Necesidad de una mayor identidad cántabra.
|
||||
El Gobierno de Cantabria tiene que responder a esta pregunta: ¿cómo es posible que se ignore oficialmente el centenario de la muerte del gran escritor Amós de Escalante o, que se haya disuelto por indicación oficial la selección cántabra de fútbol, cuando en este deporte gozamos de un potencial histórico y reconocido?. Se palpa una falta de ambiciones por Cantabria inquietante. Sin embargo, hace cuarenta años, con presupuestos ridículos, el presidente Escalante Huidobro hacía suyo el proyecto de teleférico ideado por el ingeniero Odriozola Calvo, consolidando la entrada a Picos por Liébana y logrando nuevas formas de vida para la comarca. |
Durante un tiempo se creyó que los particularismos, las devociones localistas o la frenética paranoia de las tribus -como así se expresaban los nostálgicos del centralismo- estaban a la baja o, por lo menos, congeladas, pero al comienzo del siglo XXI se repite: las comunidades vuelven a ensimismarse en busca de un espíritu que les permita dar contenido a su identidad y su diferencia. Una vez más -aún cuando un buen número de países europeos hemos estrenado moneda única- no existen hombres en el mundo. Lo que siguen existiendo son franceses, italianos, rusos, ingleses, alemanes, etcétera, tal como proclamaba hace tres siglos Joseph de Maistre, afirmando, al tiempo, que si en Alemania hay bávaros y berlineses; en España, esa pluralidad se extiende a catalanes, vascos, asturianos, cántabros o gallegos, por citar estos pueblos con identidad diferenciada. Una de las manifestaciones de los pueblos que recuperan su identidad perdida o reprimida se centra en la celebración de las efemérides propias, aquellas conmemoraciones que sirven para reafirmar una historia, un pasado, unas biografías, una obra literaria o filosófica, un acontecimiento sobresaliente. Este no parece que es nuestro caso. Hay hechos que nos diferencian de las demás comunidades pero, curiosamente, a la inversa de la dinámica y de lo que exige tener un Estatuto -que refleja una identidad histórica- y un autogobierno, que aparentemente significa que tenemos libertad en un buen número de competencias para gobernarnos y, sobre todo, para conmemorar aquellas celebraciones más significativas. Aquí, por ejemplo, el Gobierno de Cantabria pasa de celebrar el centenario de la muerte del gran escritor don Amós de Escalante y Prieto o, en estas navidades -ya por tercer o cuarto año, fruto de la indolencia tanto del anterior consejero de Cultura como del actual- se han paralizado iniciativas que, sin embargo, en otras comunidades con potencial futbolístico han continuado con la organización de encuentros de sus selecciones autonómicas. En Cantabria no ha sido así, aún cuando es evidente que en fútbol gozamos de un potencial específico y reconocido. En consecuencia, señor consejero de Cultura y Deporte, ¿por qué hurtar a los ciudadanos que todos los años se celebre un encuentro de fútbol de una selección cántabra que refleje nuestra presencia, siempre relevante, en el fútbol español viendo bajo una misma bandera deportistas que militan en clubes rivales entre sí?. El gobierno y los señores Sieso y Revilla, tienen mucho que ver en congelar una iniciativa que solo generaba entusiasmo positivo por Cantabria. Cuando faltan estos símbolos e iniciativas a conmemorar –como ocurre con el silencio oficial en torno al centenario de la muerte de Amós de Escalante-, pasar de defender nuestra historia y difundirla con ánimo positivo y enriquecedor, igualmente, en favor de la idea de España, entendemos que sólo ocurre por falta de pulso, rumbo y ambiciones. Es como si este espacio cántabro que cuenta con autogobierno propio viviese, por responsabilidad de los gobernantes, de espaldas a la dinámica que impulsan otras comunidades más prósperas y con una identidad a través de los siglos. ¿Nos podemos imaginar a la Generalitat de Cataluña pasando de un homenaje a Gaudí, al poeta Maragall y al gran Josep Pla o, inhibido del centenario del Barcelona que siempre han defendido como algo más que un club de fútbol?. ¿Podemos imaginarnos a los gobiernos de Castilla y León ignorando una conmemoración sobre sus escritores románticos como el vallisoletano Zorrilla y, al Ejecutivo gallego, presidido por Fraga, obviando el aniversario de Rosalía de Castro?. ¿O, la vecina Asturias que está celebrando por todo lo alto un aniversario que recuerda y trae a la actualidad la obra escrita de Leopoldo Alas "Clarín"?. En el 2002 Cantabria debiera, al menos, celebrar como se merece dos centenarios significativos que refrescaran, sobre todo, la obra escrita de ambos: los cien años de la muerte de Amós de Escalante, que en 1876 escribió Ave Maris Stella, ensayo que trata nada menos que sobre al reconstrucción histórica de las Juntas de Puente San Miguel y, el también centenario de la desaparición de don Gregorio Lasaga Larreta, otra gran escritor e investigador de historia, natural de Viérnoles.
