Valdecilla como hospital nuevo del siglo XXI: ¡faltaron agallas!. /1

 

Ahora se nos vende como un éxito por el Gobierno cántabro que Madrid pagará el plan director, una inversión sobre una infraestructura hospitalaria vieja, cuando la opción a defender en aras del interés general de Cantabria pasaba, inequívocamente, por la construcción de un nuevo gran Valdecilla.

Hemos conseguido veinte mil millones más para la transferencia sanitaria; sin embargo, Asturias, Murcia y Baleares lograron más de treinta mil millones y las que primero firmaron, como Castilla-La Mancha y Extremadura, obtuvieron cien mil millones más para gestionar su sanidad autonómica.

Cuando en Madrid se negociaba la transferencia de sanidad hospitalaria y el conjunto del Insalud, visite una vez más Valdecilla y, como ya me ocurrió en otra visita no hace más de tres años, puedo decir, como popularmente se afirma, que sentí que se me caía el alma a los piés. ¡Que dejacción!. Todo es viejo, estructura de los años sesenta del siglo pasado; en definitiva, un modelo de hospital que ya no corresponde a este nuevo tiempo, todo ello amortigüado por la calidad profesional de un personal que siente como todos los cántabros el patrimonio de un pasado que se nos ha ido bastante de las manos. Me viene a la memoria la constante propaganda que por la Comunidad de Navarra se hace de su hospital Universitario que ha ido proporcionalmente en alza y en prestigio, como el nuestro ha ido cayendo en un proceso de deterioro que todos los cántabros sentimos como una profunda decepción. Se van a destinar casi veinte mil millones de pesetas en remozar un hospital viejo, una infraestructura anticuada, gracias a un Insalud insensible con lo que ha significado históricamente Valdecilla , pero sobre todo por culpa de nuestro Gobierno al que le faltó agallas y rigor en la defensa de un interés supremo de Cantabria al no plantear, por pocos miles de millones más, la construcción de un nuevo hospital. Por cierto, solo unos días antes de la transferencia y de la asunción de las decisiones sobre Valdecilla por el Gobierno de Cantabria, el Insalud ha adjudicado la primera fase de las obras de remozamiento -por importe de casi diez mil millones de pesetas- a una empresa de Madrid. ¡Otra prueba más de cómo el Gobierno de Cantabria defiende el desarrollo y el crecimiento de la empresa cántabra!.

Uno de los hechos que más ha conmovido a la sociedad cántabra en los últimos años se centra en torno a lo ocurrido en el hospital Valdecilla, con aquél dramático balance de cuatro muertos y la muestra, una vez más, de la insensibilidad de la Administración competente que hace algunos meses todavía no había indemnizado a las familias -lo que hace más cruel lo sucedido, aunque lo económico no rebaje el dolor por las pérdidas humanas-; acontecimientos trágico que abrió un temor generalizado en los ciudadanos sobre el futuro de Valdecilla, un hospital que consideramos nuestro, de todos los cántabros, ya que lo que sucede en torno a su presente y futuro nos afecta y nos interesa por cuanto lo que ha venido representando Valdecilla - una revolución en las técnicas hospitalarias en los finales de los finales de los años veinte impulsada hace setenta y dos años por el mecenas don Ramón Pelayo - nos coloca en la realidad actual, en la que finalmente se comprueba la falta de ideas innovadoras, adelantadas al siglo que inicia su segundo año, así como la falta de riesgo e iniciativa en los gobernantes de la comunidad que debieron –y siempre lamentaremos esta grave dejacción- apostar y presionar, sin límite, a la Administración central en el ambicioso y legítimo objetivo de dotar a nuestra comunidad y al norte cantábrico y mesetario de un nuevo Valdecilla y, sin embargo, se aceptó la continuidad que representa reconstruir sobre lo viejo.

Llegan ahora nuestros gobernantes felices de su viaje a Madrid tras negociar la transferencia del Insalud en la que ha habido más estrategia de imagen que de logros concretos. Lo que afirmo tiene fácil constatación en lo que han conseguido de más las Comunidades Autónomas: en total trescientos mil millones adicionales. Cantabria tenía una previsión de sesenta mil millones y hemos obtenido veinte mil más. Pero Aragón ha ganado treinta y dos mil millones, lo mismo que Murcia y Baleares; Castilla-La Mancha nada menos que sesenta mil millones; Extremadura, cuarenta mil y Castilla-León saldó su oposición final con el logro de casi ochenta mil millones de pesetas más. No creo, desde luego, que lo ganado sea para el optimismo porque la negociación ha consistido en repartir trescientos mil millones y de esa cantidad hemos conseguido no más de lo que proporcionalmente pudiera correspondernos.

