Excmo. Sr. Presidente de Cantabria,
Querido don Florencio de la Lama,
Autoridades, Señoras y Señores:
Citar el nombre de don Florencio de la Lama Bulnes es evocar a Liébana, su historia y tradiciones, el amor entregado a la tierra desde un trabajo profesional, noble y brillante, no exento de riesgo, como es el periodismo.
Cuenta la comarca lebaniega con una rica historia de publicaciones (La Voz de Liébana, Waterloo, Picos de Europa, Liebana Mensual, Luz de Liebana), que durante casi un siglo ha puesto de manifiesto las inquietudes de una tierra profundamente aislada con el exterior pero al mismo tiempo con una fuerte inclinación migratoria, especialmente la que respondió desde el siglo XX, y a lo largo de la primera mitad del XX, al objetivo de hacer las Américas.
Don Florencio de la Lama Bulnes, nacido en Llanes porque en esta villa del oriente asturiano su padre ejercía la medicina, tiene mucho que ver en la existencia de esa prensa lebaniega a la que se incorporó muy joven –a los dieciséis años- para descubrir su vocación periodística y proyectarse en la prensa regional en la que desde 1930 pasó por todos los puestos, desde redactor de a pie hasta redactor-jefe, subdirector y director del decano de la prensa cántabra y de Hoja del Lunes, órgano que fue de la Asociación de la Prensa hasta su desaparición en 1984, después de medio siglo de existencia desde que fuera autorizado por el Gobierno Lerroux con el fin de garantizar el descanso dominical de los periodistas.
Pero si intensa y dilatada fue la actividad periodística de don Florencio de la Lama –más de medio siglo desde su primera colaboración en La Voz de Liébana hasta su jubilación definitiva como director de Hoja del Lunes (1975), no menor lo fue su influencia en la preparación, consejos y proximidad a las inquietudes de quienes en distintas etapas de su vida profesional le expresamos una común vocación.
Así, don Florencio, como todos le llamamos desde el respeto, influyó en nuestras vidas siempre con el consejo sincero y acertado, inculcándonos los valores del periodismo que no son otros, desde mi punto de vista, que los de la verdad y la objetividad que Juan XXIII apuntó en la encíclica Pacem in Terris:
La verdad hace verdaderos a los hombres, les confiere dignidad y transparencia y quien la prostituye ensucia a los hombres y los conduce a la desesperanza”.
Las palabras del Papa Roncalli que con inteligencia y coraje convocó el Concilio Vaticano II para lograr el aggiornamento de la Iglesia, se completan con su idea sobre “la grave y difícil profesión del periodismo”, añadiendo: “El periodista necesita la delicadeza del médico, la facultad del literato, la perspicacia del jurista, el sentido de la responsabilidad del educador”.
Don Florencio, en su intenso e infatigable recorrido vital por la profesión, nos contagió un entusiasmo veterano y experimentado; fue todo un guía, el mejor consejero y amigo que nos enseñó, sobre todo, a compaginar el atrevimiento y el coraje con la prudencia, que es también otro valor esencial y fundamental del periodismo ahora que, a veces, la intromisión en la intimidad o el ataque al honor, llevada a cabo desde cierta prensa, distorsiona la nobleza de una profesión que tiene como misión un “análisis de situaciones” con fiabilidad y concreción, excluyendo cualquier deformación voluntaria de los hechos y cumpliendo con el deber de proporcionar informaciones completas y comprobadas en todos su detalles para que pasen ese filtro de dos de sus grandes exigencias: la veracidad y la objetividad.
Pues bien, todo lo dicho y que conforma una demanda inexcusable para los buenos periodistas, fue ejercido por el magisterio del periodismo y los valores a los que sirvió con rigor y toda dignidad don Florencio de la Lama Bulnes.
Recuerdo con bastante frescura los últimos años de don Florencio en la dirección de Hoja del Lunes que sacaba adelante con escasas colaboraciones, algunas protagonizadas por personas que ya nos dejaron como Antonio Morillas, José Pérez Palacios (Pepe), Ezequiel Cuevas (don Sisenando), Valentín Suárez Aedo (Tinín); Ángel Gómez desde Reinosa; Ganza y Nacho Viaje desde Potes y otros que aun siguen en la prensa local como Martín Corredera (Marcorre); Gabriel Cayón, Antolín Roldán, Marcelino Ortiz Tercilla, Jesús Martínez Teja, además de mis colaboraciones desde Madrid con entrevistas y comentarios que encauzaron unas inquietudes para las que nunca faltaron los oportunos consejos del maestro, y aunque algunos chocaban o no encajaban en nuestro espíritu rebelde por juvenil, el tiempo y la experiencia los fueron justificando.
El periodismo de don Florencio siempre se definió por el equilibrio, el sentido común, la apertura e integración de firmas excluidas de otros medios y al servicio de los intereses de La Montaña –lo montañés fue su término preferido.- que entonces y ahora son los del campo, a cuya información sirvió con seudónimos tan populares como los de Rui de Siva, Cesar Palombera o Manrique de la Vega, demostrando un ejemplo de tenacidad y vocación profesionales al llevar a cabo durante tiempos nada fáciles para el periodismo, ardorosas campañas en defensa del campo y la ganadería de Cantabria, cuyos problemas y reivindicaciones conocía plenamente. El afecto y el agradecimiento de las gentes del campo hacia don Florencio se justifican con la presencia en este acto de representantes del mundo ganadero de su época.
Don Florencio de la Lama, el maestro, es probablemente el periodista que ocupando puestos de dirección en la prensa cántabra, más se preocupó de formar a su lado un grupo de futuros periodistas con los que, además, ha sabido mantener el contacto y el consejo prudente, quizás orgulloso de su magisterio, al que él no da importancia pero del que muchos damos fe y palabras de eterno agradecimiento, una parte de su brillante biografía que justicia este Título de Hijo Adoptivo de Cantabria. En definitiva, las enseñanzas de un buen maestro que ya ha cumplido ochenta y nueve años, constructor de una biografía que es una parte intensa de la historia de nuestro periodismo.
De ahí este sincero homenaje y la decisión del Gobierno de Cantabria de premiar esta biografía de sacrificios y fidelidades a Liébana y a Cantabria con este Título de Hijo Adoptivo.