Campoo también es Cantabria

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Por justicia con los campurrianos, pero también por interés estratégico de la autonomía, un hospital digno representa una demanda para mantener el nexo de unión, por encima de actuales fronteras autonómicas, entre tierras que pertenecieron a la Antigua Cantabria.

Campoo -la comarca más al sur del territorio de Cantabria y límite con la comunidad castellano-leonesa-, tiene graves problemas y desde hace años existe una profunda inquietud entre su ciudadanía. Se sienten lejos, solos y desamparados. Tienen toda la razón en campos tan vitales como la industria con sucesivos toco-mochos y la sanidad elevada a la categoría de tercermundista, ofreciendo desde hace tiempo señales de alerta y alarma en el sentido de que no se les puede tomar el pelo por más tiempo. Por otra parte, Campoo sufre una marginación extrema cuando debiera representar la bandera de Cantabria en una nueva negociación del Plan Hidrológico –o de los restos que queden para un reparto equitativo del agua y de sus beneficios-, después de la política depredadora y humillante para los campurrianos de ayer y de hoy, que significó la construcción en los años cuarenta del pantano del Ebro.

El tema sanitario que soportan los veinticinco mil ciudadanos de Campoo representa la vergüenza de los últimos diez años. Fue hace dos décadas cuando un Gobierno de la nación acabó con las estructuras hospitalarias privadas que en Cantabria afectó a Torrelavega y Reinosa. Lo hizo sin crear las alternativas, que en el caso torrelaveguense llegaron gracias a intensas movilizaciones populares que acabaron arrancando al poder central el Hospital de Sierrallana. Los campurrianos se quedaron sin hospital y con muchos años por delante de sufrir –todavía- una carretera de un trazado antiquísimo. Solo el Gobierno Hormaechea les ofreció amparo con un concierto que permitió la continuidad de la Clínica de Reinosa.

Asumidas las competencias del Insalud, los gobiernos de Cantabria han tenido tiempo de construir el hospital que los campurrianos se merecen. Los que dejaron de gobernar hace un año, solo hicieron el proyecto y no lo llevaron a los presupuestos; los actuales, han rebajado su infraestructura para convertirlo en un pequeño hospital de escasas prestaciones. Los campurrianos, además de esperar, se les toma el pelo entre complicidades de los que ayer decían y defendían una cosa y, ahora dicen y aceptan otra, salvo excepciones que siguen en la reinvidación de siempre. Pero la necesidad y la urgencia del hospital de Reinosa –como servicio de primer orden para los campurrianos- tiene otro factor esencial y añadido para trabajar sin descanso ni desmayo en el asunto. Me explico.

Campoo es una comarca que por su geografía natural e histórica alcanza más allá de las fronteras de la Cantabria del sur. Hasta Herrera de Pisuerga, la Pisoraca romana, llegaba el territorio de la antigua Cantabria. Lejos Aguilar de Campoo de Palencia, los servicios del hospital de Reinosa representarían un nexo de unión y un factor fundamental en el mantenimiento de las relaciones lógicas de las gentes de unas tierras que hace siglos estaban unidas y no separadas por una frontera autonómica. Consecuentemente, si existiera estrategia autonómica y capacidad de mirar más allá de Puertochico, tanto por justicia para los campurrianos como por interés de los cántabros en general, esta vieja reivindicación estaría resuelta.

Pero Campoo –y los cántabros en general- sufrimos otras ofensas que con un mínimo de interés, mover un teléfono o levantar un poco la voz ante el ministro de turno, debieran solucionarse. Resulta que hasta hace un año con Cascos, Sieso y Gil y ahora con la ministra Álvarez, Revilla y Ortega, el lugar campurriano y cántabro del nacimiento del río Ebro no existe en la página web de la Confederación Hidrográfica del Ebro con sede en Zaragoza. Se reproduce una foto, pero no se cita el lugar, ni la comarca. Tampoco la comunidad a la que históricamente está unido el nombre de Fontibre y del Ebro, que evocaron los escritores y poetas que acompañaron al emperador Augusto en su intento de reducir a los cántabros, unos años antes del comienzo de la era cristiana.

En la web de la Confederación Hidrográfica del Ebro aparecen decenas de nombres, cuencas, afluentes, lugares, etcétera, pero para los responsables de este organismo del Estado el nombre de Fontibre no existe. Ciertamente es intolerable. Si un organismo como el que nos ocupa que depende del Estado tiene que ofrecer una información básica, sin duda debe referirse a donde nace y desemboca el río que genera esa gran confederación, poderosa, sin duda, con sede en Zaragoza y donde no tocamos bola los cántabros.

El Ebro es un río que genera riqueza a través de una agricultura dinámica en Navarra, La Rioja, Aragón y Cataluña, comunidades más ricas que la nuestra. Pero el río Ebro no nace en Zaragoza ni en Tortosa, aunque lo parezca. Su nacimiento en tierras cántabras no ha ofrecido –lamentablemente- crecimiento a nuestra comunidad. Impusieron un pantano en cuyo objetivo nos expropiaron las mejores tierras; expulsaron a sus gentes de su hábitat; obligaron a abandonar los restos de sus antepasados bajo el cemento y las aguas; resumiendo, aquellas buenas familias de una veintena de pueblos de Campoo lo perdieron todo recibiendo solo unas migajas a cambio. Aquella deuda histórica con las familias afectadas nunca se pagó, ni tampoco las instituciones cántabras la han reivindicado. Seguimos, pues, todos cruzados de brazos aunque las responsabilidades ya sabemos donde residen.

Duele, que duda cabe, que entre las muchas promesas incumplidas por el sacrificio del pantano, recuerde la de construir un ramal a Reinosa de la línea del ferrocarril de Bilbao-La Robla, inaugurado en 1894, clausurado en 1991 y que hace un año ha sido de nuevo abierto con una creciente demanda de este servicio. Los castellanos-leoneses han conseguido que Feve haya realizado la mayor inversión de su historia en la rehabilitación de este ferrocarril, lo que me trae a la memoria que entre nosotros sigue entre el abandono, la tristeza y la humillación para este pueblo, el significado del túnel de La Engaña.

Esta es una parte de la situación de Campoo y sus reivindicaciones, que no se pueden olvidar, ignorar o tapar con la demagogia oficial de los poderes públicos. Hay mucho por lo que luchar y trabajar en Cantabria y, sin embargo, parece que la inercia vence a los gobernantes que se dejan caer por la pendiente de lo fácil, lo coyuntural y el papeleo del día, faltando la elaboración de las grandes iniciativas y proyectos que exige esta tierra y un pueblo que aspira a tener un futuro tan digno como el de otras comunidades que demuestran ir siempre por delante en proyectos y reivindicaciones. Espero que alguien me explique cómo Barcelona gana millones de metros cuadrados al mar para crear nuevas infraestructuras y viviendas, y aquí se condena a zarzas propiedades que son compatibles con un urbanismo no agobiante, detrayendo del patrimonio de familias humildes no menos de un billón de pesetas en una valoración no especulativa.

En fin, buena sería una reflexión del Gobierno cántabro sobre la problemática de Campoo que es más extensa en un relato pormenorizado. Al hilo de los programas de chismes y cachondeo de los últimos días, pienso que el hambre no es el del locuaz presidente Revilla elevado a la categoría de tertuliano del bodrio televisivo sobre la boda regia. La verdadera abstinencia la vienen pasando los campurrianos desde hace muchos años sin que se les facilite las dosis de energías necesarias para salir de una situación difícil y que, por fin, parece que no están dispuestos a que se les tome el pelo por más tiempo. Esperemos.


ALERTA - 05 de junio de 2004