“El Salto del
Pasiego” en el En la más universal de las citas de este tiempo, se protege este deporte/tradición que en Cantabria se mantiene a pesar de las instituciones. En el siglo XIX se representó como zarzuela regionalista con elementos del folclore musical de Cantabria, que no ha vuelto a reponerse. Hace unos días visité Calseca, un pueblo pasiego del municipio de Ruesga que se va extinguiendo lentamente y en el que hace veinte años permanecí unas horas en compañía de Quique Setién en una jornada en la que convivimos con sus gentes y, sobre todo, sus niños que hace algún tiempo comenzaron a abandonar sus casas y cabañas para formar parte de la nueva emigración del interior de Cantabria hacia mejores oportunidades. Todavía recuerda con emoción aquella visita don Julio Pérez Setién, que fue la primera persona que me encontré en mi llegada a Calseca y juntos –con los compañeros de excursión- subimos al Collado Espina desde donde se divisan dos panorámicas inigualables de Santander y Santoña. Pero será mañana cuando exponga mi particular visión de la evolución de este pueblo pasiego en estas dos décadas. Cuando llegamos a Casa Setién en San Roque de Riomiera, fijé mi atención en su tablón de anuncios en el que se exponen varias fotografías de cabañas pasiegas que están en venta. Resulta curioso, en principio, que mientras los nuestros se desprenden de un histórico patrimonio que viene de generaciones anteriores y salen de su tradicional hábitat, llegan del País Vasco con dinero fresco a comprar las cabañas pasiegas sobre cuya conservación debieran dictarse normas severas de protección vinculadas a la defensa de la identidad de una comunidad y de un pueblo como el pasiego que tanto aporta al conjunto de la identidad cántabra. El abandono de los jóvenes de su terruño natal es constante. Una foto del pasado escolar de San Roque, allá por los comienzos de los años cincuenta, demuestra que de medio centenar de jóvenes apenas media docena permanecieron en el pueblo; los demás buscaron por necesidad mejores horizontes. En estos viajes a la Cantabria profunda el diálogo con los lugareños es imprescindible. San Roque se preparaba para su tradicional fiesta de La Ascensión a pesar de sus pobrezas y necesidades. Estuvimos con gentes del lugar y con su joven alcalde Juan Antonio Fernández Abascal, que representa el cambio que urge este territorio para que los jóvenes que se quedan se comprometan a fondo con su presente y futuro. Fue el alcalde quién con lógica satisfacción nos informó que el Forum de Barcelona –como encuentro universal de culturas- había incluido en su programa una demostración de dos juegos de tradición centenaria: El Salto del Pasiego de Cantabria y el Salto del Pastor Canario. La noticia tiene su impacto y desde luego es de aplaudir que en una cita tan internacional se proteja lo que aquí aún subsiste –por el amor e identidad de sus protagonistas- a pesar de las instituciones que parecen olvidar todo aquello que tiene que ver –y mucho- con la identidad en la que se asienta la propia autonomía. El salto del pasiego surge de una necesidad de sus moradores que en los desplazamientos interiores precisaban superar el abrupto terreno del país pasiego. Consiste en un palo cuarta y media más alto que la persona que lo porta que, usado como punto de apoyo, se emplea para evitar los obstáculos saltando. De esta costumbre nació esta modalidad deportiva que no cuenta con un reconocimiento oficial en Cantabria y que sigue practicándose en las fiestas de los pueblos que desde el Pas se extienden hasta las villas pasiegas más altas de San Roque de Riomiera, Vega de Pas, Selaya y Miera, donde en las fiestas se prepara algún prado para que los mozos puedan demostrar sus habilidades. El "palu" o "palancu", es una vara de eucaliptu descortezada y curada, dotada de gran flexibilidad y resistencia. La dinámica del salto consiste en prolongar el radio del círculo recorrido subiendo a lo alto de la pértiga en el momento en que ésta pasa por la vertical para, después, con la inclinación del cuerpo, dirigirlo horizontalmente. A esta forma se añaden inverosímiles modalidades con giros y ascensiones que la necesidad y la práctica fueron creando entre los habitantes del entorno pasiego. Dos jóvenes de esta zona pasiega – Ángel Crespo López de Calseca y Gabino Crespo Abascal, de San Roque de Riomiera- se encuentran en Barcelona invitados por la organización del Forum para hacer una demostración de este deporte/tradición tan enraizada en la historia del pueblo pasiego. Dos jornadas en las que han actuado presentando este deporte/tradición que aprendieron de sus mayores, elevando a cultura universal a conservar y que debemos defender y proteger ante las inercias globalizadoras que no pueden liquidar costumbres tan emblemáticas. No vamos a descubrir lo que es el salto del pasiego y lo que representa en la historia de la comunidad pasiega. En todas las fiestas populares del siglo XIX y principios del XX que tradicionalmente se celebran las comisiones de festejos incluían en sus programas, como gran reclamo, los concurso de saltos del pasiego a los que asistían cientos de personas entre una expectación admirable. Fueron años de gran impulso a estas tradiciones, curiosamente en tiempos de carencias. Ahora, sin embargo, que parece sobrar dinero y muchas veces se malgasta, este mezcla de deporte y tradición no está lo suficientemente protegida y apoyada, cuando representa la esencia más genuina del país pasiego y de Cantabria. Resultó realmente emotivo ver a la salida de un pleno municipal y en la bolera del pueblo, como el segundo teniente de alcalde y ganadero pasiego, Juan Manuel Lavín Abascal, recreara para nosotros una excelente demostración de salto pasiego y de la raya al paso o juego de rayar (1). Este deporte/tradición inspiró en 1878 nada menos que una zarzuela –no repuesta ni actualizada- que se estrenó en Madrid, obra de Luis de Eguilaz que conocedor del país pasiego, sus costumbres, tradiciones y formas de vida acertó de pleno en su creación. Ha sido considerada como la primera de las zarzuelas regionalistas que se pusieron de moda en años posteriores, sobre todo por su contenido y calidad musical alcanzando un importante éxito en los teatros de toda España y de países hispanoamericanos (2). El testigo de Eguilaz pasó a Eusebio Sierra Cantolla, un escritor fecundo que dirigió La Atalaya hasta su muerte en 1922 y fue el segundo presidente de la Asociación de la Prensa de Cantabria que escribió buenas zarzuelas sobre asuntos y música montañesa y cántabra en los finales del siglo XIX antes de su etapa de El Cantábrico y de dirección en La Atalaya. En 1901 se estrenó La Pasiega, otra zarzuela montañesa de la que fue autor Arturo Lapuerta . El país pasiego precisa de muchas iniciativas que tendentes a conservar su identidad, mejore el hábitat de sus gentes. Para la gran mayoría está sin descubrir el significado de este pueblo en la conformación de nuestra propia identidad. Tienen que ser noticias como la que comentamos para recordarnos que existe el pueblo pasiego y y sus ancestrales deportes y tradiciones. Gracias que expresamos a los organizadores del Forum de Barcelona que a pesar de la globalización apuestan por conservar lo más sagrado de los pueblos: el legado de sus mayores. Notas: (1). Compartí estas vivencias con Angel Neila que hace tiempo viene preparando un estudio a fondo de este deporte/tradición y Carlos Gustavo Alútiz, director de la revista de historia Los Cántabros, que prepara un reportaje para su próximo número. (2). La música en Cantabria de Julio C. Arce Bueno. Fundación Marcelino Botín, 1994. ALERTA - 22 de mayo de 2004 |