Testimonio y evocación de José Antonio Odriozola
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     Cuando el turismo no se había desarrollado en Cantabria, puso sobre la mesa lo que define a personas geniales: la ambiciosa idea del teleférico de Fuente Dé. Era el año 1962. Desde entonces la comarca lebaniega ya no es la misma.

También se adentró en la investigación histórica, identificándose con las tesis de historiadores como Ildefonso Llorente, Alonso de la Bárcena o Pereda de la Reguera sobre Liebana como cuna de la Reconquista y de la Monarquía.

Desde hace más de quince años me acerco por estas fechas, con unos buenos amigos, a las praderas de Áliva, en el corazón de los Picos de Europa, donde se encuentra el refugio José Antonio Odriozola, en recuerdo de una brillante personalidad que perdimos en 1987. Fuimos amigos desde mi llegada a Madrid en 1971 –contactamos por indicación de Florencio de la Lama Bulnes, entonces director de Hoja del Lunes- cuando Toño Odriozola ya ostentaba la presidencia de la Federación Española de Montañismo (1970-1981), en cuya sede oficial de Argüelles, como en su domicilio de la calle Esproncenda, le visitaba con alguna frecuencia; encuentros en los que siempre me fascinó su inteligencia y visión de futuro. Cuando aun no se habían puesto las bases para el desarrollo del turismo en Cantabria, él aportó lo más difícil –las ideas - que definen a las personas geniales: una propuesta de viabilidad de un teleférico en Fuente Dé. Era el año 1962. Desde entonces Liébana ya no es la misma, afortunadamente, porque salió del subdesarrollo para acceder con anticipación a nuevas formas de vida –el turismo- anticipándose a Asturias en definir la entrada y salida natural de los Picos.

Toño Odriozola era un torbellino de inquietudes y proyectos. Desde mi visión personal, ha sido una de las personas más inteligentes que he conocido, de ahí que de tiempo en tiempo le recuerde, evoque su creadora personalidad y lamente con todos los que le conocieron que, al desaparecer tan inesperadamente, Liébana perdió a una persona que en su segunda edad –digo bien, porque su aspecto físico era impresionante- con toda seguridad habría aportado nuevas ideas, riquísimas en ambiciones, para los lebaniegos y para Cantabria en general. ¿Cuántas ideas como la del teleférico se han desarrollado y ejecutado en nuestra comunidad en el último medio siglo?. Muy escasas y pasando muchos años. No me equivoco: después de Fuente Dé sólo Cabárceno.

Tenía Odriozola, además, un gran conocimiento sobre la historia con mayúsculas de Liebana. Relata Eduardo García Enterría en la introducción al magnífico libro Nuestras Montañas (1), que la última salida a Picos la hizo con Toño en el verano de 1986, el anterior a su muerte, y fue una travesía de tres días desde Covadonga a los Llanos del Rey/Peña Subiedes, reconstruyendo la ruta que siguieron los moros vencidos por Pelayo y que encontraron en dicha Peña, según las crónicas, su final definitivo. Aquella atractiva ruta tuvo tres etapas: Covadonga-Vega de Ario- Puente Poncebos, el primer día; Poncebos-Bulnes-Sotres, el segundo; y Sotres- Mogrovejo-Los Llanos, el último. Un trayecto que realizaron en el verano de 1931 el historiador Sánchez Albornoz y sus alumnos, que sirvió para desmontar la tesis de algunos cronistas que sostuvieron que los moros supervivientes de Covadonga no pudieron alcanzar el centro de Liebana –precisamente Los Llanos-Peña Subiedes- donde fueron finalmente derrotados, en el mismo lugar en el que se levanta un pequeño monolito, hoy vergonzosamente rodeado de zarzas, que demuestra el desinterés por nuestra historia.

José Antonio Odriozola –a quien apasionaba la historia- abanderaba lo que historiadores como Ildefonso Llorente, Alonso de la Bárcena o Pereda de la Reguera justificaron sobre Liebana como cuna de la Reconquista y de la Monarquía Española. Fue el primero al que escuché el nombre de la hija de don Pelayo, Ermesinda, que se casó con Alfonso, hijo de Pedro, Duque de Cantabria, siendo Reyes a la muerte de Favila, despedazado por un oso –narra la tradición- en los montes de Cosgaya. Estoy seguro que de vivir Odriozola este tema se hubiese revitalizado y, quizás, encauzado institucionalmente. Mi libro El Ducado de Cantabria no deja de ser una iniciativa personal que encierra mi personal homenaje a Odriozola y a insignes historiadores como los mencionados.

El 22 de enero de 1987 se truncó una vida que tenía mucho que ofrecer generosamente a su tierra. Contaba con sesenta y dos años y soñaba con una pronta jubilación que le permitiera dedicarse por entero a sus pasiones: la familia, el terruño lebaniego y los amigos de siempre. Aunque ya había hecho aportaciones valiosas para el desarrollo de Liébana como la del teleférico, estaba decidido a volcarse con la tierra de sus mayores, a la que amaba sin mácula ni reserva mental alguna. Su entrega a la promoción y conservación de los Picos de Europa fue una constante de su vida, dedicando también sus esfuerzos a recuperar la toponimia que se estaba perdiendo y que alumbró en un magnífico libro, revisión de la cartografía y actualizar la altitud exacta de las cumbres de Picos, para cuyos trabajos tenía la preparación adecuada como ingeniero, alpinista y cartógrafo.

Guardo como un tesoro un original del estudio que realizó Toño Odriozola para justificar la viabilidad del teleférico de Fuente De. Fue un gesto de su viuda, Araceli Alonso, de Cosgaya, para que custodiara y difundiera en su memoria tan excepcional documento que refleja la gran visión de nuestro genial ingeniero y montañero. Todo lo que puede leerse en la memoria se cumplió, incluida la exacta ubicación del cable. Pedro Escalante Huidobro, entonces presidente de la Diputación, debió quedar convencido de la visión de Toño y abanderó, sin reservas, el proyecto. El estudio bajo el título Consideraciones para la instalación de un Teleférico en Fuente Dé, lleva fecha de enero de 1962. Paradojas de la vida, un mes de enero, veinticinco años después, se truncaba la vida y las ilusiones del creador de la idea que más ha modernizado la tierra secularmente aislada de la Liébana.

La personalidad excepcional de José Antonio Odriozola se manifiesta en que casi dos décadas después de morir, somos muchos los que le recordamos. Yo lo hago, como amigo y admirador, desde las montañas que él abrazó con pasión y evocando una de sus frases preferidas: Que la costumbre de la aldea prevalezca sobre la ley de la ciudad. No me cabe la menor duda de que hoy el Parque de los Picos, bajo la óptica de su fina inteligencia e identidad, sería una realidad pujante en todos los órdenes. Sólo los que le conocimos y sabemos cómo alumbró la idea de ese teleférico que eleva a la majestuosidad de las cumbres que preside Peña Vieja, cada año, a medio millón de visitantes, alcanzamos a intuir lo que Liébana perdió con su dolorosa desaparición.


(1). Nuestras Montañas, libro homenaje a José Antonio Odriozola, diez años después de su muerte en accidente de trafico. Contiene 24 panorámicas de los Picos de Europa dibujadas por J.A.O. Una veintena de personalidades que conocieron y trataron a Toño Odriozola colaboran en esta excelente obra de Ediciones Estudios. Santander. 1997.


ALERTA - 27 de septiembre de 2003

© José Ramón SAIZ


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