Sector industrial: el olvido de un modelo para Cantabria. |
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Madrid crece la que más y su presidente se muestra insatisfecho; aquí vamos para atrás y nuestros gobernantes propagan que somos ¡los primeros¡ de España. Con esa estrategia falsa e irreal ¿quién nos va a apoyar si el Gobierno proclama que estamos a la cabeza de todo?.
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En
los últimos días el Gobierno de Cantabria se ha lanzado a una carrera
propagandística de vender a la opinión pública que nada menos ¡somos
los primeros!
de España en crecimiento
del empleo industrial. Ha coincidido tal alocada carrera
propagandística –la publicidad oficial muchas veces se tuerce
por los hechos del día a día- con la noticia desvelada por ALERTA de la
regulación de plantilla en Solvay
e Sniace
(que afectaría a casi trescientos empleos), siendo impactante que la
primera haya presentado una medida de este tipo, cuando parecía a
salvo de
cualquier contingencia negativa. No
entiendo esta euforia oficial
cuando la realidad dice lo contrario
a los ciudadanos. Si la publicidad/propaganda del Gobierno (del dinero de
todos) llegara a los ministerios de Madrid, sería complicado acudir, en
el futuro, a reclamar algo que sea justo para nuestras necesidades, ya que
nuestras autoridades al recrearse en el éxito y proclamar a los cuatro
vientos, al este y al oeste, que somos ¡los primeros!
en todo, se pueden encontrar con la respuesta oficial de que estando tan
felices y
satisfechos con lo que tenemos, no estaría justificado pedir más, si es
que pedir saben –y lo dudamos- nuestros gobernantes. Hace
unos días escuché en radio una entrevista con el presidente de la
Comunidad madrileña, Ruiz Gallardón,
a quién os periodistas felicitaban porque todos los indicadores económicos
sitúan a Madrid a la cabeza de España. El presidente madrileño, un tipo
inteligente y con buen dominio de los medios, hizo la lectura inversa
a la que hacen aquí los dirigentes Sieso-Revilla,
al afirmar que aún siendo importante el crecimiento económico y de la
renta per cápita de la comunidad que preside, sus aspiraciones eran
mayores y que, por tanto, se sentía insatisfecho.
Aquí no. Unos
datos que habría que analizar a fondo, lleva a nuestros
gobernantes a decretar
la euforia general, el toque general a la rendición colectiva ante tan preclaros
gobernantes a quienes –según ellos- debemos la normalidad y el que
podamos morir de éxito.
No les importa
tratarnos como a bobos –a nosotros sí, pues nos cabrea- y a imponernos,
por decreto publicitario, que somos ¡los primeros!
de España en empleo industrial.
Claro que la propaganda oficial no contesta
preguntas como las siguientes: ¿Con
que datos objetivos y contrastados sostienen que el sector industrial
está creciendo cuando llevamos casi un semestre con anuncios continuados
de reajustes
de plantillas en grandes empresas?. Sin acudir a los archivos, citaré los
casos de
Quijano, Global Steel Wire, Equipos Nucleares, Solvay, Sniace y
algunas más, como el cierre definitivo, a un año vista, de las
explotaciones de Asturiana de Zinc en Reocín. ¿Con
que fuerza moral
los gobernantes afirman que está creciendo el sector industrial cuando no
hay trabajo
cualificado para nuestros jóvenes profesionales que salen de la
Universidad y la gran mayoría tienen que marchar de Cantabria?. ¿No
estaremos, una vez más, ante una operación de propaganda
para contrarrestar otros informes y análisis de coyuntura más fiables,
con datos facilitados por las propias empresas, como el recientemente
publicado por la Cámara de Comercio? ¿Qué
fue de aquél gran proyecto industrial que nos anunció el Sieso hace ya
seis años
tras ser recibido por Aznar en La Moncloa y que tengo grabado en mi
memoria?. ¿En
que prepotencia
está instalado este Gobierno que se sitúa a la contra
de la inquietud de la ciudadanía, consciente de forma casi generalizada
de la progresiva caída
del sector industrial de Cantabria?. Recuerdo
que hace años, con otro gobernante en Cantabria, los partidos que hoy están
en el poder, denunciaban
que se estaba apostando exclusivamente por el turismo y el ocio; que
Cantabria no tenía futuro si no se potenciaba un sector industrial de, al
menos, el treinta por ciento del conjunto productivo de la comunidad cántabra.