|
En cuanto a la gestión, ya he escrito reiteradamente que Cantabria está indefensa por un poder político que demuestra una evidente timidez en la defensa activa de nuestros intereses. Ha quedado probado en el caso de Valdecilla, el Plan Hidrológico, con la falta de compensaciones para Campóo por su esfuerzo y sacrificio nunca pagado del pantano del Ebro; ocurre con nuestros vecinos los vascos que ejerciendo sus derechos nos perjudican notablemente, sin que nuestras autoridades planteen ante el Gobierno central algún tipo de reivindicación o compensación; tenemos el ejemplo de todas las grandes adjudicaciones que hacen las Administraciones a favor de empresas que pagan sus impuestos en Madrid y solo generan empleo temporal en Cantabria, la última, la del plan director de Valdecilla, decretada por el Insalud diez días antes de la transferencia; obra, por cierto, por importe cercano a los diez mil millones de pesetas y que al adjudicarse a las empresas de siempre (nunca a las nuestras) cercena y limita nuestro desarrollo empresarial y las posibilidades de crecimiento de las empresas cántabras del sector. El largo etcétera de indefensiones de nuestros intereses generales es manifiesto. Un amigo mío afirma que en gestión estamos peor que en tiempos de la Diputación provincial. Aunque pienso que exagera, visto con la perspectiva de analizar los presupuestos de entonces y los de ahora, quizás tenga un poco de razón. Si es cierto que observamos que faltan proyectos ambiciosos, esos retos que marcan el acontecer de varias generaciones; que nuestros gobernantes se limitan a gastar el presupuesto, pero no a reafirmar una obra de gobierno eficaz y de futuro a pesar de los presupuestos tan cuantiosos con que cuenta. Precisamente en este año 2002 se cumplen cuarenta años de la apuesta de aquél presidente de Diputación, don Pedro Escalante Huidobro, ilustrado personaje conocido por El cantabrón, que hizo suyo el proyecto del gran ingeniero lebaniego don José Antonio Odriozola Calvo de abrir y consolidar la entrada a los Picos de Europa a través de Liébana con el teleférico de Fuente Dé. Decisiones de este tipo –apuestas decisivas, sin duda- son las que faltan en Cantabria y, sin embargo, en otros tiempos, se llevaban adelante con mucho menos dinero en las arcas públicas, pero, sin duda, con más pasión y fe en descubrir todas las posibilidades de desarrollo de la comunidad cántabra. Cabárceno, treinta años después, es otro ejemplo de ambiciones por Cantabria. Precisamente en la etapa de Escalante Huidobro se creó la Institución Cultural Cantabria y, en aquellos tiempos de autoritarismo, se fomentaron estudios históricos de gran valor, existiendo empeño por fomentar nuestra identidad histórica. Recordemos que el propio Escalante Huidobro en los años sesenta llevó adelante una iniciativa para recuperar el nombre de Cantabria a la que se adhirieron muchos ayuntamientos; sin embargo, la oposición de la capital, Santander, evitó que el intento fructificara. Ahora, sin embargo, con un Estatuto de Autonomía que reconoce esa identidad y el carácter de Cantabria como Comunidad Histórica, nuestros gobernantes se permiten el lujo de financiar libros en contra de nuestro pasado histórico o, ignorar un centenario como el de Amós de Escalante, un escritor que llevó a sus libros un patriotismo montañés y cántabro merecedor de ser analizado y difundido. Es como si se nos despojara de nuestro pasado y de nuestra historia, a pesar de que en la obra de Amós encontramos parte de nuestra grandeza histórica que en la referida a Liébana, se inserta en esta bella composición, contenida en su libro Costas y Montañas: Liébana es uno de los recintos de aquel alcázar soberano que la Providencia labró a España para asilo de su libertad, de su independencia y de su gloria.. Ante sus rocas se detiene la invasión, cesa la conquista, se quebrantan los yugos, toma treguas la muerte… Analizando lo que ocurre, entiendan el titular que he escogido para este artículo, que debo explicar mínimamente ya que no deja de ser sorprendente que tras veinte años de Estatuto de Autonomía, planteemos la necesidad de reivindicar una mayor identidad cántabra. ALERTA 12/1/2002
|
---|