1/  2/  3/  4/  5/  6/ 

 7/  8/  9/ 10/ 11/ 12/

 

 

Veinte años de autogobierno   /13

La Cantabria del poder y la Cantabria de los administrados.

Cae la industria y se pierden empleos; los ganaderos protestan, las estadísticas nos sitúan en la última comunidad en construcción de viviendas sociales y, sin embargo, una de las primeras en el precio de los pisos.. etcétera. El Gobierno, sin embargo, dice que aquí no pasa nada. 

 

¿Existe una Cantabria del poder y otra Cantabria distinta, que es la del pueblo, la de los administradores? Si analizamos la realidad social y económica de nuestra comunidad, observaremos que el poder político ofrece la sensación de que los cántabros vivimos en un mundo feliz, en el que todo el que se queja es por vicio, no por necesidad. Si aumenta el paro, no se preocupen ya que el director de Trabajo sale raudo a declarar que no tiene importancia y que la estadística pública no ha tenido en cuenta otros datos relevantes, si al día siguiente llega otra estadística que indica que Cantabria es la última comunidad autónoma en construcción de viviendas sociales, tengan la seguridad de que el consejero del ramo, de inmediato, replicará con el mensaje de que estamos en los mejores índices de cumplimiento de la historia; avanza la Cámara de Comercio una radiografía sobre la situación industrial, sale veloz el consejero cuestionado que convocara a la prensa y sin negar las estadísticas –que proporcionan las propias empresas- afirma, sin embargo, que no hay que preocuparse porque éste es el Gobierno que más está inviertiendo en la historia de Cantabria. En consecuencia, aquí no pasa nada y la culpa es de quienes difunden las estadísticas sin pedir permiso a la autoridad competente y el que los ciudadanos no comprendamos que este Gobierno  está batiendo récords históricos en todo lo que gestiona, aunque sobre la Historia con mayúsculas de Cantabria no sólo permite sino que avala con fondos públicos que se discuta o se ponga en el solfa. 

Pero si la Cantabria oficial y del poder afirma que todo va bien, la Cantabria del pueblo y de los administradores siente y percibe lo contrario, que hay cosas que van mal o, al menos, que las cosas no van bien. Entendemos al poder en sus afanes de disimular los problemas y suavizarlos en la valoración pública, pero a los ciudadanos nos corresponde expresar –y causas existen- una profunda preocupación ya que si desde la Administración no se tiene –o la disimulan-  la crítica positiva y constructiva debe surgir de la sociedad e incidir en todo aquello que sea manifiestamente mejorable, aunque lo que existe en el modelo de gobierno actual es precisamente el agotamiento de las muy escasas ideas que se han puesto en marcha en estos siete años de acción política. 

No hace falta ser un genio para observar que el sector industrial va mal. Sólo en el metal se han perdido más de mil empleos en el último año y una empresa como Sniace acaba de anunciar un reajuste de plantilla que afectará a centenar y medio de empleados, datos, sin duda, elocuentes. Lo dicen las estadísticas sobre la evolución del sector en los últimos dos años que se van conociendo en estas semanas. 

Mis recientes reflexiones sobre el empeoramiento y deterioro de los índices industriales de Cantabria, se han visto confirmados por la fuerte caída en el 2001, según las estadísticas divulgadas hace días por la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Santander. Lo hice sobre estadísticas facilitadas en un reciente informe –muy acreditato- de La Caixa; sin embargo, los datos del conjunto sobre la evolución industrial del pasado año son peores que los comentados, sobre todo porque la Cámara obtiene sus conclusiones a través de la Encuesta de Coyuntura Industrial que analiza los datos que las propias empresas facilitan. 