Aquellos que denunciaban la excesiva tendencia
gubernamental hacia la promoción del turismo, hoy -sin hacer más-
obtienen buenos resultados de aquella gestión a través de grandes
atractivos turísticos como Cabárceno; sin embargo, han abandonado el
discurso de la industria, que en su conjunto ha retrocedido
y que continua a la baja.
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He
escrito con insistencia que el Gobierno de Cantabria no apoya
el desarrollo de
la empresa autóctona, como se demuestra en esos ¡ciento
treinta mil millones de pesetas!
adjudicados en obra pública a empresas con sede social fuera
de Cantabria y, por tanto, favoreciendo los presupuestos de su comunidad
autónoma y perjudicando los nuestros. Esta estrategia de favorecer a los
de fuera estrangula
el desarrollo de nuestras empresas que, además, mantienen empleo fijo y
pagan aquí sus impuestos. Es una irresponsabilidad
más a las que se pueden añadir otras. Por ejemplo, nuestros gobernantes
han adquirido con el dinero de nuestros impuestos unos flamantes coches
oficiales,
sustituyendo los anteriores que tenían una antigüedad de cinco años.
Mientras Fraga obliga a que los coches de sus consejeros sean de la marca
Citroen; Valencia, de la Ford; Cataluña, Volkswagen-Audi; el País Vasco,
Mercedes Benz; es decir, distintivos de su industria automovilística,
resulta que en Cantabria tenemos
una planta de Nissan (Los Corrales de Buelna) y, sin embargo, adquirimos
los coches a una empresa radicada a ochocientos kilómetros de nuestra
comunidad. El
ejemplo puede ser anecdótico para algunos pero es significativo,
tanto como, por ejemplo,
que estructuras de puentes de carreteras se encarguen
a Asturias cuando tenemos empresas del metal muy competitivas; ejemplos
hay muchos
y serían suficientes para sonrojar a quienes están demostrando
que no administran
correcta y coherentemente nuestro dinero público. En consecuencia, frente
a la propaganda oficial, los cántabros todavía pensamos
y, aunque algo sedados
por tanto consenso con los agentes sociales
y económicos
gracias a
generoso dinero público, nos damos cuenta que la realidad es otra
bastante más cruda
para nosotros y nuestros hijos. CÓDIGO
ÉTICO Y DEFENSA DE NUESTRA HISTORIA. Escribió don Marcelino Menéndez y Pelayo: “Pueblo que no sabe su historia es pueblo condenado a irrevocable muerte. Puede producir brillantes individualidades aisladas, rasgos de pasión, de ingenio y hasta de género, y serán como relámpagos que acrecentará más y más la lobreguez de la noche”. Empeñado en una lucha en la que estamos algunos –parte de nuestro código ético personal- en defensa de nuestra historia y de la identidad, es de agradecer artículos como el publicado el jueves por el doctor Roberto Lavín Bedia en estas páginas de ALERTA en el que con maestría, palabras justas y medidas, deja en su sitio a un empecinado profesor de Historia Medieval de la Universidad de Cantabria, que en vano trata de provocar la oscuridad en torno a nuestro pasado histórico, cuando luce con brillo propio. He denunciado en estas páginas cómo el Gobierno de Cantabria no solo se cruza de brazos sino que financia con dinero de todos cómo algunos profesores de Universidad cuyo mérito, no siempre, es haber accedido por oposición a su plaza, distorsionan hechos históricos y, cuando se les cruza alguien en el camino con la fuerza de las reflexiones, afirman –vaya descaro- que se sienten amenazados. ¡Que vayan a otra Comunidad a ver hasta donde se atreven a discutir su identidad¡ Cuando tantos callan y no siempre por ignorancia, reconforta que personas como el doctor Lavín Bedia, se planten desde su intelectualidad ante quienes intentan convertir en oscuro donde hay luz o. desmerecen aquello que reúne méritos históricos suficientes para que en otras circunstancias y otros territorios hubieran proyectado más fuerza y más derechos para su autonomía. ¡Triste panorama el nuestro cuando los que gobiernan hacen caso omiso a las solemnes palabras de nuestro sabio universal!. ALERTA
11/05/2002
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