Cuando no existe sentido de Comunidad
El Gobierno PP-PRC sigue errando gravemente en su política con los municipios, sobre todo con aquellos que soportan una influencia de territorios vecinos.

Hay que reforzar lo cántabro allí donde existen peligros de identidad, pero se carece de esta sensibilidad actuando insolidariamente con algunos municipios clave.
     Hace unos días presenté en Reinosa mi libro sobre El Ducado de Cantabria ante un auditorio con ganas de compartir historia de Cantabria. Existe un espíritu campurriano que es muy pro-cántabro pero que también mezcla este sentimiento con lógicas simpatías hacia Castilla, la tierra próxima, ya que con una población palentina comparte una misma identidad campurriana, concretamente Aguilar de Campoo, población con la que todos los cántabros somos solidarios en el problema abierto con la crisis de la empresa Fontaneda. En el coloquio, desde un sentido amor a Cantabria, se expresaron algunas dudas sobre la realidad autonómica que vivimos, evidenciándose una decepción compartida sobre unos gobernantes que no demuestran el pulso, la creatividad y genio e, incluso, la pasión por una identidad cántabra al vivir de espaldas a la brillante historia de Cantabria. Me inquietó mucho este dato que dio a conocer el alcalde de Reinosa: el Gobierno Sieso-Revilla tan solo ha aprobado una obra de los planes de cooperación para este municipio que es capital de Campoo y que representa la mitad de la población campurriana. Ciertamente me escandalicé.

Este torpe hecho promovido desde el Gobierno de Cantabria sintoniza con una serie de artículos que publiqué recientemente sobre la deficiente relación de la Administración autonómica del PP-PRC con Castro Urdiales, que en su crecimiento acelerado la convertirá en diez o quince años en la segunda ciudad de Cantabria desplazando a Torrelavega; también la decisión del alcalde de Villaverde de Trucíos de apelar al Rey porque no encontraba eco para sus iniciativas ante las autoridades cántabras donde se retrasaban su petición de entrevistas y la ejecución de inversiones, cuando no están muy lejanos en el tiempo aquellas cruzadas pro-cántabras que impulsaba aquél PRC reivindicativo -y hoy totalmente desaparecido- cuando algo pro-vasco se movía por aquél municipio.

Defiendo y entiendo que cuando se margina en inversiones o, no se respeta la autonomía local de Castro-Urdiales, Reinosa o Val de San Vicente, municipio éste fronterizo con Asturias, se está jugando en contra de los intereses cántabros que precisan de reafirmar nuestro territorio y aglutinar más una identidad propia. Solo desde una irresponsabilidad que puede pagarse con consecuencias negativas para todos, se pueden impulsar políticas como viene haciendo el PP-PRC desde el Gobierno con el silencio de una oposición socialista que está perdida, desorientada y que si antes tenía un dirigente discutido, pero que ejercía, ahora carece de referencia. Tiene el PSOE una candidata oficial a la Presidencia de Cantabria que con sus pactos oscuros con el Gobierno escandaliza a los suyos y no se sabe que piensa, opina y como siente los problemas de Cantabria, aún en los casos de evidente discriminación hacia municipios que gobierna su partido.

Un sentido de comunidad debiera aconsejar a los codirigentes del Gobierno de Cantabria a actuar con mucho tacto, respeto y reequilibrio solidario de las inversiones con las comarcas más sensibles a influencias o afinidades con comunidades vecinas. No se trata, por supuesto, de movilizar energías y opiniones en contra de esas comunidades, sino de tener a gusto y cómodos, con el trato que merecen como cántabros, a quienes vivan en Castro Urdiales, Villaverde de Trucíos, Reinosa o Val de San Vicente, al margen del color político que gobierne estos municipios. Hay intereses generales de Cantabria que están por encima de esquemas partidistas, pero esto no parece entenderlo el Gobierno de Cantabria que en el caso de Castro Urdiales no ha respetado en varias ocasiones la autonomía municipal o, en los problemas de Reinosa, que concentra la mitad de los habitantes de Campoo, se despacha con una sola obra del plan de cooperación en diez años, mientras muchas veces se tiran los dineros en gastos suntuosos de escaso interés público.

