El expansionismo vasco y Castro Urdiales 1/

 

Con dinero público de la Diputación Foral de Vizcaya se subvenciona con casi el ochenta por ciento el viaje de los jubilados de la villa castreña a Bilbao.

Por el contrario, desde el Ejecutivo cántabro se polemiza constantemente con el Gobierno local, cuando está más que justificado un pacto de interés general.

¿Tenemos Gobierno y gobernantes en Cantabria? La respuesta es obvia. Si. Pero lo que planteo en este artículo es si ese gobierno existe y tiene imaginación para una planificación de futuro y la toma de decisiones que garanticen, como en el caso que nos ocupa, la identidad cántabra del territorio. Fijémonos en Castro Urdiales. En poco tiempo ha multiplicado por tres su población, que hoy presenta un equilibrio entre castreños de toda la vida, o al menos, una o dos generaciones y, vascos que trabajan en Bilbao y que han fijado su domicilio en esta localidad cántabra.

Hace poco escribía en estas mismas páginas un artículo con el título "Los mismos derechos que los vascos" a cuenta de las diferencias abismales en fiscalidad. Hoy, traigo a debate una nueva situación que tengo la impresión que deja al descubierto la poca capacidad de futuro que tiene el actual Gobierno de Cantabria. Ni más ni menos que los jubilados de Castro Urdiales pueden viajar a Bilbao por cincuenta pesetas; el resto, hasta casi cuatrocientas, es subvencionado - directa o indirectamente - por la empresa concesionaria del transporte, que a su vez recibe ayudas de la Diputación foral vizcaína. ¿ Que hace mientras tanto el Gobierno de Cantabria, conociendo como debe saber, que hay que estimular la presencia cántabra en Castro Urdiales?. Mi impresión personal me dice que no hace nada. No discurre, no piensa, no trabaja en algo que es hoy una necesidad: la articulación de un pacto entre el Gobierno local de Castro Urdiales y el Gobierno de la Comunidad Autónoma, aunque esto no parece una prioridad si nos damos cuenta que desde el año 1995 el Gobierno del PP-PRC es el que más conflictos ha abierto con la corporación castreña. ¿No se llama a esto irresponsabilidad?.Creo que sí.

En política existe algo esencial que se llama pacto. El Gobierno de la nación y la oposición  socialista han pactado recientemente asuntos de vital importancia como la estrategia antiterrorista o, la administración de la justicia. En Cantabria, se ha impulsado un pacto sobre el suelo, que era necesario, aunque a corto y medio plazo disparará el precio de la vivienda. Y hay otros pactos que son necesarios, que reclaman un interés institucional pero que no se ponen sobre la mesa. Castro Urdiales y la zona oriental de Cantabria precisan de un pacto, que es todo lo contrario de la estrategia de confrontación que se viene manteniendo con sus representantes públicos. Tengo alguna idea sobre qué contenidos debe instrumentalizarse dicho pacto, pero insisto que es necesario y urgente, viendo como actúan los vecinos, aunque lo hagan con el dinero que gestionan gracias a la Constitución que aprobamos en referéndum.

No se trata de entrar en una carrera de Administraciones sobre quién da más a Castro. Por la diferencia del concierto económico que manejan los vascos y se niega a los cántabros, poco podemos hacer en el campo económico ya que nos aplastan con su poderío. Las instituciones vascas siempre han jugado con ventaja - y si no lo recordamos - cuando hace siglos sus habitantes reclamaron los fueros al rey Felipe IV, como también plantearon al Rey Carlos II que se liberase a la villa de impuestos, a cambio de lo cual se ofrecía un servicio de 110.000 ducados; petición que recibió el contraataque del Señorío de Vizcaya alegando ¡nada menos! que con la cantidad ofrecida por Castro a la Corona no se compensarán ni lejanamente las contribuciones de que trataba de liberarse. Es curioso que se negaba a la villa castreña una ventaja de la actualmente disfrutan los tres territorios vascos, aún conviviendo en la misma nación española.

Hace ya muchos años -en la década de los cuarenta- el que años más tarde fuera investido con el título de cronista oficial de la ciudad de Santander, don José Simón Cabarga, publicó en el diario Alerta una serie de artículos, fijando mi atención el titulado "Castro Urdiales, la olvidada de los montañeses". No debemos descuidar que, ya entonces, Simón Cabarga se refería a que "la linda ciudad gira en la órbita de Bilbao y que familias bilbaínas están entroncadas con familias castreñas de abolengo industrial y económico", existiendo una "importante correspondencia de intereses". Pero también recordaba cómo veinte años antes, se desató una fuerte polémica en la sociedad castreña y en la prensa cuando desde determinadas instancias se defendió con ardor "el origen vasco" de Castro Urdiales.

Simón Cabarga hizo en su artículo una petición que hago mía en las presentes circunstancias: un esfuerzo para Castro Urdiales "digna de ser amada y comprendida". Que es amada no lo dudo, pues nadie tiene el patrimonio del sentimiento por Cantabria y, si alguien intentara monopolizarlo, debiéramos oponernos; ahora bien, es posible que Castro Urdiales no sea comprendida del todo desde otros puntos de su misma comunidad, como villa y como ciudad cántabra que es, actualmente y con creces, la tercera de Cantabria, que ostenta en su escudo los cuatro versos que la han dado fama:

Armas, escudo y señal,

castillo, puente y Santa Ana,

nave, ballena y mar llana,

son de Castro la leal.

Este lema heráldico refleja el espíritu integrador, hospitalario y amistoso de los ciudadanos castreños, que tiene su traducción en una situación demográfica que actualmente contempla una población de más de veinte mil ciudadanos procedentes del País Vasco; una integración que se hace, hasta el momento, con naturalidad, con la tolerancia y espíritu de convivencia mutua, aunque el problema pudiera no estar en los ciudadanos sino en algunos centros de poder del País Vasco que siempre han fomentado ideas expansionistas. Hoy, las conquistas no se realizan a través de los convencionales métodos y medios de la guerra, sino de los ciudadanos que concentrados en una zona, pueden alentar, en un determinado momento y empujados por poderes externos, la idea y el convencimiento de que la tierra es suya o que la historia y las tradiciones no importan, lo que podría representar algo así como si unos amigos aprovechando la noche entraran en nuestra casa y nos robaran la mejor joya. Creo que se me entiende. Mañana aportaremos algunas ideas sobre las que se debiera, al menos, abrir un debate político al estar en juego la supervivencia de Cantabria como comunidad diferenciada.

(Publicado en ALERTA el 16/06/2001)