Trascendencia de una autovía y respeto al patrimonio cultural y natural
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No se puede consentir que se opte por trazados “a la carta” a costa de arrasar un patrimonio histórico, cultural y natural que cuando se destruye representa borrar para siempre huellas del pasado de Cantabria que nos legaron nuestros antepasados.Para Sieso-Revilla sólo los grupos que se presentan a las elecciones están legitimados para personarse en estos casos. ¡Que disparate!. Es tanto como negar la organización de la sociedad y la protesta civil contra Chernobil o las pruebas nucleares. |
Pronto
se cumplirán
cuarenta años de la demolición del gran Teatro
Pereda, ubicado majestuosamente durante décadas en los comienzos de
la calle del Martillo, esquina al Río de la Pila, que inaugurado en 1919
por los hermanos Herrera Oria fue el centro de gran
solera teatral y cinematográfica. La piqueta
del desarrollismo de los años sesenta se llevó por delante este edificio
que hoy estaría declarado de
interés cultural y protegido.
Cuando desapareció gracias a la fiebre constructora de aquellos tiempos,
muchos santanderinos y cántabros sintieron profundamente la pérdida de
aquella joya, que aparece en todos los libros que recogen imágenes gráficas
santanderinas de las primeras décadas del siglo XX. Lo mismo o parecido
ocurrió en Torrelavega cuando en los comienzos de los años setenta, el
Teatro Principal construido en 1902 por un grupo de empresarios
locales,
fue demolido en 1967
para ganar dinero rápido.
Dos joyas de nuestro patrimonio que desaparecieron
para siempre para irritación, entonces,
de
sectores minoritarios de intelectuales y profesionales. Hago
este preámbulo para referirme a la noticia que estos días ha saltado a
la primera página de este diario y ha sido cabecera de información en
otros medios, referida a que por el Ministerio de Medio Ambiente se ha
ordenado elaborar un nuevo estudio medioambiental del tramo Molledo-Pesquera
de la autovía de la meseta. Los expertos –no necesariamente
ecologistas- esperaban hace tiempo una decisión de este tipo, teniendo en
cuenta que la Unión Europea vigila
muy de cerca los efectos en el medio natural de las grandes
infraestructuras y que no es la primera vez que interviene para paralizar
obras de un Estado miembro. En este caso, se ha adelantado el
Ministerio atendiendo recomendaciones de la Fiscalía del Medio Ambiente,
dato que, en principio, pone de manifiesto que los distintos controles existentes en un Estado de Derecho ejercen sus cometidos,
aunque no siempre con la celeridad necesaria. Las reacciones oficiales
–por cierto, crispadas contra los defensores del medio ambiente- no se han
hecho esperar desde el Gobierno PP-PRC y han sonado a una identidad
con las tesis ultraliberales del actual
inquilino de la Casa Blanca, conocido por ser enemigo declarado de los acuerdos de
Kioto sobre medio ambiente y entusiasta defensor de los intereses de las
empresas contaminantes. Debo
confesar que arrastro un desconcierto que espero explicar correctamente.
Primero, siempre he entendido la autonomía -además de su base
historicista y de identidad- como una aproximación de las
instituciones a los administrados para escuchar sus inquietudes, construir
una Administración menos burocratizada y, finalmente, estar cerca de las
reivindicaciones. Así, varios tramos de la autovía de la Meseta –los
que van desde Los Corrales hasta Reinosa- vienen siendo contestados
fuertemente por los colectivos ciudadanos que saben del tema y que tienen
estudiado su impacto. No es nuevo el daño
que la autovía produce a la cohesión de Los Corrales de Buelna como
ciudad en crecimiento; se divulgaron en su momento las inquietudes
mayoritarias expresadas por la corporación de Bárcena
de Pie de Concha –cuyo signo político ni es de izquierdas y mucho
menos ecologista-; se conocen los informes de expertos sobre el daño
irreversible de uno de los tramos a diverso patrimonio histórico y
cultural de Cantabria, etcétera, resultando que es Medio Ambiente de
Madrid quién al final interviene cuando correspondería a Medio
Ambiente de Cantabria velar
por la conservación de nuestro medio natural. Por tanto, cuando el
vicepresidente regionalista señor Revilla sale con el presidente Sieso a
demonizar a los ecologistas, sin importarles lo esencial, es decir, si se
hace un daño real a un patrimonio cultural heredado, nos
preguntamos: ¿Es
preciso que el trazado de la autovía (siempre fijado con unas claras
connotaciones de reducir la inversión), destruya
para siempre yacimientos arqueológicos como los de los poblados de
Villordún y de Las Casas del Río en Montabliz? ¿Es tolerable que un Gobierno de Cantabria, desde el significado del autogobierno, permita que la autovía provoque un impacto negativo y del deterioro visual y del entorno, quizás irreversible, en la Calzada Romana del Besaya, de una longitud de cinco kilómetros y que representa uno de los alicientes turísticos en alza en la zona?. Se trata, por cierto, de una calzada que enlaza con la vía principal llamado Itinerario de Barro, Calzada de los Blendios o Ruta de Bissalia, según los tramos por donde pasaba, y tenía su trayecto desde Pisoraca (actual Herrera de Pisuerga) pasando por Julióbriga dirección a Portus Blendium, actual Suances. |
¿Es
que tienen que desaparecer todos los vestigios
históricos de una zona extraordinaria en su conservación natural?.
