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Veinte años de autogobierno /13La Cantabria del poder y la Cantabria de los administrados. |
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Cae la
industria y se pierden empleos; los ganaderos protestan, las estadísticas
nos sitúan en la última comunidad en construcción de viviendas sociales
y, sin embargo, una de las primeras en el precio de los pisos.. etcétera.
El Gobierno, sin embargo, dice que aquí no pasa nada.
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¿Existe
una Cantabria del
poder y otra Cantabria distinta,
que es la del pueblo, la de los
administradores? Si analizamos la realidad social y económica de
nuestra comunidad, observaremos que el poder político ofrece la sensación
de que los cántabros vivimos en un mundo feliz, en el que todo el que se
queja es por vicio, no por
necesidad. Si aumenta el paro, no se preocupen ya que el director de
Trabajo sale raudo a declarar que no tiene importancia y que la estadística
pública no ha tenido en cuenta otros datos relevantes, si al día
siguiente llega otra estadística que indica que Cantabria es la última
comunidad autónoma en construcción de viviendas sociales, tengan la
seguridad de que el consejero del ramo, de inmediato, replicará con el
mensaje de que estamos en los mejores índices de cumplimiento de la
historia; avanza la Cámara de Comercio una radiografía sobre la situación
industrial, sale veloz el consejero cuestionado que convocara a la
prensa y sin negar las estadísticas –que proporcionan las propias
empresas- afirma, sin embargo, que no hay que preocuparse porque éste es
el Gobierno que más está inviertiendo en la historia de Cantabria. En
consecuencia, aquí no pasa nada
y la culpa es de quienes difunden las estadísticas sin
pedir permiso a la autoridad competente y el que los ciudadanos no
comprendamos que este Gobierno
está batiendo récords históricos
en todo lo que gestiona, aunque sobre la Historia con mayúsculas de
Cantabria no sólo permite sino que avala con fondos
públicos que se discuta o se ponga en el solfa. Pero
si la Cantabria oficial y del poder afirma que todo va bien, la
Cantabria del pueblo y de los administradores siente y percibe
lo contrario, que hay cosas que van mal o, al menos, que las cosas
no van bien. Entendemos al poder en sus afanes de disimular
los problemas y suavizarlos en la valoración pública, pero a los
ciudadanos nos corresponde expresar –y causas existen- una profunda
preocupación ya que si desde la Administración no se tiene –o la
disimulan-
la crítica positiva y constructiva debe surgir de la sociedad e
incidir en todo aquello que sea manifiestamente mejorable, aunque lo que
existe en el modelo de gobierno actual es precisamente el agotamiento de las muy
escasas ideas que se han puesto en marcha en estos siete años de acción
política. No
hace falta ser un genio para observar que el sector
industrial va mal. Sólo en el metal se
han perdido más de mil empleos en el último año y una empresa como
Sniace acaba de anunciar un reajuste de plantilla que afectará a centenar
y medio de empleados, datos, sin duda, elocuentes. Lo dicen las estadísticas
sobre la evolución del sector en los últimos dos años que se van
conociendo en estas semanas. Mis recientes reflexiones sobre el empeoramiento y deterioro de los índices industriales de Cantabria, se han visto confirmados por la fuerte caída en el 2001, según las estadísticas divulgadas hace días por la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Santander. Lo hice sobre estadísticas facilitadas en un reciente informe –muy acreditato- de La Caixa; sin embargo, los datos del conjunto sobre la evolución industrial del pasado año son peores que los comentados, sobre todo porque la Cámara obtiene sus conclusiones a través de la Encuesta de Coyuntura Industrial que analiza los datos que las propias empresas facilitan. Existe una evolución negativa de muchos parámetros que reflejan no sólo una tendencia al estancamiento sino a la regresión de sectores económicos, preferentemente el industrial. Así, destacaba que las estadísticas que reflejan el índice industrial (informe de La Caixa, página 371) y el reciente estudio conocido “Las pymes en España 1996-2000”, presentan datos seriamente preocupantes. Así, estamos en la cola del índice industrial con La Rioja. Navarra –con la misma población de Cantabria- nos duplica la fuerza en este sector y comunidades autónomas que ofrecían una imagen tradicional de fuerza en otros sectores, presentan índices, hoy, muy superiores al de Cantabria. En cuanto a grandes empresas, los datos de Cantabria son los más graves, al pasar de 42 a 37, mientras que el resto de las Comunidades Autónomas, las ricas y las menos ricas, han visto incrementarse el número de sus empresas grandes. |
