Libertad de prensa, libertad de ciudadano

Si la alianza del BBVA y Telefónica se traslada a los medios de comunicación en los que están presentes, la verdad y la pluralidad estarán realmente amenazadas.

El acuerdo del BBVA y Telefónica, con lo que significa de concentración en el control de medios de comunicación en una sociedad democrática, es lógico que inquiete, preocupe y se rechace desde cuantos sectores defiendan, de verdad y con autenticidad, la libertad de prensa, el pluralismo y el desarrollo de todo lo que entendemos como una Prensa libre.  El derecho de los pueblos a una prensa libre no se consigue únicamente porque figure como un derecho fundamental – ningún régimen autoritario declara que prohíbe la libertad de prensa –  sino porque ese derecho vital para las sociedades democráticas debe estar en cuantas más manos mejor, impidiendo los monopolios o que esa libertad, gran tesoro para ejercer otros derechos, no esté sometida al capricho o “vigilancia” de tres o cuatro empresas poderosas. En la España del presente siglo XX más de la mitad la prensa ha estado sometida a censura previa o a censura encubierta; pues bien, en una sociedad formalmente democrática esa censura podría existir si los medios de comunicación responden en cuanto a propiedad mercantil a tres o cuatro sociedades anónimas, que al mismo tiempo representan grandes intereses.

Siempre he participado de la idea de que la función de los medios de comunicación es satisfacer el legítimo deseo de información y que su deber es buscar la verdad. Pero ¿qué es la verdad? ¿Existe un concepto tal como la verdad absoluta? Hacer esta pregunta es pedir una respuesta obvia: la pluralidad debe de existir y la verdad surgirá, eventualmente. Pero para que la pluralidad exista es necesario que los grandes medios de comunicación no estén concentrados en unas pocas manos sino que las leyes que están para defender la letra y el espíritu de la democracia deben impedir esa concentración que si llega a ser abusiva, la presión contra la democracia y la libertad será poco a poco agobiante hasta que la democracia se convierta en lo que unos pocos -poderosos siempre- quieran o autoricen aunque permitiendo unas pequeñas gotas de discrepancia. Pero eso no es la auténtica democracia.

Desde el reconocimiento al concepto de una economía de mercado libre -y el acuerdo BBVA y Telefónica podría responder a este principio- lo cierto es que hay que conciliar ese concepto  con el derecho, también supremo de los ciudadanos, de garantizar la pluralidad y esa pluralidad solo puede estar a salvo si los medios de comunicación no están concentrados en tan solo dos o tres empresas, aunque se disimule esa presencia con sociedades que finalmente tienen su origen en la empresa matriz. En el mundo de los medios de comunicación no se debe acabar con el competidor, puesto que su mera existencia asegura la pluralidad que estamos reclamando y que alianzas empresariales ponen en cuestión o estrangulan.

No existe una democracia sin una prensa libre e  independiente; no funciona la democracia correctamente cuando los ciudadanos no pueden participar activamente en el proceso de tomar decisiones y para que puedan participar en esa función importante deben ser informados a trasvés de vías imparciales de comunicación y esas vías solo estarán garantizadas si existe suficiente pluralismo de empresas informativas o de comunicación.

 

JOSÉ RAMÓN SAIZ FERNÁNDEZ