Ante el encuentro de La Moncloa |
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Todo indica que se va a circunscribir a lo estrictamente institucional en un ambiente escásamente cordial, con el único compromiso por parte de Aznar de trasladar a sus ministros las propuestas del presidente cántabro. |
En vísperas de la reunión oficial de La Moncloa entre Aznar y Revilla, me parece oportuno trazar unas reflexiones sobre un encuentro que tiene otras vertientes ya que el presidente del Gobierno del Estado recibe por primera vez –con seguridad será también la última- al presidente de Cantabria, comunidad en la que el partido que preside el señor Aznar ha sido desalojado del poder por las vías democráticas que determina el Estatuto de Autonomía. No puede ignorarse que en el reciente debate del estado de la nación, el señor Aznar criticó el pacto PRC-PSOE, lo mismo que han hecho en cadena todos los altos dirigentes del partido en el gobierno central. Conociendo la frialdad y el controvertido talante del señor Aznar, su entrevista con el señor Revilla se va a circuscribir –ójala me equivoque- a lo estrictamente institucional en un ambiente escasamente cordial, muy distinto, por ejemplo, al que ha ofrecido recientemente al señor Bono, presidente de una comunidad en la que el PP recibió una fuerte paliza electoral. El presidente cántabro -que es el último de los presidentes que pasara por La Moncloa- le hablará de proyectos y de necesidades de Cantabria para esta legislatura y, con toda seguridad, el señor Aznar solo se comprometerá a remitir sus propuestas a los ministros de cada competencia. Hasta ahí llegará la actitud del presidente del Gobierno. Ya hemos escrito en otra ocasión que las inversiones en marcha se van a mantener –Valdecilla, autovía de la Meseta o el tren de alta velocidad-; la incógnita está en conocer –lo que desvelará solo el tiempo- la actitud del Gobierno central en relación a otros proyectos si, como parece previsible, el PP sigue ostentando el Ejecutivo central otros cuatro años a partir de marzo del 2004. Pero aunque ya decimos que el tiempo despejará dudas, la estrategia del Partido Popular en estos cuatro años ya se va desvelando poco a poco y no difiere de la que se esperaba. Va a defender pùblicamente lo institucional, pero jugando a la contra y para ello –sobre todo si tras las elecciones del próximo año sale victorioso-, la maquinaria de la Administración central va a estar (o está ya) conectada directamente con la sede central del PP que tendrá conocimiento de todo el papeleo con la Administración cántabra antes de que un solo documento llegue al registro oficial de la Comunidad Autónoma; en consecuencia, la oposición en el Parlamento de Cantabria (Partido Popular) contará en todo momento con documentación e información verbal de primera mano que emane del Ejecutivo central. No se trata, en todo caso, de técnicas nuevas; las tenemos bien frescas en la memoria y ya se realizaron en otros tiempos de triste bloqueo político e institucional, con consecuencias negativas. La muestra de lo que afirmamos la ofrece el que sólo unos días antes de que se celebre el encuentro de La Moncloa, el señor Martinez Sieso ha entregado al ministro (de Administraciones Publicas) y secretario general (del PP) señor Arenas, los proyectos que deben incluirse en los presupuestos del Estado, que es tanto como enviar el mensaje a la ciudadanía de que todo lo que veamos en cifras en estos presupuestos llegará por la vía partidista, no por la institucional del encuentro Revilla-Aznar. Es decir, los responsables del partido quieren demostrar que el encuentro de La Moncloa no superará la vertiente protocolaria y que las decisiones importantes, vía Presupuestos del Estado, no tendrán más interlocutor que el PP de Cantabria. Desde las instancias oficiales se dirá otra cosa, pero la práctica del día a día en estos cuatro años se ajustará a cuanto relatamos. Esta vía abierta es un error del PP y de su presidente, el señor Martínez Sieso, que sigue sin dar muestras palpables de que a estas alturas ha sido capaz de superar la derrota aritmética parlamentaria y la consiguiente pérdida del cargo. La voz del conjunto de los intereses de Cantabria ya no es la suya, sino la del nuevo presidente de la Comunidad Autónoma y, lo lógico es que unos y otros esfuerzos tuvieran un punto de convergencia en el interés general, ya que por encina de los intereses de los gobiernos y de los partidos que los sustentan están los de la ciudadanía. Malgastar unas y otras energías no lleva más que a la esterilidad y, lo grave y ruinoso es que existan dos proyectos enfrentados cuando, sin embargo, no existen dos concepciones distintas sobre Cantabria, sino simplemente una lucha soterrada y descarnada por el poder. Y aunque lo que pueda suceder no es chocante cuando actualmente todo lo inunda el partidismo, sí es censurable porque al fin y al cabo quien pierde es la comunidad en su conjunto. También habría que exigirle a las cabezas visibles del nuevo Gobierno que sus palabras se traduzcan cuanto antes en hechos. El organigrama de poder sigue sin cerrarse en su estructura ejecutiva del segundo nivel; una situación que no pasa desapercibida para los ciudadanos y que debilita al propio Gobierno, merecedor de esta crítica cuando algunos consejeros sabían con antelación su inclusión en el gobierno, es decir, han contado con plazos suficientes para definir sus equipos y algunos siguen a medias. Un Gobierno, además, que no puede minimizar la primera amenaza que se cierne sobre su futuro con la querella que por vía penal deberá afrontar uno de sus miembros. Y aunque tenga algo mucho de querella política –por cierto, no distinta a otras que se han dado en Cantabria- cuenta con el aval de la abogacía del Estado que la ha informado favorablemente. Y es un nuevo sobresalto –el primero fue el de la chapuza de las estructuras- en muy escaso tiempo, lo que adelanta el tenso tiempo político que se vislumbra. ALERTA - 26 de julio de 2003 © José Ramón SAIZ ![]() |