El
informe de la Cámara añade más datos ofreciendo este diagnóstico
concluyente: las empresas industriales de Cantabria experimentaron un fuerte
descenso de producción, pedidos nacionales, horas trabajadas y
exportaciones. Esta obra estadística es significativa: la producción
media registró una fuerte caída respecto a los valores medios del año 2000, ofreciéndose
el dato de que un 58 por ciento de las empresas tuvieron una producción
menor. Son datos éstos que no coinciden, precisamente, con las reiteradas
autocomplacencias oficiales de
los gobernantes que intentan cambiar –ojalá que fuera con hechos- la
realidad decadente de Cantabria en cuanto a su sector industrial, ocultándonos
en sus balances oficiales y propagandísticos la verdadera situación, que
no es otra que la que nos anuncia la existencia de reajustes
de plantilla en las grandes empresas de la Bahía
de Santander, Campoo y Torrelavega;
es decir, esta caída de la industria cántabra no se detiene, sino que
parece acelerarse. Existen
otros criterios que, además, frenan el crecimiento de la empresa de Cantabria es el referido a la
obra pública, situación
realmente grave y que no nos cansaremos de reiterar. Haciendo cálculos
nos encontramos que el Gobierno
central tiene adjudicadas a empresas que no
tienen domicilio fiscal en Cantabria (apenas una oficina y cuatro
empleados), obras por importe próximo a los cien
mil millones de pesetas, además, la administración
autonómica, una parte de su inversión directa –que no es inferior
a los veinte mil millones de
pesetas- se lo ha adjudicado a empresas que, insistimos, no tienen vinculación alguna con Cantabria, es decir, nuestro Gobierno
está financiando los presupuestos de otras
Comunidades Autónomas ya que el IRPF del personal de esas empresas y de
los beneficios, no revierten en
Cantabria y sí, por el
contrario, en la autonomía en
la que dichas empresas tienen su sede fiscal. En consecuencia, aquí se
hace lo contrario, -financiamos otras comunidades, por cierto más ricas-
mientras que asistimos a la lógica polémica entre Cataluña y Madrid en
su lucha a fondo por quedarse con los impuestos de la empresa Terra. Esta
falta de apoyo y de entusiasmo hacia la empresa
cántabra tiene múltiples ejemplos, algunos anecdóticos como el que
les voy a explicar pero que demuestra lo que aquí denunciamos. Cuando
hace casi siete años tomó posesión el Gobierno PP-PRC una de las
primeras decisiones fue la de adquirir coches oficiales para cada consejero. Como dicha compra alteraba las
promesas electorales en cuanto a control del gasto, nos vendieron a todos
que se había hecho un acuerdo positivo con la marca Nissan, que tiene un
centro de trabajo en Los Corrales de Buelna. Sin estar agotados muchos de
esos vehículos, se acuerda –sin figurar en la ley presupuestaria-
adquirir nuevos coches, más elegantes y confortables, y se opta no ya por la
empresa que está en Cantabria sino por otra marca. Es un pequeño
detalle, pero es elocuente en relación a lo que insistentemente venimos denunciando. Estamos, pues, ante un Gobierno que está en lo pequeño y anecdótico, teniendo abandonado lo grande, lo trascendente. El consejero de Sanidad nos presenta el logotipo del nuevo servicio de salud cántabro y, sin embargo, aún no ha resuelto la crisis en la dirección médica de Valdecilla, abierta desde hace casi dos meses; el de Obras Públicas, llega hasta inaugurar semáforos y, al día de hoy, desconocemos las medidas que se están tomando para que no falte agua este verano en distintas poblaciones que ya presentaron el pasado año una situación límite. Pero he ahí a la Cantabria del poder afirmando que todo va bien. ALERTA 13/4/2002 |
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