Acercarnos más a Castro-Urdiales /y 2


Cuando la población vasca iguala ya a la cántabra en Castro Urdiales, urge un gran pacto de interés general que mantenga nuestros signos de identidad.

Hay que aproximar a los castreños a los centros de decisión cántabros, lo que plantea una descentralización administrativa y la creación de una Subdelegación del Gobierno de la Comunidad Autónoma en Castro Urdiales.


Trazaba en mi artículo de ayer unas reflexiones sobre la situación que se plantea, a presente y futuro, en Castro Urdiales que con una población de hecho de casi cuarenta mil habitantes, el cincuenta por ciento representa una nueva ciudadanía que se viene incorporando en los últimos años al fijar su residencia en la villa castreña. En concreto, resumiría las reflexiones apuntadas en los siguientes puntos:

1.- Los jubilados de Castro-Urdiales ya se pueden favorecer de una medida empresarial - con ayudas directas o indirectas de la Diputación vizcaína- que subvenciona sus viajes a Bilbao, pagando tan solo cincuenta pesetas.
2.- La llegada de ciudadanos del País Vasco a la villa castreña - que generalmente trabajan en el área de Bilbao -, se está realizando en un positivo contexto de convivencia, tolerancia y hospitalidad, divisas tradicionales del pueblo castreño.
3.- Estas acciones, cuando se refieren a la comunidad vecina, llevan parejas el temor y el pensamiento de un proceso lento de anexionismo. En el siglo XXI estas tácticas no se hacen a través de los medios convencionales sobre los que sobran ejemplos en la historia, sino por la integración de ciudadanos en el territorio a controlar.
4.- Tenemos un Gobierno que está en lo anecdótico, dando la espalda a lo realmente trascendente. Desde 1995 viene manteniendo conflictos con las autoridades de la villa castreña, cuando urge un pacto de entendimiento y cooperación que ponga el interés general por encima de las estrategias partidistas.


Ante el contexto dibujado y sobre el que podíamos profundizar con más datos; por ejemplo, que actualmente varios cientos de escolares castreños estudian formación profesional en Somorrostro sin que la administración educativa cántabra aporte alternativas con sede en Castro Urdiales o, que a quince o veinte años, el metro de Bilbao pueda llegar hasta la villa castreña, no es nuestra intención debatir sobre este escenario para encerramos en nosotros mismos o, para defendemos de una amenaza inexistente hoy por hoy, sino que queremos que la vida y el acontecer de Castro sigan estando presididos por su voluntad cántabra; la necesidad de acercar el resto de la comunidad a la problemática de esa zona por el expansionismo económico vasco y, que las relaciones entre el Gobierno de Cantabria y las autoridades de Castro Urdiales estén presididas por la normalidad y no la confrontación; la cooperación mutua y un mismo espíritu en defensa de una identidad común.


Si los cántabros de la zona central y occidental tenemos una percepción de que Castro está "casi" en el País Vasco, habría que situarse en la idea que sustentan los castreños del resto de Cantabria. Probablemente piensen que estamos lejos no solo físicamente, sino también muy distantes de sus problemas y de las circunstancias especiales que supone ser vecinos del País Vasco, un territorio marcado por el terrorismo pero también por unas ventajas fiscales y económicas prácticamente soberanas. Soy de los que tengo la percepción de que, a pesar de la mejora de las comunicaciones, estamos muy lejos de Castro Urdiales y que esa lejanía nos separa en exceso, cuando es preciso reforzar una aproximación y articular decisiones positivas que interesan a Cantabria y a los cántabros.


Entre esas decisiones de acercarnos a Castro y a los ciudadanos, consideramos vital el establecimiento de una subdelegación del Gobierno de Cantabria, que garantice una relación más fluida con los ciudadanos de Castro Urdiales, que deje notar la institución ejecutiva de la comunidad cántabra y que permita una identificación mayor de los castreños con la administración autonómica. Esta situación debiera completarse con una institucionalización de la comarca en la que Castro Urdiales sea capitalidad, asumiendo competencias delegadas por la propia Comunidad Autónoma; es decir, todas aquellas iniciativas que hagan más presente la Administración cántabra ante los ciudadanos castreños.


Igualmente debieran ser más intensas y fluidas las relaciones entre el Ejecutivo cántabro y las autoridades castreñas, reuniones que debieran institucionalizarse con el fin de analizar conjuntamente la situación y buscar, desde la cooperación, las soluciones oportunas a los problemas que se puedan ir planteando. Un análisis sobre las necesidades educativas de futuro de Castro Urdiales es urgente, como también entiendo que la Consejería de Sanidad debiera reforzar todos los servicios de su competencia, ya que la gestión - y si es eficaz, mejor - en sanidad y enseñanza permiten proyectar un determinado modelo de gobierno.


Lo que urge, desde luego, es que el Gobierno de Cantabria se tome en serio este problema y acate, sin abrir frentes de confrontación, aquellas decisiones que la Corporación castreña pueda plantear. Los representantes del pueblo castreño - gobierno local y oposición - también tienen unas obligaciones muy claras en consensuar objetivos comunes y mantener esta vía de sensatez y responsabilidades con que vienen actuando, sin agitar peligros ni fantasmas, aún siendo conscientes de las encrucijadas que aguardan en el futuro. En este contexto, es importante que no haya política de encogimiento de hombros y de pasividad por parte de las autoridades cántabras. El problema es serio, aunque estemos tranquilos por la integración y la convivencia que existe en Castro Urdiales, gracias al ejercicio por los castreños de esas virtudes cívicas que figuran en su escudo heráldico.
Quiero concluir señalando que estos artículos reconocen esa actitud abierta y cántabra de los castreños; sí, por el contrario, el resto de ciudadanos de esta comunidad tenemos que atribuimos la carga de cierta culpa de tener muy lejos a Castro Urdiales y no acercamos más a quienes forman parte entrañable de esta comunidad con identidad histórica propia, que aspira a mantener las mejores relaciones con sus vecinos y que, desde una vocación cántabra profundísima, afirmamos nuestra vocación española y europea.

(Publicado en ALERTA el 17/06/2001)