Cabárceno: de la descalificación al éxito.
Denigrado antes de abrirse a la opinión general, es el ejemplo del gran proyecto frente a las "miseriucas" de obras de estos años, cuando el presupuesto de Cantabria es cuatro veces mayor y la deuda es ya superior a la del pasado.
Construido con dinero de los cántabros, es una vergüenza que nuestros escolares, incluso para realizar actividades educativas, tengan que pagar mil pesetas cuando esta gran obra se inspiró también en una proyección pedagógica.
En la última semana la portada de ALERTA nos ha ofrecido dos noticias que me han animado a escribir estas reflexiones sobre el parque de Cabárceno: por un lado, el dato de que cuarenta mil personas habían visitado sus instalaciones en los pasados días vacacionales y, por otro, la procreación de elefantes que se ha conseguido y ha ocupado el interés de las televisiones nacionales e internacionales, operación casi impensable hace unos años y sobre lo que apuntaré algunos datos. Estos hechos son realmente positivos y proyectan una imagen de Cantabria de especial interés y trascendencia, que ha ido calando de forma acelerada. Hace unos días, por ejemplo, en un almuerzo que compartí en Zaragoza con altos directivos de la primera entidad financiera de Aragón, se habló con gran elogio de Cabárceno, lo que hace tiempo se ha generalizado con saldo muy positivo.
Escribir de Cabárceno en Cantabria se puede hacer desde dos perspectivas: la primera, reafirmar con nuevas valoraciones lo que en su día se pudo decir o escribir sobre la visión de futuro que un proyecto de esta envergadura representaba y, segundo, tener la valentía de pedir disculpas públicas sobre lo que en su momento se dijo con afanes claros de manchar e impedir la ejecución del proyecto. Debo hacer esta aclaración porque sobre Cabárceno se lanzaron críticas agrias y exacerbadas, lanzándose todas las acusaciones posibles. No hace falta insistir en este apartado, o citar nombres y partidos políticos; de sobra se conocen quienes aplicaron esa política destructiva.
En mi hemeroteca particular consta un artículo que publiqué el 27 de diciembre de 1989 - Cabárceno comenzaba a construirse - que fue, entonces, una de las pocas apuestas públicas que respaldaron el proyecto. En este artículo escribí que la ciudadanía quiere ver obras y proyectos ambiciosos y que el de Cabárceno era, sin duda, el más destacado de la década, para afirmar que significaba "en lo político una buena idea y un riesgo que, a mi entender, merece la pena; es una sorpresa muy positiva y la gran oportunidad de proyectar una imagen muy singular y atractiva de Cantabria ante el resto de España, que puede ofrecer beneficios cuantiosos a la economía regional y, más concretamente, al sector servicios". En el artículo en cuestión ponía ejemplos muy concretos sobre lo que la industria del ocio venía significando para algunas ciudades y países del mundo, siendo Cabárceno una realidad difícilmente de copiar por su originalidad y que como proyecto de extraordinario valor debió ser reconocido internacionalmente, lo que no ocurrió por ser quién fue su principal gestor. Y ésto lo escribí cuando no estaba cerca del primer gobierno del señor Hormaechea; también lo sostuve cuando estuve a su lado en su segunda y última legislatura y, también lo escribo ahora en su reconocimiento, cuando nos separan circunstancias de sentido común que de haber aplicado, hoy, probablemente, no se encontraría en su desamparo actual.
El proyecto de Cabárceno precisó en su momento de imaginación y capacidad de riesgo, dos valores, por cierto, que desde 1995 están ausentes en la gobernación de Cantabria y eso se percibe claramente porque todavía subsisten en la memoria de muchos ciudadanos las obras más impactantes que en aquella época - maldita para algunos, quizás porque no importaban las formas con tal de alcanzar el poder - como Cabárceno, el palacio de Festivales, los grandes sementales para mejorar genéticamente nuestra cabaña o las carreteras interiores que construidas en el siglo XX son válidas y suficientes para el actual. Estos son hechos positivos y ciertamente como en toda obra de gobierno los hubo negativos, aunque los primeros son los que permanecen y siguen ahí como patrimonio de Cantabria y de los cántabros.
Pero a pesar de que Cabárceno y su éxito ha sido confirmado por la opinión pública y el gran número de visitantes que ha recibido en estos años, la actuación del Gobierno PP-PRC (entre cuyos miembros destacan algunos detractores significativos), ha venido siendo, a mi juicio, mezquina y falta de ideas. Lo digo porque construido Cabárceno existió una primera época de abandono y dejacción que era patente cuando se visitaba el parque y, finalmente, se ha querido rebajar su éxito no concretándose inversiones nuevas - generadoras de ingresos - dentro de la industria del ocio cuando me consta que propuestas han existido. Pero la mayor mezquindad y vergüenza para nuestros gobernantes es que para el acceso a este parque construido con dinero de los cántabros, se obligue a pagar a nuestros escolares ( me lo comentaba irritada una directora de colegio, informándome que un estudiante de doce años si va en grupo paga novecientas cincuenta pesetas y si tiene trece años paga como un adulto, es decir, mil quinientas), aún si acude como actividad extra-escolar. Llegado aquí aclararé que con motivo de una nueva procreación de elefantes que ha sido pasado por las televisiones nacionales e internacionales, es de justicia reconocer que ello responde a un programa especial - casi impensable cuando comenzó a intentarse - a través de convenios que en su momento se suscribieron con el Gobierno de la República de Sudáfrica.
Hacer Cabárceno contra casi todos y superando todas las zancadillas y trampas que hubo en el camino, merece este reconocimiento aunque - no oculto- sea de parte interesada. Gobernar los asuntos de trámite no tiene ningún secreto; para eso es suficiente el trabajo de los funcionarios; ahora bien, gobernar discurriendo, poniendo sobre la mesa proyectos imaginativos y, finalmente, arriesgando, es lo que precisa esta comunidad cántabra, que cada día que pasa - salvo en lo que depende del ocio y el sector servicios, de nuestros atractivos o de un Cabárceno -, pierde peso y sufre retroceso. Ya he escrito que en un objetivo en que solo habría que poner dinero y confiar en una empresa tecnológica puntera - como es la implantación de Internet - estamos en la cola de España, superándonos Extremadura y cito esta comunidad porque siempre en relación a la nuestra parecía situarse a años luz de modernidad y riqueza.
En fin, ¡bendita obra faraónica! que empequeñece todavía más las "miseriucas" de obras y proyectos de estos años cuando, además, los presupuestos de Cantabria se han incrementado por cuatro y la deuda es ya superior a la que existió en el pasado. Sigo preguntando ¿en qué se ha gastado, ya que la inversión en proyectos concretos no me cuadra?. Sería una acción transparente que el Gobierno contestase a esta pregunta que nos hacemos muchos cántabros.
(Alerta 21.04.2001)