Existe una evolución negativa de muchos parámetros que reflejan no sólo una tendencia al estancamiento sino a la regresión de sectores económicos, preferentemente el industrial. Así, destacaba que las estadísticas que reflejan el índice industrial (informe de La Caixa, página 371) y el reciente estudio conocido “Las pymes en España 1996-2000”, presentan datos seriamente preocupantes. Así, estamos en la cola del índice industrial con La Rioja. Navarra –con la misma población de Cantabria- nos duplica la fuerza en este sector y comunidades autónomas que ofrecían una imagen tradicional de fuerza en otros sectores, presentan índices, hoy, muy superiores al de Cantabria. En cuanto a grandes empresas, los datos de Cantabria son los más graves, al pasar de 42 a 37, mientras que el resto de las Comunidades Autónomas, las ricas y las menos ricas, han visto incrementarse el número de sus empresas grandes. 

El informe de la Cámara añade más datos ofreciendo este diagnóstico concluyente: las empresas industriales de Cantabria experimentaron un fuerte descenso de producción, pedidos nacionales, horas trabajadas y exportaciones. Esta obra estadística es significativa: la producción media registró una fuerte caída respecto a los valores medios del año 2000, ofreciéndose el dato de que un 58 por ciento de las empresas tuvieron una producción menor. Son datos éstos que no coinciden, precisamente, con las reiteradas autocomplacencias oficiales de los gobernantes que intentan cambiar –ojalá que fuera con hechos- la realidad decadente de Cantabria en cuanto a su sector industrial, ocultándonos en sus balances oficiales y propagandísticos la verdadera situación, que no es otra que la que nos anuncia la existencia de reajustes de plantilla en las grandes empresas de la Bahía de Santander, Campoo y Torrelavega; es decir, esta caída de la industria cántabra no se detiene, sino que parece acelerarse

Existen otros criterios que, además, frenan el crecimiento de la empresa de Cantabria es el referido a la obra pública, situación realmente grave y que no nos cansaremos de reiterar. Haciendo cálculos nos encontramos que el Gobierno central tiene adjudicadas a empresas que no tienen domicilio fiscal en Cantabria (apenas una oficina y cuatro empleados), obras por importe próximo a los cien mil millones de pesetas, además, la administración autonómica, una parte de su inversión directa –que no es inferior a los veinte mil millones de pesetas- se lo ha adjudicado a empresas que, insistimos, no tienen vinculación alguna con Cantabria, es decir, nuestro Gobierno está financiando los presupuestos de otras Comunidades Autónomas ya que el IRPF del personal de esas empresas y de los beneficios, no revierten en Cantabria y , por el contrario, en la autonomía en la que dichas empresas tienen su sede fiscal. En consecuencia, aquí se hace lo contrario, -financiamos otras comunidades, por cierto más ricas- mientras que asistimos a la lógica polémica entre Cataluña y Madrid en su lucha a fondo por quedarse con los impuestos de la empresa Terra. 

Esta falta de apoyo y de entusiasmo hacia la empresa cántabra tiene múltiples ejemplos, algunos anecdóticos como el que les voy a explicar pero que demuestra lo que aquí denunciamos. Cuando hace casi siete años tomó posesión el Gobierno PP-PRC una de las primeras decisiones fue la de adquirir coches oficiales para cada consejero. Como dicha compra alteraba las promesas electorales en cuanto a control del gasto, nos vendieron a todos que se había hecho un acuerdo positivo con la marca Nissan, que tiene un centro de trabajo en Los Corrales de Buelna. Sin estar agotados muchos de esos vehículos, se acuerda –sin figurar en la ley presupuestaria- adquirir nuevos coches, más elegantes y confortables, y se opta no ya por la empresa que está en Cantabria sino por otra marca. Es un pequeño detalle, pero es elocuente en relación a lo que insistentemente venimos denunciando

Estamos, pues, ante un Gobierno que está en lo pequeño y anecdótico, teniendo abandonado lo grande, lo trascendente. El consejero de Sanidad nos presenta el logotipo del nuevo servicio de salud cántabro y, sin embargo, aún no ha resuelto la crisis en la dirección médica de Valdecilla, abierta desde hace casi dos meses; el de Obras Públicas, llega hasta inaugurar semáforos y, al día de hoy, desconocemos las medidas que se están tomando para que no falte agua este verano en distintas poblaciones que ya presentaron el pasado año una situación límite. Pero he ahí a la Cantabria del poder afirmando que todo va bien.

ALERTA 13/4/2002