He constatado con muchas personas que se han acercado a Montalbiz que el
trazado altera de forma irreversible un patrimonio cuya pérdida sería,
cuando ya no lleve remedio, sentida
por muchos. ¿Por
qué los poderes de Cantabria ignoran conscientemente los informes en su
poder sobre la riqueza de fauna,
flora y catálogo de especies
de la Cuenca del Bisueña, afectada por el trazado?. Arqueólogos,
historiadores, expertos en definitiva, han elaborado informes expresando
su inquietud por los trazados impuestos –y no negociados-
de la autovía. Realmente, hay que preguntarse: ¿cómo es posible
no ya desde una actitud regionalista sino desde la condición de cántabros
y, más desde la responsabilidad de preservar el patrimonio histórico y
natural a lo que obliga nuestro Estatuto, se puede despreciar
la necesaria defensa de la integridad de una calzada romana de
extraordinario interés o, la desaparición de yacimientos arqueológicos,
poblados antiguos y un catálogo de fauna y flora protegidas por la
legislación española y europea?.
No lo entiendo. Como tampoco entiendo qué clase de conciencia
cántabra podemos proyectar y transferir a las nuevas generaciones
cuando, a lo que parece, no importa arrasar
con lo que sea del patrimonio histórico, cultural y natural de Cantabria
con tal de ponerse una medallita. Afirma
el señor Revilla que la decisión “cuasará un daño tremendo a
Cantabria”. Contestaremos al titular de Obras Públicas,
que no es la primera ni será la última vez que ocurra que se
exijan nuevos estudios de impacto medioambiental. Hay suficiente
territorio muerto en la zona
para elegir otros trazados –que debió hacerse a tiempo- aunque sean
opciones más caras, pero no es admisible que después de esperar treinta
años a tener una autovía, se
ninguneen a Cantabria unos cientos de millones arrasando patrimonio
histórico y natural de Cantabria con la complacencia entusiasta del
regionalismo gobernante. Por cierto, ¿qué ocurre con el tramo Unquera-Llanes,
también de urgencia para Cantabria,
paralizado desde hace tres años por un trazado no idóneo que hasta
ahora no ha encontrado la preocupación de nuestras autoridades?. En
el siglo XXI no se puede arrasar la
historia y atrincherarse en conceptos que se defendían en los años
sesenta cuando la piqueta trabajaba a destajo, demoliendo
un sinnúmero de joyas de nuestra arquitectura regional. Las autoridades
de Cantabria han tenido varios años para analizar los trazados, emitir
informes serios y solventes medioambientales y escuchar a colectivos
especializados en la materia que precisamente existen para hacerse eco y
trasmitir las inquietudes de la ciudadanía. Pero no se ha hecho. Poco
parece importar que el trazado Molledo a Pesquera acaben con algo de
historia y patrimonio cultural y natural
de Cantabria, pero así parece. Así, al menos lo quiere imponer el pensamiento
único, al igual que Bush quiere construir un mundo donde a su lado
estarían los buenos y los malos serían el resto, los que, benditos de
Dios, queremos que se respeten con rigor los derechos humanos. Si
a los dirigentes de nuestra comunidad hay que juzgarles por sus
declaraciones en estos días, prefiero ahorrarme la opinión. Según las
tesis de Sieso y Revilla solo quienes se presentan a las elecciones están
capacitados y legitimados para
denunciar Chernobil o las pruebas nucleares. ¡Que
disparate!. No pensaba que el déficit intelectual era de tamaño
semejante. Por cierto, si la Autovía es, como dice el señor Revilla,
“auténtica fábrica para el desarrollo de Cantabria” (prefiero
mejores definiciones) ¿cómo en 1997 rechazó
en el Parlamento de Cantabria mi propuesta de adelantar la financiación
por parte de la Comunidad –como hicieron otros Gobiernos autonómicos-
en unos años de bajo endeudamiento y tipos de interés bajísimos?.
Aquella si que pudo ser una apuesta valiente y, sin embargo, se rechazó
por comodidad y falta de
ambiciones. ALERTA 9/2/2002
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