Incentivar ilusiones por Cantabria
Pparece bien que el dinero de los cántabros sirva para cubrir el déficit de cientos de millones del Palacio de Festivales (incluidas las entradas de los turistas), pero también defiendo con radicalidad que nuestras instituciones apoyen decididamente los clubes deportivos que cohesionan a miles de cántabros y generan orgullo colectivo en torno a los éxitos de nuestros colores.
Hace meses planteé la necesidad de un debate sobre la definición de un modelo deportivo para Cantabria, asunto que tiene mucho que ver con las ilusiones de un pueblo y su propia identidad. Lo hice porque sentí una profunda desilusión por el encogimiento de hombros que existía en las instituciones con el club de baloncesto, que en 1997 al conquistarse el ascenso a la ACB, generó en la comunidad cántabra -especialmente en Torrelavega- una ilusión y orgullo en una ciudad que sigue precisando de sinergias para generar expectativas y superar adversididades. Escribí que invertir en deporte y en aquellas especialidades que concitan aficiones, ilusiones y cuyos éxitos generan un legítimo orgullo positivo de pueblo, representa una apuesta por cohesionar una comunidad y que a falta de otras ilusiones, el deporte -léase fútbol, con el Racing; los Lobos, en baloncesto o, el balonmano- permiten expresar una identidad y una defensa activa de nuestros colores. Venía a señalar que ya que no lo hacemos en defensa radical de nuestros intereses -lo que pagaremos algún día- al menos nos queda el consuelo de expresar esos sentimientos en un campo de fútbol o en una cancha de baloncesto, logrando que se haga efectiva la frase ingeniosa de Giradoux de que "el deporte es un medio de elevar la temperatura de los pueblos fríos".
Estos días la actualidad o el debate se ha centrado en el Racing. No es un tema menor o banal si tenemos en cuenta que es la organización social más importante de Cantabria con casi quince mil afiliados que pagamos nuestro carnet de socio y que este deporte, como mayoritario de Cantabria, es el que mejor representa nuestra bandera y señas de identidad por la geografía española. Recuerdo a este respecto que en el campo de Zorrilla, de Valladolid, existe una gran pancarta que expresa más o menos la idea de que una ciudad o comunidad de primera la define un equipo de primera. Es evidente que en la vida de los pueblos hay otras cuestiones prioritarias, pero tal y como está montada esta sociedad y el papel que juegan los medios de comunicación en relación a los deportes de masas, se hace exigible un determinado interés de las instituciones en hacer lo posible e imposible o, ingeniar propuestas para competir en deporte cuando tantos sentimientos e ilusiones promueve.
En relación al deporte he vivido por circunstancias determinadas algunos momentos importantes desde dos instituciones: en 1992 apoyé decididamente en el Gobierno de Cantabria una apuesta por recuperar el Racing después de su expolio al perder su gran patrimonio que eran los viejos campos, siendo consciente de que tal operación exigía asumir riesgos, como es obvio cuando se precisan importantes fondos públicos. Fue el momento de su transformación en sociedad anónima y creo que acertamos por cuanto esta larga etapa en la primera división -la más larga del club en su historia casi centenaria-, el esfuerzo económico aportado está ya suficientemente compensado con lo que se ha ganado en imagen para el deporte cántabro, lo que han generado todas estas temporadas como ingresos añadidos y, sin duda, para nuestro pueblo y afición las alegrías vividas, algunas de ellas imborrables. Está demostrado que los éxitos deportivos generan un crecimiento del producto interior bruto de una nación o, el impulso en creatividad en una comunidad o ciudad porque la euforia también hace crecer la autoestima. En 1997 en una Asamblea General de Caja Cantabria defendí la necesidad de apostar por el baloncesto y Torrelavega en la ACB como ciudad de primera en este deporte. El resultado está ahí. Torrelavega existe en todos los programas deportivos de radio y televisión de alcance nacional, publicidad inmensa y positiva difícilmente evaluable económicamente. Es decir, las instituciones vienen disfrutando del prestigio deportivo de Cantabria gracias a las aficiones y a quienes arriesgan su dinero, aún cuando faltan compromisos responsables por parte de las Administraciones ya que una comunidad de medio millón de habitantes difícilmente puede sostener clubes competitivos en las divisiones de honor si no hay planificaciones de futuro y, sobre todo, decisiones para alentar el que puedan generarse recursos adicionales.
