Contribución de Herrera Oria
al periodismo en España

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Puso en marcha en los años veinte iniciativas pioneras para la formación de los periodistas.

No estudié Periodismo en la Escuela de la Iglesia; en Madrid trabajé en Pueblo y no en el católico YA, tampoco soy miembro de la asociación de propagandistas católicos. Quiero decir que en lo personal no he tenido vinculación alguna a la obra de don Ángel Herrera Oria y, sin embargo, como cántabro siento una especial admiración por su figura y la gran inteligencia que puso –en circunstancias difíciles y complejas de la vida nacional- al servicio de sus ideales católicos desde que muy joven alcanzó la condición de abogado del Estado. Este reconocimiento se extiende, sobre todo, a su obra de educación y formación de numerosos cántabros en la etapa de Herrera como párroco de Santa Lucía, entre ellos un catedrático de Periodismo, de grato recuerdo, Pedro Orive Riva que hoy, de no fallecer hace cuatro años, estaría en primera fila en esta entrega del título de Hijo Predilecto de Cantabria al periodista-sacerdote-obispo y cardenal de la Iglesia Católica.

No deja de ser esperpéntico que después de solicitarse hace nada menos que siete años la concesión de este título de honor de la Comunidad Autónoma se haya retrasado tanto. Los méritos de Herrera y su dimensión universal son indiscutibles y, además, la gran obra cimentada por Herrera Oria permanece y ha sido engrandecida por la llama que su luz dejó encendida. Es imposible citar en tan poco espacio muchas de sus obras –el Instituto Social León XIII, la Escuela de Ciudadanía Cristiana, la Fundación Pablo VI, el CEU, la Asociación Nacional de Propagandistas Católicos, etcétera; en definitiva, la huella inmensa de un cántabro que en vida no quiso honores y que tras su muerte, hace casi cuarenta años, hora es que su tierra natal le premie como se merece.

Me voy a centrar en la visión de Angel Herrera Oria sobre la profesión de periodista y la necesidad, entonces, de articular una prensa católica. Abogado del Estado y doctor en Derecho, nació en Santander donde nada de lo que le rodeó le fue indiferente. Su primer gran éxito profesional fue El Debate (Madrdid, 1912), un periódico de las más puras esencias católicas que encauzó a una gran masa de ciudadanos de la derecha tradicional hacia posturas tolerantes y democráticas. El joven Herrera Oria fundador y director de este gran diario, apenas conocía la prensa más que por su contacto diario a la hora del desayuno; sin embargo, tras asumir la tarea de llevar a buen puerto este proyecto, logró plenamente su propósito generando en torno a El Debate una red territorial de prensa católica.

Sus rivales confesaron que fue el mejor diario elaborado de la época ya que fue el primero en asomarse al deporte y a la economía. Y aunque sufrió la descalificación de sus opositores al citarle como periódico católico y vaticanista, lo cierto es que Herrera Oria logró que los contenidos de El Debate fueran siempre por delante de las sensibilidades de la Iglesia y solo por esta vía inteligente puede comprenderse que aquel periódico alcanzase tiradas de doscientos mil ejemplares en los comienzos de la II República. Tras la guerra civil, el franquismo condenó a El Debate a no salir por su colaboración con la República, que no fue otra cosa que el respeto siempre presente en el espíritu de Herrera a la legalidad vigente en cada momento de la Historia de España que le tocó vivir.

A partir de los años veinte destacados profesionales del periodismo español se forjaron en la Escuela de El Debate. Convencido Herrera Oria de la alta misión del periodismo y la importancia de la preparación académica de sus protagonistas, creó en 1926 la primera Escuela de Periodismo de España. Durante años se debatió si era necesario preparar en la especialidad del periodismo a quienes se sentían atraídos por esta profesión. Herrera Oria fue un convencido de ello y tomó la iniciativa, marcando un camino que posteriormente siguió el Estado. Ya entonces don Angel Herrera era un personaje importante en la vida nacional y en la Iglesia Católica.

La Escuela de Periodismo de El Debate nació en contra de la opinión de los periodistas más relevantes de la época, que basaron su oposición en la tesis de que “el periodismo no se aprende”. Este ambiente contrario a elevar la profesión, no paró a Herrera en su perseverante objetivo y en 1930 publicó el libro La Escuela de Periodismo: Programas y métodos, de Manuel Graña, uno de sus colaboradores al que había financiado para conocer el modelo de estudios que se impartía en la universidad americana de Columbia (1).

Sobre la transcendencia de la enseñanza del periodismo, hay una carta relevadora de Miguel Hernández. Cuando contaba veintidós años confesó a un amigo –en carta de 10 de octubre de 1932- que estaba ilusionado con estudiar periodismo a raíz de la convocatoria de un curso y de sus planes de estudio por la Escuela de Periodismo de El Debate (2). Se trataba de una convocatoria novedosa y pionera en España, gracias a la iniciativa de Herrera Oria, un precedente de las actuales facultades de Periodismo y Comunicación, ejemplo de innovación profesional que se anticipó en dos décadas a la regulación oficial de los estudios de periodismo.

En 1960 se hizo, finalmente, realidad la Escuela de Periodismo de la Iglesia, que recogía el espíritu que animó la escuela de El Debate. Tenía como competidora la Escuela Oficial de Periodismo, hasta que en los inicios de los años setenta se creó la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense que tuvo entre sus primeros decanos al catedrático cántabro Pedro Orive Riva, muy influido por el espíritu herreriano.

No hemos abordado la dimensión religiosa de Herrera que tras alcanzar el sacerdocio a una edad madura, fue elevado al cardenalato por el Papa Montini, entusiasta de sus iniciativas. Nos hemos centrado en reflexionar sobre aspectos centrales de Herrera con el periodismo, campo en el que por sus aportaciones ya le hacían merecedor de esta alta distinción. Llega tarde, pero llega al fin y al cabo. ¡Que difícil es ser profeta en la tierra natal!.


Notas:

(1). De la obra De Periodista a Cardenal de José María García Escudero. Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid 1998.

(2). Del artículo de José Fernández Lozano con el título El poeta que quiso ser periodista. Hoja del Lunes de Alicante, marzo 2004.

José Ramón Saiz es Doctor en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.


ALERTA - 30 de junio de 2004