Descalificaciones ¡en nuestra propia casa! a la historia de Cantabria.

 

-En un reciente libro financiado por la Consejería de Cultura su editor literario afirma haber constatado que "existe una enorme confusión sobre el pasado de la región", añadiendo que "no existían obras como ésta, desde el rigor.."¡Vaya desfachatez!.

- En este libro colectivo que se pretende sirva como manual de Historia para el estudio en los niveles educativos, colabora el profesor que hace cinco años escribió que la historia de Cantabria se ha construido sobre dos mitos: la supuesta valentía de los cántabros y la supuesta hidalguía de los montañeses. ¡Vaya afrenta!.

Mi colega en la defensa de las causas cántabras Luis Carlos López Portilla, doctor en Filología Hispánica y profesor del Instituto en el que me formé que lleva el nombre del "Marqués de Santillana", me ha remitido un recorte de prensa de otro periódico en el que se informa sobre la salida de un libro con el titulo "Cantabria: de la Prehistoria al tiempo presente" que ha editado la Consejería de Cultura con la participación de profesores de la Universidad de Cantabria. Las perlas sobre el resumen y significado de este libro se concretan en algunas de las declaraciones de quién se presenta como "editor literario", que afirma, sin duda desde la humildad, que "no existían" en Cantabria obras realizadas "desde el rigor.."; para afirmar mas adelante que Cantabria como entidad territorial diferenciada es un hecho bastante reciente, culminando su ofensiva ofensa con dinero publico pactado por el PP-PRC que existe una enorme confusión sobre el pasado cántabro, al mezclarse - afirma- conocimientos rigurosos, con la memoria histórica o, con discursos políticos o culturalmente interesados que se han propagado al hilo de la creación del estado de las autonomías. No se si estas tesis incluidas en el libro se abren con un prólogo del consejero de Cultura, sorprendente mecenas económico de semejante afrenta. No es la primera vez que esto sucede. De tiempo en tiempo se producen ataques ¡en nuestra propia casa! al pasado histórico de Cantabria y, lo más grave, con dinero de los cántabros. Se consideran salvadores de la historia y capaces de diseñarla y reescribirla desde una soberbia intolerable, cono refleja la afirmación anterior de que el propio editor literario de la referida obra llega a afirmar con insoportable desfachatez que aquí en Cantabria "no existían" obras sobre historia realizadas con rigor. Solo la suya, claro. A cuantos desde la Universidad y con dinero publico y, no sabemos con que intereses, inducen a la confusión y a torcer nuestra historia, les recuerdo siempre el informe que hace ya un cuarto de siglo elaboró -con la participación de destacados historiadores- el Centro de Estudios Montañeses de la Institución Cultural Cantabria, creado en 1934 en la Biblioteca Menéndez y Pelayo para la investigación histórica, literaria y artística de Cantabria. Y a su contenido - como fuentes importantes - apelamos a que estos nuevos descubridores de historia cántabra asuman el reto del Centro de Estudios Montañeses, que en la página tercera de dicho trabajo les emplaza a lo siguiente:"Las afirmaciones y los hechos aquí expuestos están respaldados por documentación histórica y etnográfica, fácilmente constatable, de las que este Centro está dispuesto a dar cuenta puntual en cualquier momento". En ese estudio se apuntan como conclusiones las siguientes:1.- Cantabria constituye durante más de mil años una entidad étnica y geográfica claramente definida y reconocida con este nombre.2.- Dicha entidad peculiar ha mantenido sus rasgos diferenciales hasta nuestros días durante el siguiente milenio, aunque se la haya denominado de maneras diversas, entre las que nunca ha faltado el viejo nombre de Cantabria.3.- Esta unidad peculiar se ha conservado sobre todo en las tradiciones y costumbres populares, entre las que cabe destacar los propios órganos seculares de gobierno representativo. No voy a acudir a obras de gran valor de autores cántabros - Joaquín González Echegaray, Ramón Teja, Iglesias Gil, Pereda de la Reguera, Mateo Escagedo, Maza Solano, Lasaga Larreta... - sobre el origen de Cantabria - incluso podría citar veinte nombres de historiadores asturianos que reconocen el alumbramiento en tierras cántabras de la Monarquía Española - en su gran proyección y aportación a la historia nacional a través de los siglos. Existen en nuestra patrimonio, afortunadamente, excelentes libros de historia firmados por autores que nos merecen más objetividad, rigor y profundidad que los de otros catedráticos o profesores que de paso por Cantabria ignoran maliciosamente - así tenemos que pensarlo - magníficos trabajos sobre nuestros orígenes como pueblo de autores que están avalados por el rigor de trayectorias respetables.