En las actuales circunstancias por las que atraviesa el primer club de Cantabria nada hay más importante que la afición y las ilusiones colectivas, que sería una lástima que se vieran defraudadas en la conclusión de esta temporada. El Racing tiene un problema que amenaza año tras año su supervivencia y es que los ingresos están casi dos mil millones de pesetas por debajo de las necesidades para ser, al menos, un equipo competitivo de la mitad de la tabla para abajo y que todos los años sus responsables -empresarios cántabros- tienen que avalar esos déficits ante la liga profesional. Al margen de que las cosas se hagan mejor o peor, con suerte o sin ella, existen balances concluyentes de esta larga etapa en primera división: por primera vez hay empresa, hay espíritu de club, existe un saneamiento económico a pesar de no contar con patrimonio alguno y sus responsables han tenido que asumir deudas importantes del pasado, arreglos a fondos de un campo que es municipal y, finalmente, hacerse cargo del balonmano. Prácticamente hay que decir que a falta de posibilidades de generar nuevos recursos, el club precisa de transferir futbolistas de éxito a otros clubes grandes cada dos/tres temporadas para equilibrar el presupuesto y seguir viviendo, que no es poco. Esta es - sin profundizar al detalle y a otros extremos- la cruda realidad que es importante tener en cuenta en cualquier análisis de presente y de futuro.
Dicho ésto hay que añadir algunas otras reflexiones sin medias tintas. Aquí , parece que a algunos responsables de la vida pública les asusta apoyar como se merece el fútbol, el baloncesto o aquellos deportes que tengan un determinado respaldo social, aún cuando a través de esos clubes se prestigia a una comunidad, se pasea su bandera y sus colores por España y se generan sentimientos positivos. Pero esos mismos dirigentes que tienen bajo su responsabilidad conjuntamente la cultura y el deporte, asumen tranquilamente cubrir importantes déficits no siempre explicables que como los del Palacio de Festivales alcanza más de quinientos millones de pesetas al año; déficits que en parte subvenciona en varias miles de pesetas por función a esos turistas que les agrada lucirse en el festival internacional de verano. Lejos de mi intención pedir que no se apoyen manifestaciones culturales o del espectáculo, incluso aquellas que responden al interés de minorías; pero con más radicalidad defiendo la necesidad de apoyar a estos deportes que en el caso del Racing moviliza a miles de personas y cohesiona a importantes sectores populares del pueblo cántabro. En consecuencia, apuéstese con autenticidad y sin miedos por esos clubes que nos representan en las buenas y las malas horas y que representan nuestra enseña y nuestras pasiones cívicas por unos colores que son sólo nuestros.
Concluyendo -y coincidiendo con Ortega y Gasset cuando afirmó que "la cultura es hija del deporte"- Cantabria necesita cultura y el Palacio de Festivales espectáculo para que esa infraestructura cultural (construida en el siglo XX pero plenamente vigente para muchos años del actual) tenga el fin para el que los cántabros aportamos de nuestros impuestos varios miles de millones. Pero quienes como muchos miles de cántabros tenemos afición deportiva y pasión por los colores cántabros, queremos que los campos de El Sardinero tengan utilidad dando cobijo a un espectáculo deportivo de primera o, que el Palacio de Deportes que se construye también con dinero de los cántabros no coincida su inauguración con una frustración deportiva de alcance histórico. żO alguien se imagina ese Palacio de Deportes para actividades circenses?. A este paso, si no hay una apuesta decidida, todo es posible.
(ALERTA DE 24.03.2001)