Observamos, por tanto, que en vez de optar y desarrollar una política global e integradora, con sentido de comunidad, los gobernantes se dejan llevar por mezquinos partidismos, cuando se trata de actuar por otras vías, es decir, reforzar lo cántabro allí donde existen amenazas, que vienen de un expansionismo económico de los territorios vascos que tienen asumidas unas competencias y una fiscalidad muy equivalentes a las de un estado soberano, además de tomar medidas acercando la Adminsitración autonómica a centros de población un tanto lejanos, ejemplo en concreto al carecer de autovía, de Reinosa y Campoo.

Así las cosas, considero que los co-dirigentes del Gobierno de Cantabria se están deslizando, en este campo, por un camino peligroso que solo puede debilitar la propia integridad de la Comunidad Autónoma. Abusando de una mayoría muy absoluta en el Parlamento no solo han reducido a casi cenizas a la Cámara legislativa, sino que impulsan el clientelismo y favoritismo hasta el descaro, ya que hasta en sus propias filas partidistas hay ayuntamientos favorecidos y otros castigados. Hay un caso que representa un ejemplo de estas manipulaciones que dañan a los ciudadanos: la carretera Oruña-Requejada tiene dos tratamientos antagónicos: en el tramo dentro del municipio de Miengo, se han hecho aceras, eliminadas algunas curvas e instalado potente iluminación; sin embargo, en el tramo dentro de Piélagos, ni una sola acera, las luces las ha colocado el Ayuntamiento y no se ha salvado una sola curva. Es gravísimo que desde el poder autonómico se actúe con este sectarismo ridículo y mezquino.

Por esa vía insolidaria y que desprecia municipios vitales para la integridad e indentidad cántabras, los gobernantes no contarán con el aliento de muchos ciudadanos que entienden que Cantabria precisa de acciones de gobierno solidarias, integradoras y eficaces. Es inadmisible que se ignore que cántabros somos todos; por ello, reclamamos un gobierno para todos, sin discriminaciones absurdas e insolidarias que significan todo un atentado a un sentido práctico y realista de Comunidad.

Torrelavega-Los Corrales: derechos ciudadanos pisoteados.

El problema de abastecimiento de aguas que sufrieron durante cuarenta y ocho horas las poblaciones de Torrelavega y Los Corrales representa un hecho que los ciudadanos no pueden olvidar fácilmente. Ha pasado una semana y la empresa constructora de la autovía no ha pedido disculpas públicas a la ciudadanía torrelaveguense y corraliega. Por vergüenza torera, a estas alturas ya debieron presentar una demanda judicial reclamando daños y perjuicios. Ahora bien, el problema está en las autoridades locales de ambos ayuntamientos gobernados por el PP-PRC, que siguen callados, sin actuar, echando balones fuera y esperando que escampe.

Es intolerable desde un punto de vista de dignidad de pueblo que una empresa, por muy poderosa que sea, se la permita actuar sin ningún control, manteniendo en casi "estado de sitio" a Los Corrales de Buelna y despreciando a los ciudadanos de Torrelavega, con el consiguiente desplante a los gobernantes locales, que no han reclamado siquiera una explicación pública a la empresa o la exigencia de las correspondientes disculpas. Se trata de empresas grandes, con sede fiscal en Madrid, a las que premia el Gobierno PP-PRC con grandes obras que podrían asumir perfectamente ocho o diez empresas cántabras que ven así limitado en su crecimiento y su capacidad de reinvertir en la propia comunidad.

Conclusión, se conceden las inversiones de Cantabria a empresas que pagan sus impuestos en otras comunidades que, además, no mantienen empleo cántabro y generan financiación a sus comunidades de origen gracias a obras realizadas en nuestra comunidad. Por último, con la aquiescencia y el silencio de nuestras autoridades, pisotean derechos ciudadanos. Así nos va.






ALERTA 28/09/2002

© José Ramón SAIZ
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