Revilla
y la mujer de Lot.
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El vicepresidente ha destapado la caja de truenos acusando de corrupción a anteriores Gobiernos, una invitación para repasar sus promesas, hechos y descalificaciones que ejerció en el pasado.
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El
vicepresidente del Gobierno, don Miguel
Angel Revilla Roiz, que nació por la zona alta del Nansa y que como
todos los de su edad asistió, en una vida de estrecheces, a la escuela
nacional del pueblo natal, conocerá con seguridad la historia de
Lot, personaje bíblico que según el Antiguo Testamento era sobrino
de Abraham y que pasó a la historia al sobrevivir a la catástrofe de Sodoma; sin embargo, su mujer fue convertida en estatua
de sal por haber desobedecido el consejo de no volverse a mirar hacia la ciudad que arrasaba el fuego, condenada
a su desaparición por el vicio y la corrupción de sus habitantes. Estoy
seguro que el vicepresidente y líder del regionalismo que desde que
gobierna ha descafeinado su
mensaje y su forma de actuación, no desearía repetir el episodio bíblico,
pero lo cierto es que hace unos días ha echado la vista atrás, una
mirada al pasado, que no puede pasar inadvertida.
Es toda una invitación para
reflexionar sobre ese pasado y que, como popularmente se dice, cada cual
aguante su vela. No
es una acción inteligente la del señor Revilla de remover el pasado,
cuando sus protagonistas están fuera de la escena política. Por alguna
razón partidista que sospechamos, ha sacado la caja
de los truenos en su reunión anual navideña con los militantes de su
partido y ha agraviado a un buen número de personas que, con seguridad, callarán
por miedo, por intereses o, por no alterar la situación de pensamiento único en la que se nos ha instalado. No tengo motivos
para defender a los aludidos –mayores
de edad que formaron parte de Gobiernos anteriores en los que participó,
por cierto, el Partido Popular, actual coaligado del Sr. Revilla -, a los
que el actual vicepresidente del Gobierno deja en entredicho en cuanto a
moralidad pública al declarar que fueron los últimos
protagonistas de la corrupción política, como si ahora no existiera,
aunque actualmente –como escribiera recientemente y de forma sabia un
lector en la sección de cartas al director-, se hace con guante de seda y, además, se legaliza. Como aquí ya todos somos
mayores y cada cual viaja con su mochila, tengo últimamente especial
inclinación a entrar en alguno de estos debates y hacerlo, además, sin
impedimentos éticos o morales de ningún tipo, precisamente desde la libertad personal que me permite escribir con autenticidad y sin
cautelas o miedos, que es lo que parece sobrar a muchos integrantes de la
sociedad cántabra. Es,
desde mi punto de vista, rechazable
que el señor vicepresidente del Gobierno se arrogue de nuevo la
capacidad de juzgar a gobiernos anteriores, salvo que entienda que algún
escremento había que lanzar por doquier, ahora que se suceden las condenas
contra su política urbanística, se acaba de conocer la sentencia firme
que condena al PRC y a sus dirigentes por conculcar
y despreciar la democracia
interna –caso de Cabezón de la Sal- y uno de sus dirigentes, el alcalde
de Torrelavega, se ha visto en las primeras páginas de este periódico
por realizar pagos por varios cientos de millones de pesetas en
adjudicaciones directas fuera de ley y presupuesto, con serios
reparos del interventor municipal, cuando por mucho
menos un presidente de esta comunidad fue condenado por cuatro anuncios que mandó publicar en un periódico y
que no sumaban más allá de medio millón de pesetas, sentencia dictada
por un juez parcial, que posteriormente fue anulada por el Tribunal
Constitucional. La
corrupción política puede ejercerse de varias maneras: por promesas
importantes que se incumplen,
por favores políticos e, incluso, por
omisión, es decir, mirando
hacia otra parte. En algunas de estas variaciones de corruptelas, Revilla
se mueve como náufrago en un océano donde su pasado le
delata con reiteración. Así, recuerdo, cuando siendo dirigente de la
oposición afirmaba convencido que en las adjudicaciones de obras públicas
detrás de cada reformado existía
una corrupción. Esta frase está en el libro de sesiones y en los
periódicos. Pues bien, como consejero de Obras Públicas, podemos
preguntar al Sr. Revilla sobre los reformados que ha autorizado y avalado
con su firma. ¿Cien, doscientos, medio millar?. ¿Por cuánto importe?.
¿Tres mil, cinco mil o diez mil millones de pesetas gastados en reformados
en los casi siete años que lleva de titular de las obras públicas?. Si
hacemos caso a su frase del pasado, la imaginaria
mordida ha sido importante. Por cierto, el Sr. Revilla siempre
afirmaba que después de una corrupción importante, había un viaje a Méjico
del gobernante de turno. También aquí
ha caído en su propia trampa,
ya que no hace mucho tiempo ha estado por tierras mejicanas, rodeado de
los amigos del gobernante cuya conducta deploraba. Estas comparaciones no
implican, desde luego, una acusación formal; significan simplemente que
el Sr. Revilla con su conducta en el Gobierno de Cantabria se
ha metido sin querer –y quizás por falta de memoria- en el círculo
vicioso que él denunciaba, probablemente convencido de que nunca llegaría
a disfrutar del poder.
