Un radicalismo positivo por Cantabria/ 1

Está comprobado que la solución a los problemas de la comunidad sólo puede plantearse por vías que demuestren el inconformismo y una mayor capacidad reivindicativa de los cántabros.

El radicalismo responsable y la necesidad de no dar ninguna batalla por perdida, una respuesta a quienes nos quieren imponer el pensamiento único.

Hay que tomar nota de la iniciativa que mil suancinos han ejercido en unos pocos días para expresar su rechazo al pensamiento único que se les quiere imponer, articulado en esta ocasión a través de dos mentiras torpemente lanzadas desde las áreas de poder: que quienes defendemos una ría de San Martín limpia, atractiva, sana, ecológicamente asumible en este siglo XXI, sin riesgos para la salud de los ciudadanos, quieren enterrar a Sniace - _vaya disparate! - y que el alcalde de Suances por defender este interés general y el buen nombre del municipio que preside, es un irresponsable.

Es alentador que los vecinos de un municipio se movilicen, aunque sea a través de la simple cesión de sus firmas para suscribir un documento lleno de sentido común y de reivindicación positiva, ya que no entienden - y los responsables no lo explican - el por qué Suances lleva medio siglo sufriendo una contaminación alta y, además, llamativa, que proyectada intencionadamente por cualquier medio de comunicación nacional, podría distorsionar de un plumazo la dimensión veraniega de la villa y de sus hermosas playas. ¿No es esto ya un riesgo grave, cuantificadoeconómicamente en cientos de millones, para que se expresen voces cargadas de sensatez y de querer lo mejor para su pueblo?. Pero al chocar estas tesis con el pensamiento único del PP-PRC - dos partidos distintos, una misma y única filosofía -, seguiremos asistiendo a las descalificaciones negativas, mientras que los responsables del problema no ponen encima de la mesa una propuesta seria y creíble de asumir un compromiso en torno a una fecha que ponga fin a la plaga contaminadora, que ha deteriorado hasta limites no tolerables el medio ambiente de una de las rías más bellas y, sin duda, la más histórica de las de Cantabria (Portus Blendium) con sus antecedentes de importante actividad en los tiempos en los que el imperio de los Césares intentaba dominar el país de los Cántabros.

La lógica nos indica que el poder político debe sentirse presionado para que atienda con algún interés los problemas que nos afectan a los ciudadanos. Si no hay presión, que no se esperen soluciones porque los responsables caen en esa inercia de dejar dormir los problemas y de no complicarse la existencia, sobre todo cuando una solución exige tomar decisiones y optar, arriesgar y comprometerse, no está al alcance de la competencia y mínimo exigible de muchos de los que ostentan responsabilidades publicas. Esta reflexión ya justifica la necesidad de poner en marcha un radicalismo cántabro positivo, fructífero, estimulado siempre por el interés general de la comunidad, sobre todo cuando está en juego nuestra supervivencia y la de las generaciones futuras.

Esa estrategia de dormir los problemas, tiene ejemplos a diario. Me centraré en dos, porque me ocuparon y preocuparon en mi etapa de diputado en el Parlamento de Cantabria en la anterior legislatura. Se refieren, en concreto, a los vuelos de Spanair y, a las compensaciones económicas por el agravio que supone la fiscalidad vasca, asuntos que llevé al diario de sesiones de la Cámara y sobre los que, en su momento, no se hizo nada, ejemplo de esa pasividad que debilita y maltrata los intereses Cántabros.

En cuanto a Spanair, recuerdo que en 1997 presenté una iniciativa parlamentaria que demandaba para Parayas las ventajas positivas negociadas para los usuarios del aeropuerto de Oviedo, tras acordarse que esta compañía operara en el Principado de Asturias, rompiendo el monopolio de Iberia y rebajando sustancialmente los precios de los pasajes. Se han cumplido cuatro años de aquella iniciativa que defendí y, sobre cuyo contenido y propuesta nada se hizo; se prefirió, por el contrario, que el usuario cántabro pagara en estos años precios desorbitados e injustos, hasta que desvelados estos entresijos y la conocida actitud de Iberia de restringir sus vuelos con Parayas y reforzarlos en otros destinos que ofrecen más beneficios, se pasa a la acción forzada por la presión de esta coyuntura. La pregunta es obvia: ¿por qué no actuaron los responsables cuando se planteó la iniciativa comentada, gestionando algo que no había que descubrir, sino copiar de otros aeropuertos, como el vecino de Oviedo?. Indolencia, pasividad, escasa sensibilidad, al fin y al cabo, al no afectar al bolsillo de los responsables el problema oficialmente no existía.

Sobre las compensaciones por los perjuicios generados por la fiscalidad vasca, la situación se repite. Fueron muchas las iniciativas que presenté en el Parlamento que, por cierto, una de las resoluciones exigía evaluar los perjuicios económicos y plantear a Madrid las compensaciones necesarias. Los partidos del Gobierno, unidos en la defensa del pensamiento único, se abstuvieron. Permítanme que reitere - ¡que vergüenza! - la actitud entonces del PRC, absteniéndose en iniciativas que reclamaban solidaridad para Cantabria e, incluso, oponerse cuando en otra iniciativa solicitaba no solo las compensaciones, sino algo más trascendente e importante: la misma fiscalidad que la implantada en el País Vasco o, sea, los mismos derechos. Cuando actualmente se habla que La Rioja recibirá tres mil millones de pesetas por compensaciones, ya que había presentado un estudio detallado con los perjuicios generados en su economía productiva; aquí, en Cantabria, los deberes están sin realizar y como no se hizo el informe exigido por el Parlamento, habrá que esperar para intentar que se nos abone una modesta compensación. Sin embargo, insisto, mejor que compensaciones, habría que asumir derechos iguales para competir en pie de igualdad en el conjunto del Estado, ya que la fiscalidad vasca es incentivadora de su actividad productiva y positiva para la competitividad de sus empresas.

Por estas y otras razones poderosas, alentamos a los vecinos de Suances a que compatibilizando el derecho a un empleo estable que tienen los trabajadores de Sniace, reivindiquen con fuerza que su ría - que es la ría de casi cien mil ciudadanos de toda la cuenca del Besaya - sea saneada y los veranos de Suances recuperen el esplendor de tiempos pasados, sin la amenaza - insoportable ya - de la contaminación. Su exigencia es incuestionable: si la bahía de Santander ha sido saneada (y, sin embargo, sus playas gozaban de buena salud); ¿por qué no se actúa ya, con medios y urgencia, en la ría de San Martín?. ¿O no somos los Cántabros iguales ante la ley y el derecho a un medio ambiente como patrimonio ciudadano en el iniciado siglo XXI?. Los silencios y las incapacidades, justifican esa llamada a un radicalismo cántabro positivo.

(Publicado en ALERTA el 2/6/2001)