Cantabria en los libros de texto. y 2/
Rechazada por la Real Academia una "Historia de España homogénea", a los cántabros nos corresponde pedir cuentas sobre la pobreza y tibieza con que se tratan los temas de interés general de Cantabria en los libros que estudian nuestros escolares.
En la anterior legislatura del Parlamento cántabro formulé varias iniciativas sobre el grave déficit en el tratamiento que los libros de texto conceden a la Comunidad Autónoma y, en especial, al ámbito histórico-institucional. Llevar este problema a debate al Parlamento ya indicaba la sensibilidad por la cuestión y la necesidad en la que he venido insistiendo de reforzar la presencia de Cantabria en los libros de texto con el fin de que nuestros escolares aprendan más y mejor historia, aunando la autonómica con la española. De aquellas iniciativas surgió el mandato a la Consejería de Educación del Gobierno de Cantabria para la elaboración de un informe de evaluación de los libros de textos y materiales curriculares y tratamiento que en ellos se realiza de la Comunidad cántabra, estudio que corrió a cargo de Teresa Susinos Rada y José Manuel Osoro Sierra y el becario de investigación Oscar Lucas Villanueva. Se analizaron en este informe los ámbitos geográfico-natural, socio-económico, histórico-político y de tradiciones, cultura y folklore.
Del contenido de este trabajo remitido al Parlamento de Cantabria, recuerdo que llamaba la atención las distintas sensibilidades - todas, sin embargo, por debajo de lo exigible - con que las editoriales tratan los temas de nuestra Comunidad Autónoma y que, con distancia, editorial Santillana es la que dedica más atención y precisión. Muy breves referencias en estos libros de texto a las guerras cántabras y a símbolos de esa historia antigua de Cantabria como Amaya, montes Bernorio y Cildá, los castros; en la Edad Media y la Reconquista, ningún papel se concede a Liébana como foco cultural-religioso y militar y, para nada se reconoce el origen de la monarquía en las tierras cántabras con el Duque Pedro de Cantabria y su hijo el rey Alfonso I el Católico. Pero si acudimos a la edad contemporánea, nos encontraremos que no existen citas para Menéndez y Pelayo, el literato José María de Pereda o, el investigador Torres Quevedo. Probablemente el capítulo de tradiciones, cultural y folklore es el más completo a través de editorial Santillana, que destaca las fiestas más significativas de la Comunidad; los deportes autóctonos, la artesanía y los bailes más tradicionales. Como detalle, alguna editorial no cita los bolos como deporte vernáculo y aunque no lo he comprobado es probable que no se cite a Beato de Liébana y el Año Jubilar que con Roma, Jerusalén y Santiago, se celebra exclusivamente en nuestra comunidad.
Si obtenemos conclusiones cántabras del informe de la Real Academia de la Historia que tanta polémica ha abierto, podemos afirmar que mientras algunas Comunidades Autónomas debieran centrar sus excesos en el relato de su historia, insertándola en la historia común de España, Cantabria tiene que hacer lo contrario, avanzar y centrar su presencia en los contenidos regionales de los libros de texto dirigidos a nuestros escolares, desde un principio que marca nuestra filosofía en este campo: proyectar y reforzar la imagen de una Cantabria que es raíz de España y que con hechos significativos hemos aportado mucho a la construcción de la nación española. Desde un planteamiento autonómico y de identidad con nuestro Estatuto, no es razonable que no actuemos con responsabilidad, rigor y sentido regional y nacional en afianzar la historia de Cantabria dentro del conjunto de la historia española. Por ejemplo, las autoridades educativas debieran explicarnos por qué se oculta en los libros de texto que en la "indómita Cantabria" surgió la Monarquía española, hecho éste reconocido en informes emitidos por la propia Real Academia de la Historia. No queremos ciencia ficción, aspiramos a que la historia real se defienda y se difunda. Y lo mismo afirmamos para otros hitos significativos que siendo nuestros, corresponden también a la historia grande de España.
Somos nosotros, y nada más que nosotros, quienes debemos luchar por defender lo nuestro. Nadie de fuera va a venir a reivindicar o lograr para nuestro pueblo aquello que nosotros no seamos capaces de alcanzar dignamente. A nuestras instituciones corresponde velar por una difusión correcta de nuestra historia e identidad de pueblo. Sin embargo, no parece que exista la sensibilidad necesaria para seguir el ejemplo de lo que se hace en otras Comunidades Autónomas - y pongo por ejemplo, en este caso, a la Galicia que preside don Manuel Fraga -, que no es otra cosa que defender a ultranza lo nuestro y llevar nuestra historia española y cántabra a las nuevas generaciones.
Dificilmente puedan cubrirse las deficiencias que observamos en los libros de texto que se refieren a Cantabria si antes no se asume la personalidad histórica del pueblo cántabro que nos dice - como afirma en su obra "Cantabria, Raiz de España", Manuel Pereda de la Reguera - que en la historia de la humanidad no es frecuente que una mínima región geográfica, como lo era Cantabria, acuse tan recia personalidad que haga que su nombre sea conocido y respetado, con evidente admiración, por todo el mundo y, menos en una época en que este mundo, reducido a poco más que la vieja Europa, obligaba a hechos o circustancias extraordinarias para que el conocimiento de ellas se propagara. Con acusada personalidad, el nombre de Cantabria y sus hechos que aparecieron en los textos de los geógrafos y escritores de la antigüedad, merece bastante más atención en los libros de textos actuales que, sin duda, interesan a los jóvenes escolares cántabros.
Concluyendo, estamos afirmando que la historia de España es innegable, pero como también afirma la propia Real Academia no se hace necesaria una Historia de España homogénea. Abogo por los estudios propios de las Comunidades Autónomas compatibles con la historia común española en los libros de texto a través de contenidos equilibrados y armónicos. Por otra parte, no existe varapalo o cuestionamiento alguno en el informe de la Real Academia de la Historia hacia los libros de texto que tratan temas cántabros. Es, sin embargo, a los propios cántabros a quienes nos corresponde exigir cuentas sobre la pobreza y tibieza con que se tratan los temas de interés general de Cantabria en los libros que estudian nuestros escolares. Actuar siempre por defecto impedirá construir la Cantabria que tiene autonomía desde hace casi dos décadas.
(ALERTA 2.7.2000)