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Es
corrupción política, desde mi punto de vista, haber dicho, escrito y
pregonado por Cantabria y hacia el resto de España, disparates
irreproducibles sobre Cabárceno
o el Palacio de Festivales. Está en los papeles y en la memoria de
todos. Precisamente estas dos grandes obras están siendo disfrutadas a
todo tren por los actuales gobernantes, que las consideran prestigio y
fama para Cantabria. Sobre Cabárceno se dijeron tonterías
de todo fuste; sobre el Palacio de Festivales, que era una obra faraónica,
innecesaria. ¡Qué falta de memoria para los señores Revilla y De la
Sierra que disfrutan de palcos, henchidos
de poder, en cada ocasión que se tercia!.
Esta es la conclusión más suave a tantos años de catastrofismo,
ratonería y mezquindad política ejercidos desde un regionalismo
descafeinado en el
poder. Lo mismo podría afirmarse de sus agrias descalificaciones de
aquellos sementales traídos para la mejora genética de nuestra ganadería.
Una ganadería que controlan actualmente y a la que han sometido a una política
mediocre y empobrecedora del sector. También
recordamos muchos las risas, chistes, descalificaciones y demás que el señor
Revilla puso en marcha cuando el presidente Diaz de Entresotos nombró un
consejero canario, a quién el hoy vicepresidente bautizó como mirlo
blanco, ironizando que era lamentable que llegaran paracaidistas
a las consejerías del Gobierno. Esta mirada atrás no deja en buen lugar
al señor Revilla cuando en los dos Gobiernos de los que ha formado parte,
casi la mitad de los consejeros son nacidos en otras autonomías. Por
ejemplo, ¿qué opina el vicepresidente tan
chistoso con aquello del mirlo
blanco, si publicásemos la relación de consejeros y altos cargos que comparten con él tareas en el Gobierno
que no son de Cantabria?. ¿Aplicamos o no aplicamos su teoría de los años
ochenta?. ¿Y
que decir de la promesa solemne del señor Revilla que jamás
se construiría El Corte Inglés en terrenos de Nueva Montaña?. Cientos
de personas fueron testigos directos de la apuesta de largo de aquella promesa
ética del hoy vicepresidente, que traicionó ¡curiosamente!
coincidiendo con su acceso a la Consejería de Obras Públicas, como
responsable del urbanismo regional. ¿Sería lícito pensar que existió
algún tipo de corrupción para que de forma tan drástica cambiara de
opinión e, incluso, tuviera el atrevimiento de asistir al acto de cortar
la cinta de lo que prometió combatir con uñas y dientes?. También podríamos
preguntar por las ¡diez mil viviendas
sociales! prometidas. ¿Dónde están?. Sobre
promesas hechas casi bajo juramento y que, por supuesto, se han visto incumplidas,
destacaré la que con cierta insistencia recuerda el portavoz socialista
en el Parlamento, Miguel Angel Palacio, referida al Plan Torrelavega 2000,
que consistía en construir para la ciudad un gran
polígono industrial, hacer navegable la ría de Requejada y no se
cuantos promesas fantásticas, que pasaron al baúl de los recuerdos y de
las mentiras merecedoras de récord
olímpico. Algo, sin embargo, podrían hacer ya que gobernando en
Cantabria y en Torrelavega, medios presupuestarios parece que existen,
pero poca voluntad y escasa
pasión. El señor López Marcano
presenta el escaso balance de apuntarse lo que los
anteriores comenzaron y gastar mucho dinero en cuestiones no
trascendentes. Pensé en su momento que los torrelaveguenses habíamos
votado un alcalde – aunque fuera el tercero en votos- y no un jefe
de festejos. Por cierto, la ofensa al PP del señor Revilla sobre la
mayoría absoluta del alcalde en próximas elecciones aunque sea pura fantasía, significaría, de producirse, la desaparición electoral del partido en el Gobierno en la capital del
Besaya. Pero no se dan por ofendidos. Existen
más apuntes para relatar en esta reflexión a
la que inconscientemente nos ha invitado
el vicepresidente del Gobierno. Ni en el pasado Cantabria fue
Sodoma, ni el equipo de gobierno actual en cuestiones de moralidad política
es un grupo de infelices buenos chicos repartiendo estampitas
a la puerta de un colegio. En todo caso, no era mi intención escribir
este artículo pero el señor Revilla ha mirado hacia
atrás como la mujer de Lot
y, si afortunadamente no se ha transformado en sal, al menos que reciba un
poco de la dosis de pimienta
que, sin venir a cuento, ha dirigido a quienes ya son un pasado político cerrado. ALERTA
22/12/2001
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