 

Si lo señalado se celebra con éxito desde las áreas del Gobierno cántabro, la explosión del entusiasmo llega cuando se nos dice que se ha alcanzado que el Gobierno de la Nación financie la totalidad del plan director de Valdecilla. No entiendo este cambio de actitud de celebrar lo que siempre se dio como seguro, sobre todo cuando el Gobierno regional –a raíz de la tragedia de noviembre de 1999 y ante las dudas sociales y políticas sobre el futuro de Valdecilla expresadas legítimamente por diversos colectivos-, insistió por activa y pasiva que los cántabros no debiéramos albergar la más mínima duda de que Sanidad acometería totalmente el remozamiento de nuestro hospital. Una reforma de un hospital viejo que es la gran asignatura suspendida de la actual Administración cántabra, que si hubiera demostrado la exigible firmeza en defensa de un interés supremo de esta comunidad como representa Valdecilla, la negociación de esta transferencia debió iniciarse cuando el ministro Romay visitó Valdecilla para conocer el alcance de la tragedia.

No es preciso que insista que a raíz del suceso y teniendo en cuenta lo que representa y significa Valdecilla, la Administración cántabra debió consensuar el modelo a pactar con el Insalud para el nuevo hospital, partiendo de que la catástrofe ocurrida exigía plantear con todas las consecuencias una solución, incluso radical en el objetivo modernizador, a la Administración sanitaria del Estado. Conviene no olvidar que antes de lo ocurrido el 2 de noviembre de 1999, en la prensa y en la clase política se había abierto, si quiera tímidamente, un debate sobre la realidad de un hospital que se estaba quedando viejo y anticuado al transcurrir treinta años de su construcción en los comienzos de los años setenta. En aquella época – finales de la década de los sesenta- el presidente de la Diputación provincial don Pedro Escalante Huidobro, ya enfermo, y el vicepresidente y alcalde de Torrelavega, don Jesús Collado Soto, debieron tomar la decisión de derruir el viejo Valdecilla para construir el nuevo. Treinta años después, ha faltado ese coraje, consistente en demandar y exigir la construcción del nuevo Valdecilla en una zona como La Remonta, con el fin de que la ciudad ganara nuevos espacios.

No es menos lamentable, cometido ya el error que pesará para siempre sobre los actuales gobernantes, el nulo interés del Ejecutivo cántabro en buscar en las semanas siguientes al suceso, un consenso -en el Parlamento cántabro y con los colectivos sociales- para definir con el máximo rigor y fortaleza el futuro de Valdecilla, para su posterior presentación y defensa del modelo elegido ante el Insalud . Sin embargo, dando la espalda a ese gran consenso que Valdecilla exigía, la reforma del viejo Valdecilla fue la solución cómoda que respondió, en su momento, al interés estricto del Insalud pero no al proyecto más ambicioso y de futuro (ya digo necesariamente consensuado), que debió surgir del poder cántabro. Las movilizaciones, la constante presencia de noticias -las más de las veces negativas- sobre Valdecilla en los medios de comunicación, la confirmación de un retraso en la ejecución de las obras, etcétera, provocan alarma en la sociedad, precisamente por la grandeza de Valdecilla en el corazón de los cántabros y, sobre todo, por representar el más alto interés general de nuestros ciudadanos.

Malo es que se hagan esfuerzos para rechazar que Valdecilla es actualmente un hospital decadente a pesar de su gran capital humano y profesional. En este asunto, en el que la salud está en juego y un Valdecilla competitivo siempre fue una garantía para los ciudadanos, la sociedad cántabra, con seguridad, no perdonará. Valdecilla representa el más alto interés general de todos y, por ello, nos agradaría, por supuesto, afirmar que el resultado de las obras actualmente en marcha responden no sólo en su estructura sino en todos sus contenidos tecnológicos, a la definición de un Valdecilla como auténtico hospital para el siglo XXI. De eso estaríamos seguros si, como reclamaba el interés general de Cantabria, se hubiera optado por un nuevo hospital que con seguridad habría seguido los criterios de este nuevo tiempo.

ALERTA 29/12/2001