Abastecimientos de aguas: improvisación pública.

 

- Echar la culpa a la "pertinaz sequía" como se hacía en las notas oficiales de hace cien años, no es más que buscar una disculpa y tirar balones fuera, obviando las responsabilidades políticas por causa de la ineficacia en la gestión de los intereses cántabros. No es tolerable que miles de familias estén soportando una situación anómala, cuando hay dineros públicos suficientes para buscar las soluciones que se precisen.

- De nuevo evocamos el río Ebro, seña de identidad cántabra y ejemplo de cómo repartimos con creces la solidaridad dando agua a varias comunidades, incluida la rica Cataluña, a cambio de nada e, incluso, de nuestra sed actual. El pantano que anegó las tierras más ricas de Campóo, no nos ha traído ninguna compensación, aún cuando ha representado la salvación de parte de Castilla, Álava, La Rioja, Aragón y la comunidad catalana.

En mi recorrido como investigador por los periódicos cántabros de hace casi un siglo, he encontrado referencias a las dificultades en suministrar agua a ciertas poblaciones españolas en aquellos tiempos de grandes penurias y escasos presupuestos públicos que, según se informaba, eran provocadas por "la pertinaz sequía". Miren por donde al leer una nota de hace unos días emitida por la Consejería de Obras Públicas del Gobierno de Cantabria anunciando nuevos cortes en el suministro de agua para Castro Urdiales, en la primera línea de la nota se justicia tal decisión a "la pertinaz sequía" reinante. Conscientes o, inconscientemente, los redactores de la nota han buscado la justificación fácil, la de tirar balones fuera, echar la culpa al contexto climatológico y, evitar responsabilidades políticas, en definitiva.

Consciente de la irritación y desajustes en la vida familiar que provocan unos cortes de agua entre las 22 horas y las 9 -al menos podría adelantarse una hora para las necesidades más inmediatas de la familia en el comienzo de la jornada laboral y escolar-, nos preguntamos cómo es posible que en pleno siglo XXI con los miles y miles de millones que para inversión se recogen en los presupuestos de Cantabria no se hayan acometido los planes que garanticen el abastecimiento de aguas, incluso, en situaciones de emergencia. Para culminar tal objetivo, sobrarían algunos de los varios miles de millones de pesetas que el Gobierno cántabro no es capaz de invertir en el año de vigencia presupuestaria; concluyendo, no es por falta de dineros, sino de voluntad y capacidad de anticiparse a los problemas.

A la vista de tan sorprendente coincidencia, nada parece haber cambiado entre una época y otra, aunque hayan transcurrido muchas décadas y, sin embargo, las instituciones públicas cuentan con más medios técnicos y humanos, recursos económicos, etcétera. La presente coyuntura nos indica que poco o nada hemos avanzado si observamos que el Gobierno cántabro -en otro ejemplo de improvisación y falta de gestión- somete a miles de ciudadanos a unas restricciones de agua difícilmente justificadas en una de las comunidades más lluviosas de España.

No solo es Castro Urdiales sino también otras poblaciones de municipios importantes como Camargo y El Astillero las que están sometidas a cortes de suministro de agua, lo que altera profundamente la vida de las familias y de las empresas, no descartándose que la situación se agrave y afecte a más población. Se trata de una situación insólita que produce perplejidad a los cántabros e irritación a quienes sufren las consecuencias de una incapacidad en la gestión que no hace más que darnos la razón y reafirmar argumentos que hemos expuesto en numerosas ocasiones y, que reiteré el pasado sábado, en mi reflexión sobre la falta de gestión y liderazgo en Cantabria.

Tengo frescas en mi memoria las interpelaciones que en la legislatura pasada se impulsaron en el Parlamento sobre los planes de agua a desarrollar por la Consejería de Obras Públicas. Todas fueron contestadas desde la autocomplacencia por el titular de este departamento, señor Revilla Roiz, manifestando que no había que temer nada, que todo estaba solucionado. 

Igualmente recuerdo el ofrecimiento más reciente del Grupo Socialista de conceder un aval sin condiciones al Gobierno para que a través de los mecanismos presupuestarios ordinarios o extraordinarios que considerara oportunos, dar solución inmediata a este caos en un servicio público que se comprueba que no está garantizado.

Muchos son los ciudadanos que se preguntan por las responsabilidades de una improvisación que provoca cortes en el suministro de agua que hace años eran habituales en Andalucía o en Extremadura, pero que llevamos meses -desde la pasada primavera- que afectan en Cantabria a miles de familias. Nuestros dirigentes, sin embargo, lo asumen como si se tratara de algo corriente en su propuesta de normalidad sobre lo que no se les puede pedir cuentas. La "pertinaz sequía" es el recurso al que se acudía en un pasado de muchas miserias y escasísimos recursos públicos, que no es el caso actual y, sin embargo, nuestras autoridades apelan a la misma cita sin despejar las dudas e interrogantes de unas actuaciones que, visto lo visto, se sustentan sobre la improvisación y la falta de imaginación, aún reconociendo el contexto climatológico.

Una vez más estas reflexiones nos llevan al río Ebro, seña de nuestra identidad cántabra y ejemplo de cómo repartimos con creces la solidaridad dando agua a numerosas comunidades, incluida la rica Cataluña, a cambio de nada e, incluso, a costa de nuestra sed actual. La Adeuda histórica@ de España con Campóo y Cantabria a cuenta del pantano del Ebro, sigue siendo una asignatura pendiente para sonrojo de nuestros gobernantes que han mostrado su incapacidad de poner sobre la mesa, en aras de las justas compensaciones, los sacrificios y la pérdida del hábitat para cientos de familias que representó la construcción del gran pantano, que desde hace varias decenas de años viene representando la salvación de parte de Castilla, Álava, La Rioja, Aragón y Cataluña.

No vamos a minimizar los efectos de la falta de lluvia en las últimas semanas. En otros tiempos también se han dado situaciones como la que vivimos y, por tanto, las instituciones competentes tienen que disponer de los mecanismos necesarios para actuar con la normalidad posible en situaciones de emergencia. Acudir a la manida justificación de hace cien años de "pertinaz sequía" para justificar los cortes de agua, representa una nueva muestra de los fracasos de un Gobierno que dice que hace y, a las primeras de cambio, salen a flote las insuficiencias e ineficacias.

Concluyendo, un problema -el del agua- que marca en parte los fracasos del regionalismo sumiso y acomodado que nos gobierna, tanto a nivel de Cantabria como el del grave fraude detectado en Torrelavega donde el alcalde regionalista se afana en tapar un escándalo de su gestión. En todo caso, será mejor relajarse pensando en aquella ingeniosa frase del concejal torrelaveguense, Jesús María Sainz, que puso la guinda ingeniosa a veinte años de cortes en el suministro de agua indicando que, por fin, los torrelaveguenses podían hacer el amor. Menos relajamiento sentiríamos los cántabros si en la política sectaria y absurda que el Gobierno viene ejecutando hacia Castro-Urdiales, desde la Diputación de Vizcaya o de aguas del Gran Bilbao terminaran garantizando a los castreños el suministro las veinticuatro horas del día. Quién sabe, ante la inoperancia que nos rodea que está alentado a los últimos dinosaurios castellanistas.

ALERTA 3/11/2001