Injustificado retraso
del tramo
Siete años de conflictos, paralización y pérdida de vidas en la vieja carretera, un balance demasiado insoportable. Son muchas las ocasiones –y con seguridad no será la última- que denuncie la situación de paralización del tramo de autovía del Cantábrico entre Unquera a Llanes, algo más de veinte kilómetros de vieja carretera con un excesivo saldo de vidas humanas perdidas en su trazado en los últimos años, que representa un grave lunar y una falta de gestión de los responsables del Ministerio de Fomento cuando el resto de la autovía hasta Oviedo-Gijón es una espléndida realidad desde hace más de un año. No entiendo las razones por las que Cantabria está sometida a un destino maldito en esto de las comunicaciones; así, somos la única Comunidad Autónoma que sigue sin tener conexión por autovía con Madrid en pleno siglo XXI y, por otra parte, la entrada en funciones hace dos meses del nuevo Gobierno ha supuesto al día de hoy la paralización sine die de la inversión de cincuenta mil millones de las viejas pesetas en la construcción de la autopista (de peaje) de Zurita a Parbayón, demasiado dinero para una comunidad en la que históricamente los dineros del Estado han llegado a cuentagotas. Son muchos los cántabros que viajan con frecuencia a Asturias que se preguntan que ocurre con este tramo de Unzquera a Llanes que hace siete años tenía que haberse adjudicado y terminado hace cuatro. Se trata, además, de un tramo de autovía muy importante para culminar la aproximación de las dos comunidades y, especialmente, impulsar aún más las excelentes relaciones que históricamente vienen existiendo entre la villa llanisca y Cantabria. No hay que olvidar que cuando aún existían las carreteras, modernizadas en parte, de la etapa de la dictablanda de Primo de Rivera, los llaniscos tenían más cerca Santander que Oviedo y Torrelavega que Gijón, de ahí que surgieran unas excelentes relaciones que perduran. Finalizada hace ya dos o tres años la autovía del Cantábrico en su recorrido por la comunidad cántabra, se mantiene en igual estado de dejación el tramo Unquera-Llanes, sirviendo como justificación que el proceso de información de este tramo haya estado sometido a una imprudente judicialización. Una postura más flexible por parte del anterior equipo de Fomento con toda seguridad hubiera desactivado todos los problemas existentes en torno a la aprobación y correspondiente adjudicación de esta inversión, que cuenta con financiación europea y que pudiera perderse. En este tiempo ha habido muchos silencios desde Cantabria sobre este lamentable retraso, como si no nos afectara la paralización de un tramo vital en la conexión de Cantabria hacia Asturias y Galicia. Precisamente este es un asunto en el que las dos comunidades autónomas debieran aunar esfuerzos y todo indica que se ha ignorado el problema que tanto afecta a intereses comunes. Con el reciente cambio de Gobierno central, es conveniente reiterar la necesidad de que se escuche una voz firme sobre este hecho tan anómalo y que se agilicen los trámites administrativos para la ejecución definitiva de la unión por autovía entre Unquera y Llanes que con un retraso, a todas luces injustificado, ha puesto de evidencia, con lamentable reiteración, la peligrosidad de un tramo de la N-634 (hoy en desuso si estuviera lista la autovía) que en los últimos cinco años ha costado la vida a más de quince personas, un saldo demasiado alto como para huir de responsabilidades que apuntan hacia quienes vienen demostrando esta manifiesta incompetencia. El principal problema que ha existido
en torno a la construcción del tramo referido ha sido, sin duda,
la judicialización abierta sobre presuntas irregularidades
en cuanto a su trazado, por un lado, y la adjudicación de las asistencias
técnicas en la que los querellantes observaron presuntos delitos
de falsedad documental, por otro. Las controversias entre colectivos vecinales
y el Ministerio de Fomento, así como la desesperante lentitud
judicial –otra lamentable disfuncionalidad
de la Administración del Estado- que ha provocado la acumulación
de un retraso injustificado que está generando un grave
daño a las dos comunidades autónomas y, en especial,
a la villa llanisca en su tradicional relación con Cantabria, una
relación que ha propiciado que las principales inversiones en Llanes
sean de empresas cántabras y no asturianas. Cantabria y la zona del oriente de Asturias -bello nombre que asume con orgullo una histórica publicación de Llanes con más de un siglo de existencia- tienen muchas cosas en común. Los indianos, los bolos, la convivencia a través de muchos siglos de vecindad y, en este siglo, las relaciones económicas. No olvidemos que hasta mediados del siglo XIX los municipios de Rivadeva y Peñamellera (dividido en dos, la Baja y Alta), pertenecieron a Cantabria en lo que era una buena muestra de nuestra extensión hasta el Sella en lo que fueron los viejos e históricos límites entre las dos comunidades. Esperemos que la ministra de Fomento anuncie pronto buenas noticias para Cantabria. Hasta ahora, sin embargo, no avalan el optimismo. Al día de hoy y en solo dos meses de gestión, el Ministerio nos ha birlado cincuenta mil millones de las viejas pesetas de la construcción de una autopista que está informada y presupuestada como es la de Zurita y Parbayón. Elimínese su peaje y constrúyase, que no andamos muy sobrados de inversiones del Estado, aún cuando el silencio sobre esta decisión es sospechosa y dice muy poco tanto de los que gobiernan como de los que están en la oposición. Volver a un nuevo trazado, además de la interrogante de si finalmente se hará o no, representarían otros cuatro años perdidos en nuevos estudios, papeles, burocracia, etcétera. Pero hoy por hoy, podemos decir que estamos perdiendo cincuenta mil millones de pesetas entre –insisto- el silencio de todos –comenzando por los empresarios- que significa que Fomento libera esos dineros para dedicarlos a otro destino presumiblemente fuera de Cantabria. Esperemos, además, otra política en cuanto a las adjudicaciones de estas obras y se apueste por la empresa cántabra, capacitada para ello. Cascos no dio una sola oportunidad a nuestras empresas y favoreció a las grandes. Vamos a ver hasta donde llega la voz de nuestro Gobierno en esta reivindicación a la espera de conocer la filosofía de gestión de la ministra de Fomento, decisión de la que depende el desarrollo de nuestras empresas que crean aquí el empleo y aquí pagan los impuestos. Estamos expectantes ya que Cantabria requiere un tratamiento especial, no por razones de favoritismo sino de justicia. ALERTA - 12 de junio de 2004 |