 

 

 

 

La última vez que soportamos un ataque de este corte fue hace cinco años cuando un profesor recién llegado a la Universidad de Cantabria declaraba: "Cantabria cuenta con dos mitos fundamentales: la supuesta valentía de los cántabros y la supuesta hidalguía de los montañeses" (DM de 14 de diciembre de 1995). Sobre la valentía de los cántabros decir al reconocido autor - que también colabora en esta obra - que todos los autores clásicos reconocen esa valentía, cantada especialmente por los escritores latinos. La exposición Cántabros impulsada por Caja Cantabria en su centenario y el libro que dio soporte a la exposición -magnífica obra que va por su tercera edición con casi diez mil ejemplares vendidos- desmonta esa intolerable afirmación de que todo fue un mito y que la valentía se reduce a una mera suposición. Sobre la hidalguía, sirva la respuesta que igualmente contundente ofreció el profesor López Portilla en un interesante artículo en este diario con el título "Nuestra Universidad contra Cantabria" (4 de enero de 1996). Precisamente el montañés era el prototipo de hidalgo en la España del Siglo de Oro, como cualquier dramaturgo o poeta de la época reconocía. Bastará recordar aquellas famosas palabras de Cervantes en El Quijote acerca de un escudero "hidalgo como el Rey, porque era montañés".Es difícil entender - porque son las que mas duelen, ¡ay, señor Revilla-PRC!- ciertas actitudes de pasividad por parte de responsables políticos en relación a determinados trabajos de autores ligados solo por razones de destino funcionarial a Cantabria, que intentan dar vuelta no sólo a las investigaciones de significativos historiadores de nuestra tierra a lo largo del presente siglo, sino que igualmente ignoran las conclusiones del Centro de Estudios Montañeses y de la Institución Cultural Cantabria sobre los antecedentes históricos de la hoy Comunidad Histórica cántabra. Afortunadamente aquí somos tolerantes y respetamos - aunque las combatamos- las opiniones de aquellos que no coinciden con las nuestras, culpando sobre todo a quienes asumiendo una representación otorgada por nuestro pueblo, por ignorancia, indolencia o complicidad, no defienden nuestra historia y, sin embargo, ¡financian! versiones antagónicas. ¿Se imaginan el futuro de un cántabro en el País Vasco, en Cataluña o, incluso, en Galicia, cuestionando la historia y la legitimidad de esas autonomías y, encima, con dinero público?. Prefiero dejarlo aquí, añadiendo que, sin duda, sería imposible que se hiciera desde presupuestos oficiales. Señor Presidente: He leído recientemente un titular de prensa que pone en su boca que se siente orgulloso de la Universidad de Cantabria. Yo no. Es, actualmente, una fábrica de parados y sus titulaciones nuevas tienen poco que ver con las demandas profesionales; es también el coto de personas que han llegado por mor de oposiciones o de otras designaciones que, salvando honrosas excepciones, no sienten a Cantabria pero lo que es más grave, no la respetan, cuando desvirtúan su historia. Creo que acierto si digo que tan solo dos rectores - profesores Ortiz Melón y González Posada - estaban vinculados a Cantabria por nacimiento; el resto han llegado de otros lugares a disfrutar de lo nuestro pero no a entregarse en favor de lo nuestro. Nuestra Universidad no es un ente vivo que viva la sociedad cántabra, sus problemas, sus reivindicaciones, parece una autonomía de unos pocos dentro de la autonomía de medio millón de cántabros. No siento orgullo, aunque me gustaría sentirlo y ver una Universidad viva, activa, dinámica, inserta en la sociedad, dentro de nuestra identidad cántabra. Por eso, señor presidente, también en esto discrepo de su forma de gobernar. Porque lo grave es que con autogobierno y competencias en la Universidad, que al tiempo respetan su autonomía, Cantabria no ejerce su poder político. Y así, señor presidente, no se construye un autogobierno bien asentado en su identidad histórica y dinamizador.

ALERTA 13/10/2001