PP-PRC y PSOE: ¿Tres siglas y un solo partido? |
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Pactan la controversia partidista sobre asuntos menores y se reparten
intereses e influencias en los grandes pactos, con una oposición que se
conforma con mantener su empobrecedor status actual. Cuando la miseria de los partidos se puede convertir peligrosamente en la miseria de la democracia, hay que defender las reglas que controlan y esparcen el poder y asegurarse una atmósfera limpia. |
Hace
ya un cuarto de siglo el poeta Octavio Paz se preguntó,
lamentándose, por qué no había partidos políticos en México. Una y otra
vez el poeta volvería al tema de los partidos pues sabía que de ellos
dependía la suerte política de su país, al entender que
la democracia no podría implantarse sólidamente mientras no se formaran
partidos serios, nutridos de ideas, transparentes y dispuestos a la deliberación
constructiva. Aquí, en el contexto cántabro, la pregunta debemos formularla
al revés: por qué existiendo partidos, que han actuado en la dura y justa
controversia y el enriquecimiento de ideas, avanzamos hacía una especie
de decreto unificador de tres siglas distintas en un
partido único, al dejar fuera del debate asuntos tan
esenciales para el interés general de Cantabria o valores tan sustanciales
como los de la honestidad y la transparencia económica.
Me duele dar la razón a un tratadista que ante la inhibición de los partidos
de los asuntos del interés ciudadano, apuntilló que la miseria de nuestros
partidos es la miseria de nuestra democracia. He seguido a Octavio Paz tanto por su poesía como por su condición de liberal romántico; liberal porque defendió la autonomía de la persona, se opuso a los despotismos, buscó un poder controlado y luchó contra el pensamiento único. Estos conceptos tan esenciales en las ideas de Paz representan hoy un fracaso en nuestro sistema de partidos; así, la autonomía de la persona está aplastada por la dictadura de las directivas partidarias y el poder político que expresa el pueblo en las urnas cada cuatro años, acepta su acatamiento y disciplina a compromisos, pactos e intereses casi siempre económicos y de influencias, que se tejen en las cúpulas partidarias y fuera de las instituciones. ¿Qué ocurre en nuestro sistema de partidos?. La primera reflexión que puedo aportar es que es imperfecto e incompleto. Imperfecto, porque los debates entre partidos en Cantabria -los del poder y oposición- se centran en cuestiones más o menos domésticas, pero huyen de abordar los asuntos más trascendentes, aquellos que pueden sacar a debate las actitudes moralizantes o no moralizantes o, aquellos asuntos en los que están en juego los grandes intereses, lo único que parece poner de acuerdo a sus dirigentes. Los espacios de debate y controversia están, por tanto, acotados a cuestiones no trascendentes para el interés general y la conformación de opiniones por la ciudadanía. Esto es más grave en Cantabria cuando el desequilibrio entre poder y oposición es tan evidente. Tenemos un modelo de dos partidos en el gobierno -con mayoría muy absoluta- y uno en la oposición, cuando lo más saludable, lo que hace que los controles sean más efectivos, es que el modelo sea al revés: uno en el gobierno y dos en la oposición. ¿Qué percibe la ciudadanía?. Sencillamente que no hay controles suficientes porque la oposición prácticamente no existe. O no se quiere que exista porque lo más importante se pacta, se saca del debate público, se hurta al pueblo y entre los tres -como se dice popularmente- se lo guisan y se lo comen. Las acciones y omisiones del Partido Socialista en Cantabria en el ejercicio de sus responsabilidades de oposición y alternativa, representa uno de los ejemplos de perversión política -misería que diría Octavio Paz- al no ejercer una oposición mínima, cuando hacer oposición no es tarea difícil, más si tenemos en cuenta que en el Parlamento cuentan con catorce escaños bien remunerados -como los del PP y PRC- al cambiar en esta legislatura las percepciones de los diputados que de dietas han pasado a sueldos de dedicación exclusiva o a tiempo parcial. No es asumible que unos diputados bien pagados estén en Coria o en babia. El juego entre el PP y el PSOE es de una componenda constante que adultera el sistema democrático de partidos. En los últimos meses se han hecho favores mutuos con motivo de sus congresos. El socialismo recibió previo pacto el apoyo de los medios de comunicación del estado para sus candidatos oficiales; para el congreso del PP, el socialismo ha despejado el futuro del ex-secretario general de sus opositores a través de la presidencia de la Caja para continuar con un reparto de favores mutuos. Por cierto, un espacio vinculado estrechamente a la política donde se pacta, incluso, el votar a mano alzada. Las organizaciones políticas deben asumir principios democráticos no dudosos, modernizar sus planteamientos, actualizar sus cuadros, dar paso al idealismo que alcance, incluso, dimensiones románticas. Son organizaciones útiles en la promoción y confirmación de una sociedad democrática, principios que traicionan cuando al final se articulan controversias sobre asuntos menores y, sin embargo, se pactan en la penumbra cosas mayores y trascendentes en interés propio de unas minorías y sus dirigentes. Es triste como aquí en Cantabria los debates plurales de antes se han transformado en el pensamiento único; las reivindicaciones y anhelos, en el conformismo; la pelea democrática dura y continuada, en la confrontación previamente pactada; la esperanza ilusionada, en un escepticismo profundo. Para los partidos en el gobierno esta situación puede ser positiva desde una visión alicorta; sin embargo, para un PSOE que monopoliza la oposición esta situación le hace cómplice en primer grado de lo más oscuro y reprobable, así como culpable máximo al no ser capaz de hacer una mínima oposición que pueda calificarse de dura o radical. El sistema de partidos en Cantabria presenta, por tanto, unas significativas anomalías que no solo hay que denunciar sino que reconducir. Hay que mejorar el pluralismo con un escaparate más atractivo para los ciudadanos del que puedan elegir desde una mayor oferta política/electoral; es preciso alzar una voz de quienes observan esta situación tan atípica en la que el gobierno hace y deshace a su antojo y la oposición se conforma con su status, sus sueldos, sus prebendas y algunas influencias, lo que genera, finalmente, que se piense/sospeche que esta alianza solo puede sostenerse sobre actos o situaciones escasamente éticas. Es lo que se desprende de tanto silencio sobre tantas prácticas dudosas. Es la miseria de unos partidos que la trasladan a la miseria de la democracia y, por tanto, nos exige un plus de defensa de las reglas que controlan y esparcen el poder y asegurar una atmósfera limpia. No estaría mal un voto bronca contra esta indignante adulteración de los valores más intrínsecos de una democracia que protagonizan y patrocinan las siglas PP,PRC y PSOE. |
ALERTA 2 de Noviembre de 2002 © José Ramón SAIZ www.joseramonsaiz.com |
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