron, por ejemplo, el control partidista de la emisora en los finales de la II República o la intolerancia ejercida por los vencedores. Creció y se amplió con las libertades recuperadas a partir de 1977 y hoy, dentro de la Cadena SER, mantiene el liderazgo. Hace años, en tiempos del recordado Agustín Fernández, Langarita, que ejerció como profesional y caballero la información deportiva, la emisora era seguida por los montañeses en Cádiz y los radiotelegrafistas, casi todos cántabros, que en el estrecho de Gibraltar trabajaban para los barcos de la CAMPSA.En fin, una historia intensa gestionada por excelentes profesionales que han dejado huella.