La Sociedad Coral responde a ese lema de “Todo por Torrelavega y para Torrelavega, por cuya gloria luchamos”

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El jueves, 15 de octubre de 2015, se celebró un brillante acto en el Teatro Concha Espina, con el fin de conmemorar el 90 aniversario de la Sociedad Coral.  Bajo la presidencia de Miguel Ángel Revilla y del alcalde de la ciudad, José Manuel Cruz Viadero, además de otras autoridades locales y regionales, se desarrolló este acto al que asistieron setecientas personas. En este acontecimiento en el que se presentaba un libro, un CD y dos DVD, estuvieron presentes el presidente de la Coral, doctor Jaime Revuelta, el director del Coro, Manuel Egusquiza, y todos los coralistas que con gran brillantez intervinieron al final del acto interpretando varias canciones de su amplio repertorio.

José Ramón Saiz, doctor en Periodismo y Académico de la Historia, autor del libro del 90 aniversario de la Coral, intervino a lo largo de siete minutos para hacer un recorrido por la historia coralista, discurso que fue interrumpido en cinco ocasiones con los aplausos de los varios centenares de asistentes. Esta es la transcripción íntegra de su discurso:

 

Sr. Presidente, alcalde y miembros de la Corporación, Directora General de Cultura, expresidente, concejala de Cultura, presidente y director de la Sociedad Coral, coralistas, señoras y señores.

Unas breves palabras para introducirnos en historia de la Sociedad Coral, afirmando que si el alcalde ha dicho que el recordado Manuel Teira afirmó que la Coral es para los torrelaveguenses lo que  para todos nosotros representa la Plaza Mayor, yo afirmo humildemente que es una institución de instituciones de nuestra ciudad y de Cantabria.

Hace algunos meses, el vicepresidente, Emilio Centeno, y el director, Manuel Egusquiza, me llamaron para apoyar esta conmemoración y como socio me pidieron que elaborara un pequeño libro que ofreciera una visión general de la Sociedad Coral. Como buenos amigos, pero sobre todo como representantes de la Coral, acepté la carga de este encargo como parte que soy de esta gran familia.

Pero también digo y afirmo ante todos ustedes que asumí la tarea en agradecimiento al trabajo e impagable sacrificio de los coralistas pasados y presentes, que personifico en el decano, Rafael Cangas, un tenor de voz impresionante que durante muchos años nos ha hecho sentir en momentos de solidaridad por nuestros muertos entre las piedras centenarias de nuestra Iglesia de la Asunción que le vio crecer y madurar.  Homenaje que brindo también a una de las coralistas de la hora fundacional, Mariuca Martínez, fallecida hace unos días cuando había cumplido 97 años, que siendo niña, desde los 7 años, participó en el coro infantil dirigido por Lucio Lázaro. Y este trabajo se lo dedico también a coralistas que compartieron la pluma de escribir: Cándido Román y Pablo del Río, ya fallecidos; Pepe Izaguirre, Antonio Barrio y Fidel Ramón Casanova, autor del libro del 70 aniversario, que siguen entre nosotros.

 Lo más difícil de un libro es concretar su estructura, que es el tronco que nos permite recrearnos, en este caso, en una historia. Como conocedor de su trayectoria, no me resultó difícil. Los primeros cincuenta años, con los orígenes del canto en Torrelavega, representan la etapa de Lucio Lázaro, a quien conocí como alumno del Instituto Marqués de Santillana donde acudía a reclutar jóvenes voces para su Coral. Mis compañeros y yo nos pusimos de acuerdo en hacer una entonación ruidosa más que musical y conseguimos que don Lucio nos descartara automáticamente. La música no era lo nuestro, cargados de asignaturas y deberes. Su figura enhiesta, su corte si se quiere autoritario, su grandeza como apasionado de la música y de la Coral, representa un legado inmenso para todos.

Después se sucedieron, tras su muerte en diciembre de  1975, nada menos que seis directores en dieciséis años, una etapa que lidiaron como pudieron los presidentes Pepe Pelayo, Ricardo Montero, Aurelio García Cantalapiedra, Manuel Teira y José Alonso Conde.

 En plena presidencia de Manuel Teira, la Coral volvió a la estabilidad y al brillo y esplendor con la incorporación de Manuel Egusquiza a la dirección, un alumno aventajado de la Sociedad Coral, un amante de Torrelavega y de sus instituciones más emblemáticas como la Gimnástica o la Peña Bolística. Y al citar la figura de Egusquiza, asumo lo afirmado por el Sr. Presidente en cuanto a su proyección como “alma” de esta Sociedad Coral. El 1 de enero de 2017 cumplirá 25 años al frente del coro y  existe una Ley de Cantabria de Honores y Reconocimiento para premiar como se merece su labor.

 En esta larga y fecunda etapa de esplendor, amigos tan especiales y significativos como Ricardo Montero y Nilo Merino, ya fallecidos y conste para ellos nuestro más sentido recuerdo, presidieron la Sociedad Coral, que ahora cuenta con otro torrelaveguense de prestigio como el doctor Jaime Revuelta.

 Acabo, con otra tesis que se desvela en el libro. Se fundó la Coral en el esplendor de la Dictadura de Primo de Rivera, vivió con agitación el final de la II República, una etapa en la que uno de sus presidentes, Ricardo Lorenzo, asumió la alcaldía; sufrió el control de las estructuras autoritarias y brilló con luz propia en los años cuarenta y cincuenta, cuando  ganaba todos los concursos y era recibida apoteósicamente en la ciudad, tiempo en el que los torrelaveguenses atravesaban momentos de penuria, racionamiento y dificultades sin par.

 La Coral  entró en crisis con el declive de don Lucio, un tiempo, sin embargo, de desarrrollismo, de trabajo y de explosión de la ciudad en todos los sentidos. Esperemos que la sintonía de la brillantez actual de la Coral se traslade a la ciudad en su conjunto. En 2014 a los pocos días del Concierto de Navidad, escribí un artículo en el que me referí a lo positivo de las elevadas energías que nos ofrecía la Coral en una ciudad en “trance agónico”. Ahí seguimos, entre éxitos, los vuestros, y fracasos colectivos, siendo necesario una actitud decidida frente a esta crisis lacerante, que tanto nos duele, energías que podemos y debemos aportar desde los éxitos de la Coral y el decidido apoyo a las instituciones. 

 En este sentido, fue tal la unidad de Torrelavega con la Coral, que hago mío en este final lo que sus seguidores dejaron escrito en una octavilla cuando acudían a una competición en la que, secretamente, los orfeones de Castro Urdiales y de Pamplona unieron sus voces contra la Coral. Después de llamar a la unidad y a aceptar el triunfo o la derrota con deportividad, plasmaron este deseo con el que acabo: TODO POR TORRELAVEGA Y PARA TORRELAVEGA, POR CUYA GLORIA LUCHAMOS.

 Presidente, director, coralistas, seguir en ese gran objetivo, empeño común de esta ciudad y sus gentes”.