Las desventuras de la mayoría absoluta PP-PRC
El Gobierno cántabro al descalificar todos los informes críticos sobre la situación económica e industrial trata de instalarnos en un aparente mundo feliz, cuando en este Estado de las Autonomías, tal y como dice el dicho popular, el que no llora...
Si algo dicen los acontecimientos que vivimos es que las mayor as absolutas no siempre garantizan sosiego y tranquilidad a los gobiernos. Lo estamos viviendo a nivel nacional y de la comunidad cántabra, cuando al sucederse, de forma inesperada, una sucesión de informes económico-sociales, un par de sentencias, un indulto que va más allá de la competencia constitucional, las vacas locas -que puede abrir una lastimosa e indignante crónica de sucesos-; el caso del uranio empobrecido que ha podido provocar leucemia y el submarino amarillo, se ha abierto un panorama político en el que la confianza en los gobernantes está cayendo en picado en las encuestas. Parecida situación puede trasladarse al contexto cántabro con un presidente y sus consejeros que están en los asuntos intrascendentes y el cumplimiento, sin más, de la agenda protocolaria, además de la crónica de inauguración de cuatro obrucas, como las calificaría la Tía Josefuca del recordado escritor costumbrista Antonio Bartolomé y, sin embargo, siguen sin contestar donde han ido a parar los seis mil millones de pesetas de incremento de la deuda de Cantabria -en tan solo un año- pregunta que está pendiente que responda el prepotente consejero Santamaria que, como si de un reyezuelo se tratara, cesa sin causa justa y motivada a funcionarios con una larguísima trayectoria de servicios bien cumplidos que, además, han conseguido el puesto por oposición y concurso de méritos. Estamos, pues, ante las desventuras de la mayoría absoluta del PP-PRC que, al menos, nos ofrece en estos días el único mérito de acabar con el aburrimiento general al que estábamos condenados con esa cómoda situación de la que gozan en el Parlamento de Cantabria.
El siglo pasado terminó -tan sólo han transcurrido cuatro semanas- con la denuncia por parte del Presidente de la Cámara de Comercio de Cantabria de que estamos en la cola de Internet y de las nuevas tecnologías -¡nos aventaja hasta Extremadura! comunidad a la que teníamos como la más atrasada-; días después, el presidente de la Cámara de Comercio de Torrelavega denunció para lamento de la segunda ciudad de Cantabria que la falta de terreno industrial está provocando que posibles inversiones empresariales desistan de establecerse en la ciudad; en consecuencia, que no se ven indicios de una gestión municipal que tenga voluntad de diseñar, al menos, un modelo de ciudad para el próximo cuarto de siglo, diagnóstico de la Cámara de Comercio cargado de buenas intenciones que casi fue calificado como ¡delito! por el alcalde, cuya prepotencia conocida y reconocida no le permite aceptar la crítica más inocente; después vino el Consejo Económico y Social (cuyo presidente acaba de dimitir) que denunció la situación económica e industrial cántabra y, al momento, sale el prepotente Santamaría señalando que el informe es un "bluff" y, el titular de Turismo e Industria denunciando que se han tirado varios millones a la basura y que sus conclusiones están bajo sospecha porque han sido elaboradas por un consulting vasco; acusación que, curiosamente, encabeza el mismo consejero que ha adjudicado cientos de millones en contratos a empresas que no cotizan aquí , que tienen su sede social y fiscal en comunidades vecinas. Recientemente se anuncia otro estudio crítico de un importante banco y, finalmente, se adelantan algunas conclusiones de otro estudio de coyuntura, éste financiado en parte por el Gobierno de Cantabria y que, en principio, hay que asumir con algún que otro reparo. En consecuencia, los miembros del Ejecutivo cántabro han perdido los nervios en estos días, muy cerca de la situación desquiciante en la que está el titular de Ganadería al que este periódico le ha descubierto todos los secretos de su departamento sobre las vacas locas, aunque para desesperación -y grande- la de los ganaderos y carniceros, los auténticos paganos en este inicio de un año "horribilis" y que asisten inquietos y sin protección a esta crónica propia de la sección de sucesos.
En este contexto llega el relevo en Valdecilla. El Gobierno de Cantabria y su titular de Sanidad se enteran por la prensa -precisamente por la primicia facilitada por la redacción de este periódico- de que un economista, no médico, ha sido designado director-gerente de nuestro histórico hospital. Llega el nuevo responsable de dirigir el pequeño hospital de la localidad asturiana de Arriondas -, cuando si leemos con atención el libro 70 años del Hospital Valdecilla del doctor Izquierdo podemos descubrir que hasta el inicio del deterioro de nuestro gran centro, siempre que existía un relevo en la dirección, los esfuerzos institucionales se dirigían a buscar al mejor -médico y experto en gerencia de hospitales, a la vez - ; sin embargo, ahora con autonomía política y con un Parlamento que representa al pueblo cántabro, el presidente de la Comunidad y su consejero se enteran por la prensa, aceptan sin rechistar el nombramiento dictado por el Ministerio de doña Celia Villalobos, la ministra con experiencia en tareas de cocina doméstica, si recordamos su consejo de nada de huesos de ternera en la olla. ¿Podemos confiar en el nuevo responsable de Valdecilla?. Por el momento, prefiero dejar constancia de que la mayoría absoluta PP-PRC no ha sido capaz de buscar una alternativa cántabra desde dentro de Valdecilla. Es una nueva prueba de este Gobierno PP-PRC sometido a decisiones que no se toman en Cantabria aunque afectan -como el peaje de la autovía Zurita-Parbayón- a intereses cántabros.
No es fácil entender y asumir lo que pasa. El Gobierno cántabro ha declarado la guerra a quién ose poner sobre la mesa una estadística negativa, que llegan con frecuencia, incluso, desde los ministerios de Madrid como la que se refiere a la ejecución de un programa de obras de cooperación que cofinancia el Estado y que demuestra que estamos ¡en la cola!. Tener el dinero, la financiación del Estado, los proyectos y las demandas de los municipios y no ser capaces de ejecutar las obras, sólo indica desidia y una de las consecuencias de esas desventuras que nos traen las mayorías absolutas. Otra desventura, por cierto, nos llega de otra mayoría absoluta que tiene su referencia en Torrelavega. El gobierno municipal no ha sido capaz de presentar en plazo los presupuestos para que entraran en vigor, como dice la ley, el primer día de enero; anuncia, ahora, que se aprobarán en febrero, con lo cual no empezarán a aplicarse hasta dentro de seis a ocho meses y las inversiones se retrasarán al menos un año, pasotismo deplorable que tiene repercusiones negativas cuando un presupuesto -en este caso cercano a los seis mil millones de pesetas- entrará en vigor con meses de retraso, no cumpliendo la ley de la eficacia política y administrativa de iniciar su ejecución el primer día del primer mes de cada año que comienza.
No obstante, esperemos, veamos y sigamos analizando. Esto es lo que hay. Las desventuras de una mayoría absoluta que, a lo que parece, no quiere debate y tampoco que les pongan tarea. Van a su aire, intentado imponernos el catecismo de que aquí todo va bien, que vivimos en un "mundo feliz", cuando en este Estado de las Autonomías, tal y como dice el dicho popular, "el que no llora..." Ya saben, a quién les lleve la contraria -aún cuando se aporten datos contrastados y la realidad siempre es tozuda- que no espere más que el mamporro mediático.
(ALERTA 27.01.2001)